Ludiguer - al loro - Operación del hermano de tu vida e

El sábado pasado decidí sentarme con el bebé delante de la tele, y para que se entretuviera le puse un DVD con dibujos de los que veíamos nosotros de pequeños, La Pantera Rosa, El Oso Yogui, Los Picapiedra o algo así, y al poco rato de estar viéndolos, mi siempre querido loro nos interrumpió para preguntarme, “¿Qué estáis haciendo?”, “pues ya lo ves”, le contesté, “con el pequeñajo viendo unos dibujos”, entonces él siguió mirando fijamente a la pantalla y me volvió a preguntar, “pero ¿qué clase de dibujos estáis viendo?”, “pues los de toda la vida”, le aclaré, “de los que salen animalitos y sus dueños, te cuentan una historieta, y hasta a veces llevan un mensaje aleccionador escondido o una moraleja”, entonces mi alado amigo se acercó a los barrotes me miró y me dijo con tono de reproche, “y eso se lo estás poniendo a tu hijo, ¿no?”, “bueno, sí”, le respondí, “¿qué hay de malo?, es lo que hemos visto los niños, cuando lo hemos sido, desde que existen los dibujos y las teles, ¿no?”, y al oír esto volvió a mirarme fijamente y añadió, “claro, y también pretenderás llevarlo al colegio cuando sea un poco mayor, ¿no?”, “Por supuesto”, le repliqué, “es lo que se ha hecho siempre para así al menos intentar que sea una persona de provecho el día de mañana”, pero al oír mi respuesta empezó a trepar por los barrotes de su jaula hasta llegar al techo y me dijo, “¿ves?, ahí está el error”, entonces yo me quedé mirándolo a los ojos, que como estaba colgado de los pies estaban por debajo de su pico y le dije, “¿dónde está el error?”, “pues en creer que como se ha hecho siempre así hay que seguir haciéndolo, y en que ésa es la mejor manera de ser un triunfador en la vida”, me aclaró muy seguro de lo que decía. Entonces yo volví a mirarle a los ojos que ya en ese momento volvían a estar por encima del pico, pues mientras me hablaba se iba bajando del techo y le dije, “entonces según tu opinión, no estoy haciendo lo correcto”, “si quieres que sea toda su vida un anónimo de medio pelo como tú, pues sí”, me contestó él, “¿y si no…?”, le pregunté temiéndome que no me iba a gustar lo que iba a oír como respuesta, “pues tenéis que prepararlo para lo que hoy en día está de moda y da dinero de verdad”, “pues tu dirás lo qué es”, le volví a preguntar cada vez más seguro de que la contestación no iba a ser de mi agrado, “está muy claro”, me respondió con firmeza, “si hay algo que hoy abre de verdad las puertas del éxito, eso es ser concursante de un reality”. Confirmadas mis sospechas. Ya lo había soltado. Mi primera reacción fue contestarle, pero lo pensé mejor, puse una sonrisa de circunstancias y continué viendo la tele, mientras mi descerebrado compañero picoteaba uno de sus barrotes, para volver a la carga al instante diciendo, “claro, que también es cierto que no hay mucho material docente sobre este asunto enfocado a los niños”, yo no salía de mi asombro, miré hacia la jaula de reojo, y allí estaba él, pensativo como si estuviera a un paso de resolver el problema de la sequía o el calentamiento global, hasta que tanto pensar, para bien o para mal dio sus frutos. Se le alegro la expresión, se acerco a los barrotes y me dijo, “¡Ya está!”, le miré, y con la mayor de mis desganas le pregunté, “¿ya está el qué?”, y él todo entusiasmado me contesto, “ya está la manera de poder introducir a los niños en el mundo de los ‘reality shows’”, y nuevamente con el temor de lo que me iba a encontrar por respuesta, pero con ese toque de morbo que hace vulnerable a la boca, lengua y demás elementos participantes en el habla, y que les hace actuar por cuenta propia y sin el consentimiento del cerebro, recuerdo que pregunté, “¿y cuál es?”, entonces los ojos se le iluminaron, y dijo, “un reality con personajes de cuentos”. Fabuloso, según lo pensó, por decir algo, lo dijo. Le volví a mirar con mi sonrisa forzada, tragué saliva, y volví a poner mis ojos en la pantalla del televisor, donde los ratones eran perseguidos por los gatos, y éstos por los perros, como toda la vida, mientras mi alado amigo ya se veía como presentador del programa, “claro”, añadió, “la cosa sería hacer unos dibujos animados en los que varios personajes alejados del resto del mundo tuvieran que construir una casa en una isla desierta mientras cuidan de una granja y van a una academia para ver quién es el que mejor canta de todos ellos”, Ahí me mordí la lengua hasta con las muelas del juicio, pero por más que lo intenté no pude evitar el preguntarle, “y ¿a quién meterías en esa isla, granja, casa, academia, o lo que sea?”, entonces él pensó por un momento y me dijo, ”la cosas está muy clara. Hoy lo que de verdad triunfa es el mal rollo, la controversia y la disputa, así que lo suyo es juntar en el menor espacio posible a personajes malvados. Mira, yo pondría a la madrastra de Cenicienta; la bruja de Blancanieves; Scar, el león tío de Simba; el Capitan Garfio; el lobo de caperucita; Brutus; Cruella de Vil; Clayton, el malvado guía de Tarzán; y hacer una serie