DJ

La evolución de la figura del DJ

Lo comenté hace poco en el foro de esta web, y lo vuelvo a decir ahora. En los dos últimos anuncios que he visto de Apple, aparece un DJ (en uno se le ve, en el otro se le intuye), y en ambos el DJ está usando un controlador. Para ser más exactos en uno sale un controlador Kontrol S4 y en el otro un Tempus de Akiyama o alguna de sus variantes orientales. Creo que en ambos el controlador está apagado, pero da igual, está ahí como símbolo que muchos ya relacionan de manera directa con la figura del DJ. Los bienpagados publicistas que diseñaron los anuncios podrían haber puesto dos Technics conectados a través de un interfaz de audio a un Mac... pero no, por algún motivo eligieron poner un controlador. Quizá el motivo es que no tenían ni pastelera idea de lo que hace un DJ y tras hacer cuatro búsquedas rápidas en Google vieron fotos de DJs con un controlador, o le preguntaron a alguno de sus asesores-becarios con ojeras de tanto ir de clubbing... o quizá sabían perfectamente lo que hacían y al componer la escena dijeron “Aquí indudablemente frente al DJ va un controlador...”. En cualquiera de los casos, Apple ha plasmado para todo el planeta la imagen del DJ como la de un señor que emplea un controlador, evidentemente conectado a ordenador fabricado por ellos.

Que Apple diga que algo es de una determinada forma, o que al menos así nos lo muestre en un anuncio, no tiene por que ser señal de nada. Es un dato incluso anecdótico que quizá únicamente desgasta 7 segundos de nuestra retina sumando el tiempo de los dos anuncios. Apple se ha equivocado unas cuantas veces y en cosas mucho más relevantes que 7 segundos de publicidad. Pero también ha tenido grandes aciertos, algunos de los cuales son empleados diariamente por DJs: la aplicación necesaria para comprar música en la tienda de Apple, escuchar y ordenar la música es compatible con todos los programas para DJs profesionales, además de que los portátiles de Apple son muy empleados en directo por los discjockeys. Hoy en día nombrar una marca como Apple al hablar de los elementos de una cabina de DJ o de sus herramientas habituales de trabajo es tan o más válido como hace unos años decir Technics, y de eso se han valido los publicistas. También es válido nombrar otras marcas comerciales como Traktor (que también aparecía en uno de los anuncios) o como Pioneer, habituales de las cabinas.

Y eso nos lleva al tema central de mis líneas de hoy. Lamentándolo mucho para unos cuantos puristas, la figura del DJ actual ya no es la de un señor que pone discos de vinilo y que los acompasa a oído. Por un lado el avance de la tecnología musical ha hecho posible que en poco espacio podamos disponer de instrumental necesario para disponer de una enorme librería musical en formato digital, poder poner en reproducción casi instantáneamente cualquiera de las canciones de la librería y que se acompasen entre ellas de manera automática, hacer sonar cíclicamente cualquier fragmento, saltar de una parte a otra de la canción de manera instantánea, jugar con fragmentos de la composición, superponer sonidos propios, realizar mezclas creativas con todo tipo de filtros y ecualizaciones, efectos que nos permiten crear sublimes transiciones e incluso inventarnos partes nuevas de las canciones... Lo siento (nuevamente) por los obsesionados en venerar el beatmatch manual: los argumentos que emplean para quitar legitimidad a las nuevas técnicas son tan viejos como las herramientas que adoran (y cuanto más tiempo pasa más viejas son ambas cosas), y que prácticamente llevan atadas al pie con una cadena, igual que esa vieja imagen del presidiario que tiene atada una enorme bola de hierro al pie que le impide escapar, en este caso impide al DJ evolucionar. La sobrevalorada habilidad para acompasar dos canciones usando dos platos ha sido sustituida por una enorme cantidad de habilidades y técnicas alternativas, muchas de ellas relacionadas con el uso de ordenadores y software. Saber pinchar hoy en día supone necesariamente saber manejar con soltura un ordenador y saber solventar cualquier problema técnico que pueda dar el ordenador durante un directo (la cruz de algunos DJs con una cierta edad, por cierto...), saber manejar a fondo un software para DJs y algún software de edición y análisis de audio, configurar dispositivos de audio y de control externos, saber montar y desmontar los elementos de tu equipo de manera rápida al llegar a tu lugar de trabajo (que puede ser un lugar distinto cada día), conocer técnicas de mezcla armónica, técnicas de mezcla creativa y remezcla en directo, involucrarse en el diseño de las visualizaciones que se proyectan durante su actuación... y cada vez se va volviendo más imprescindible que un DJ tenga capacidad de producir remixes y temas propios para que su nombre llegue más lejos gracias a su presencia en tiendas y así tener más posibilidades de ser contratado. El beatmatch manual es el menor de los problemas de un DJ hoy en día.

