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Contaminación acústica

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España es el país de Europa que registra el mayor índice de ruido y el segundo del mundo, después de Japón, según un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Europeo (OCDE)

Este encabezado habla por sí solo; sin embargo, en esta primera entrega para esta columna me gustaría señalar algunos de los factores que pueden haber contribuido a esta realidad y que, de alguna manera, podrían estar deteriorando nuestra salud de una forma cotidiana y “aceptada” por nosotros.

Durante 4 años viví en Madrid, nada más y nada menos que en un piso en la calle Alcalá. Durante este tiempo mis despertares estaban acompañados por el paso incesante de ambulancias y vehículos policiales... iba al trabajo caminando por la misma avenida, y la exposición a las sirenas era más directa e irritante. Recuerdo que una vez vi al copiloto de una de las ambulancias con auriculares de protección contra ruidos fuertes. Yo pensaba: ¿y nosotros qué?

Ahora, viviendo en Barcelona, veo que la situación es la misma o empeorada por unos cuantos factores; entre ellos, los millones de ciclomotores (scooters) que hay en esta ciudad y que gracias al tunning o deseo de notoriedad, son conscientemente desprovistos del silenciador de ley en el escape...

Al tomar el metro, el chirrido que sale de las ruedas a veces es insoportable y al parecer pasa inadvertido para muchos...

Series televisivas donde se acepta el ruido dentro de las áreas comunes de los edificios han dado, de alguna forma, luz verde a un incremento de los niveles de ruido dentro de los edificios, esto sin contar con el constante incumplimiento, por parte de las empresas de construcción y remodelación de pisos, de las normas de insonorización...

A estos ejemplos podríamos añadir muchos otros a los que estamos expuestos sin darnos cuenta y que constituyen una fuente de contaminación acústica y de posible daño irreversible a nuestro oído.

En el mundo se habla de campañas para luchar contra la contaminación ambiental, pero el tema de la contaminación acústica se deja de lado, cuando esta forma de contaminación y el daño que esta conlleva es el que se hace evidente antes en nuestra vida.

El oído humano (oído interno) tiene un gran número de terminaciones nerviosas que vibran con las ondas sonoras. Estas terminaciones, al ser sobre expuestas a sonidos agudos y con mucho nivel, pueden quedar seriamente dañadas (acúfeno o tínitus), manifestándose este mal como un pitido constante: el mismo que tenemos al salir de una discoteca ¡pero las 24 horas del día! ¡y que no tiene cura!

Esto hay que sumarlo al estrés causado por los ruidos molestos, el cual hace que los índices de irritabilidad suban, afectando en mayor o menor grado nuestra sociabilidad.

Estos posibles daños representan una amenaza aún mayor si trabajamos con audio, ya que el oído es nuestra herramienta de trabajo y por ello debemos cuidarlo evitando sobre exposicion a ruidos fuertes. Debemos tener en cuenta también que este deterioro hay que sumarlo al deterioro normal por cuestiones de tiempo (el oído pierde aproximadamente 2 Khz por década).

Qué hacer entonces: si queremos protegernos, lo primero que hay que hacer es comprar tapones para los oídos. Los hay de diversos tipos, siendo los mejores los hechos a la medida con molde de silicona. Hay opciones más baratas como los de espuma, cera o silicona que podemos encontrar en farmacias o en tiendas de deportes. Como segunda sugerencia, si la molestia está en nuestro edificio, lo que podemos hacer es hablar con el presidente de la comunidad o llamar a la policía. debemos crear conciencia en nuestros vecinos.

Sería interesante intercambiar ideas sobre lo expuesto en estas líneas... y así poder ahondar en este tema.

Aldo Gilardi-Magnan es técnico de sonido graduado en Lima, con cursos de especialización en Londres y diplomado en SAE Madrid. Su experiencia profesional se basa en el trabajo en estudio, habiendo participado en producciones tanto en Perú como en España. Actualmente se dedica a la docencia y jefatura técnica en SAE Barcelona, asi como al trabajo de técnico freelance.

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