de dibujos animados con este argumento. Por supuesto todos han de comportarse como son o incluso peor, y como son dibujos, no hay pega en mezclar lobos, leones, brujas, piratas”, “o sea, ¡que cualquiera se come una manzana de postre el día que le toque cocina a la bruja de blancanieves!, ¿no?”, le dije yo con tono burlón, pero mi loro no me hizo caso. Estaba inspirado en ese momento, así que siguió, “y las nominaciones y expulsiones, además de con el móvil, se harán mandando a la cadena de televisión un cupón gratuito que saldrá en los paquetes de los pañales para los más pequeños, y en los de alimentos infantiles y chucherías para los más mayores. ¿Y sabes que conseguiríamos con eso?”, me preguntó justo en el momento en que el ratón de la pantalla estaba a la misma distancia del gato que lo perseguía que de su ratonera, “no, no sé”, contesté con poca gana girando mi cabeza hacia la jaula, “¿qué conseguiríamos?”, “pues aumentar las ventas de estos productos que ofrecen el boleto para votar, que a su vez serían los patrocinadores del programa”, me contestó, aunque lo que yo realmente había conseguido era quedarme con las ganas de saber qué había pasado con el ratoncillo de mi tele. Total que como ya había perdido el hilo de los dibujos, pues me uní al de la conversación, “¿y también es didáctico el que vayan parientes y amigos de los concursantes al plató a opinar de los suyos?”, le pregunté con el ánimo de no dejar cabos sueltos en el programa, “por supuesto”, me contestó, “eso es de las cosas más importantes porque infunden grandes valores humanos”, “¿ah sí?”, le pregunté sorprendido, “¿y qué valores infunde?”, “pues para empezar”, me dijo muy arrogante, “el valor de la amistad”, “no lo veo”, le tuve que confesar, “pues muy fácil”, me aclaró, “porque aprendes a buscar amigos que puedan meterte en un programa de estos si es que no eres tú el agraciado participante. Y también te enseñan a compartir”, “¿a compartir el qué?”, volví a preguntarle de forma incrédula, “pues como estos allegados de los concursante se pasearían por todos los programas infantiles para hablar de los suyos”, me explicó calmosamente, “aprendes a compartir con los demás, sin ningún tipo de pudor, las interioridades y secretos que sólo tu amigo y tú conocéis. También aprendes a economizar y a arreglarte con lo que tienes”, “Ah, ¿también a economizar?”, le pregunté sorprendido”, “Sí, sí, a economizar”, me ratificó, “ya que tan solo utilizando las cuatro palabras que uno ha aprendido a decir puede no dejar de hablar mientras dure el programa”, “la verdad es que pudiéndonos apañar con unas pocas palabras, ¿qué necesidad hay de utilizar más?”, le comenté de manera irónica, “pues eso que tú dices”, comentó mi plumosos amigo para seguir diciendo, “y otro valor muy importante que nos enseñará este tipo de programas es el amor por el trabajo en grupo”, “eso es muy importante y a veces difícil”, le confirmé yo, “por eso”, siguió explicándome”, “nada satisfará más a uno que ver como los otros trabajan unidos para que él consiga sus objetivos”, “la verdad es que todo son ventajas”, le comenté reforzando mi comentario con movimientos de afirmación de mi cabeza, mientras él mirando al techo del salón a través de los barrotes de su jaula me decía, “ya me imagino a Cruella y a Scar planeando la estrategia para conseguir alimentos para el grupo, al capitán Garfio administrando los víveres, y a Brutus y a la madrastra flirteando mientras ensayan la canción que han de representar en la gala del fin de semana, y dando titulares para los otros programas como, -¿Es Olivia la única mujer que ocupa el corazón de Brutus?-, -¿Qué quiso decir Scar cuando dijo al lobo ‘sumérgete tú hoy que yo tengo mareos, pero cuando tengas la red llena de peces saca la mano con la red del agua que yo te ayudaré a salir?’-, o Heidi diciendo que el lobo se la intento comer a ella antes que a caperucita, mientras antes de los intermedios nos recomiendan que nos bajemos el tono, politono o sonitono con la melodía del programa y en los cortes publicitarios nos anunciarían el videojuego para consola y ordenador. Además, tengo hasta el título. ‘El triunfo del gran famoso superviviente de la casa‘, o no, mejor aún, ’Operación del hermano de tu vida en la granja de la isla’”, y diciendo esto se acabaron los dibujos que estábamos intentado ver así que me levante a cambiar el DVD al tiempo que mi plumoso amigo me preguntaba, “¿a que estás deseando que empiecen a hacer un programa como éste?”, así que mientras buscaba un nuevo disco que poner, le miré para responderle, “ya lo creo, pero de momento y pensando en que cuando sea mayor el bebé igual la manera de ganar dinero rápido ya es otra, le voy a poner los dibujos de siempre, llevar al colegio y seguir el método tradicional que así al menos tenemos asegurado en el peor de los casos que sea un ’anónimo de medio pelo’ como su padre”, me senté y me puse a ver los dibujos, con la esperanza de que mi ave favorita me lo permitiera.

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