Por otra parte, al margen de los avances tecnológicos y de las nuevas habilidades, están los cambios en la industria y el mercado: ya no es rentable como antes fabricar y vender vinilos, ni tan siquiera CDs. Richie Hawtin lo decía bien claro: “Si quieres ganar dinero no fabriquesvinilos”. Es cierto que concretamente el mercado de vinilos ha tenido un buen repunte los últimos años, pero más por motivos de coleccionismo de aficionados (aunque de este retrofetichismo alentado por técnicas de marketing hablaré otro día) que por necesidad de los profesionales de las cabinas. A los DJs profesionales actuales directamente ya no les interesa el vinilo: les resulta caro, pesado de transportar, frágil, les hace ser menos versátiles. El CD es algo más resistente y económico, se siguen encontrando reproductores en los clubs, pero cada vez más se utiliza como un recurso de rescate en caso de que falle el pendrive o el ordenador. Las soluciones timecode están ahí para los que quieran mantener cierto purismo, pero la realidad es que solo son realmente necesarias para los turntablistas, el DJ de club obtiene el mismo resultado con timecode que sin él, y a fin de cuentas el timecode en la industria solo beneficia a quienes fabrican platos, no a los que fabrican vinilos. El auténtico mercado musical del DJ está en la red, y eso por cierto, le supone desarrollar al máximo una de las habilidades clásicas del DJ hasta convertirla casi en una nueva habilidad: la selección de la música. El mercado musical está tan súmamente saturado que el DJ debe elegir cada vez mejor la música, empleando tanto criterios de calidad propios como siendo capaz de leer los designios que los influencers de la industria musical tratan de imponer. En realidad es el mercado perfecto para los DJs, ya que sale más barato comprar en digital que los formatos físicos, la disponibilidad de la música es inmediata, la música no se deteriora ni se pierde y se pueden disponer de tantas copias de seguridad como se quiera. Además gracias al tagging de los archivos de audio musicales los discjockeys pueden añadir todo tipo de comentarios, indicadores e información adicional que facilite y mejore su trabajo final (otra tarea más del DJ “actual”).

¿Desaparece pues la figura del DJ clásico? La figura del DJ ni desaparece ni prevalece. La figura del DJ cambia, evoluciona igual que evolucionaron los expertos en fotografía con la llegada de la imagen digital, igual que evolucionaron los mecánicos de automoción con los motores híbridos, igual que los arquitectos con el CAD... Lo que hoy es actual dentro de 25 años quizá forme también parte de la imagen clásica del DJ. Siempre habrá lugar para la nostalgia (detrás del escritorio donde redacto estas líneas hay dos Technics y un mixer de dos canales, ese es mi lugar de la nostalgia) pero los recursos del DJ profesional actual deben adecuarse a sus necesidades creativo-escénicas y a la demanda del público que paga (y no poco) por el ambiente y el espectáculo que se recrea cada noche.

El DJ ha ganado importancia tanto en clubs como en festivales de música, y los que llegan a triunfar saben que esa importancia se refleja en su cuenta de banco. Al fin y al cabo son responsables de que la gente vuelva otro día al club, o incluso de que se agote la venta de entradas de un festival. Pero que nadie se engañe con un detalle, las enormes cifras que aparecen en ocasiones como supuestos sueldos de algunas estrellas de las cabinas no es lo que ellos perciben por su actuación, es lo que se paga por el show. Y esos shows de éxito están formados por mucha más gente que el propio DJ, hay que pagar asistentes técnicos que se encargan de montar y revisar su cabina para que ejecuten su actuación a la perfección, asistentes de iluminación y proyecciones que saben como aprovechar los recursos visuales de cada localización para que el show luzca de la mejor manera posibles, roadies, managers, habitaciones de hotel, billetes de avión, comidas, seguros médicos... Sí, recuerda mucho a todo lo que necesita una banda de rock para girar por todo el mundo, y de hecho esa es otra de las cosas que ha evolucionado en la figura del DJ, para bien o para mal su estatus artístico-comercial se ha elevado hasta ser comparable al de las bandas mainstream de pop y rock. Igual que una banda de rock puede empezar ensayando en un sótano y llegar al cénit de su carrera llenando recintos con 50.000 espectadores por noche, un DJ hoy por hoy puede llegar a seguir la misma ruta profesional. Las probabilidades de conseguirlo evidentemente son igual de bajas que para las bandas de rock, pero la industria a fin de cuentas ofrece los mismos caminos para unos y otros desde hace ya unos años, todos pueden soñar con lo mismo, solo unos pocos lo vivirán, y por el camino pueden tener diferentes niveles de profesionalización.

Y esto no es ni bueno ni malo para la música, no es ni mejor ni es peor, sencillamente es el punto en el que estamos. La música no se destruye, no empeora, tampoco mejora, la música a fin de cuentas no deja de ser un conjunto de conceptos matemáticos que llegan a nosotros de manera sensorial, algo que los DJs tienen que seguir mostrándonos en cualesquiera de sus encarnaciones. Todo esto no es culpa de nadie, es más bien el resultado de algo, del rumbo de la industria musical, un negocio que aunque algunos quieren matarlo desde hace unos años, perdurará de maneras muy diversas y adoptando formas insólitas.

Teo Tormo
EL AUTOR

He trabajado como productor musical y discjockey. Desde hace años investigo y analizo la tecnología musical aplicada al DJ, buscando siempre las herramientas más innovadoras y observando su impacto en la industria musical.

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