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Subir a un escenario. ¿Reto o amenaza?




Hablar, bailar, actuar o tocar un instrumento en público, provoca en la mayoría de las personas un estrés que en algunos momentos hace que se pase realmente mal en las horas o incluso en los días previos a la actuación.

Los nervios vienen provocados por la visión individual que tenemos de la situación, ya que subir a un escenario puede provocar en una persona una sensación de disfrute y en otra de mucho estrés. Sólo dependerá de cómo sean mis pensamientos en esos momentos.

Si mi intención es ir controlando poco a poco esos nervios y que me afecten lo menos posible, el primer paso será entender porqué aparecen.

Para que una situación nos produzca estrés, se tienen que dar dos condiciones.

Primera condición: Que haya una demanda y que nos juguemos algo en esa demanda. La demanda está clara, actuar en público. La gente viene a disfrutar y yo estoy encima del escenario para ofrecerle ese disfrute al público. Y...¿cuánto importante es para mi el hecho de actuar en público?. Esa importancia viene determinada por lo que yo creo que me juego en la actuación. Cuanto más me juegue, más posibilidad de aparición del estrés. El prestigio, mi autoestima como músico, que nos puedan contratar para otros bolos, que alguien invierta para que podamos grabar en un estudio profesional, etc., son aspectos que puedo pensar que nos jugamos y por tanto, le estaré dando mucha importancia a la actuación y si es así, el estrés aparecerá.

Segunda condición: Que yo crea tener o no los suficientes recursos para afrontar esa demanda. Cuantos más recursos tenga, más sensación de seguridad a la hora de subir a un escenario. En el músico los recursos fundamentales son dominio del instrumento y dominio del repertorio, es decir, calidad y cantidad de ensayo. Cuanto mejor lleve preparado el concierto, más seguro y menos nervioso estaré. Otros recursos importantes son la familiarización con el entorno en el que voy a actuar. En nuestro caso será por ejemplo conocer bien el escenario y mi situación dentro de él. Tener claro lo que quiero oír en la prueba de sonido, tener siempre las mismas referencias encima del escenario (por ejemplo el bajista siempre a mi lado derecho como en el ensayo), etc. Tener facilidad de palabra para dirigirse al público es otro recurso importante que me puede ayudar, tener una buena capacidad de concentración ante posibles imprevistos también. Por ejemplo si cometo un error, no alterarme y continuar tranquilamente centrado en la pieza que estoy tocando. En definitiva un largo etcétera y lo que está claro, es que cuantos más aspectos controle, más tranquilo iré a la actuación.

En función de lo importante que sea para mi y de los recursos que tenga para salir airoso de ella, percibiré la situación como un reto o como una amenaza.

Si para mi es muy importante esa actuación y considero que tengo pocos recursos para afrontarla, la interpretaré como una amenaza y lógicamente estaré muy nervioso. En cambio, aunque sea muy importante pero percibo que tengo suficientes recursos para afrontarla, iré mucho más seguro a la actuación y la interpretaré como un reto.

Un reto implicará que puedo sentirme algo nervioso, pero son nervios positivos que me tienen alerta y que me produce ganas de subir a tocar. La sensación que tengo es de impaciencia por demostrar a la gente lo que sé hacer. Esta interpretación me hará disfrutar con la actuación incluso en los momentos previos y probablemente, en cuanto me baje del escenario mi pensamiento será ¿cuándo es el próximo?.

En cambio, una amenaza me producirá una sensación de miedo, de intranquilidad, de preocupación por lo que tengo que hacer, incluso puedo llegar a pensar ¿quien me mandaría meterme en este berenjenal?.

Pues qué fácil ¿no?. Para quitarme los nervios tengo que ensayar mucho, estudiar más, tener siempre las mismas referencias en el escenario y estar siempre muy concentrado incluso ante un posible error en directo. En definitiva, ampliar cada día más mis recursos. ¿Ya está, eso es todo?. Pues si, de hecho lo que se conoce como tablas o experiencia es simplemente ampliar recursos y esto me va dando tranquilidad.

Puede ocurrir que piense que tengo muchos recursos para afrontar la actuación, pero para mi esa actuación es muy importante e igualmente la veo como una amenaza, porque me juego mucho, mucho y de verdad. Si lo veo así, lógicamente estaré muy nervioso. Esta interpretación puede ocurrir por dos motivos.

En primer lugar porque la valoración que hago de lo que me juego en esa actuación sea errónea. Pienso que me juego muchísimo y realmente no me juego tanto. ¿Creéis que realmente en una actuación os jugáis vuestra imagen o valía como músicos?, ¿en una sola actuación?. Sinceramente no, si sale mal no nos debe gustar, pero de ahí a perder mi valía como músico va un mundo.

En segundo lugar, puede ser que mis pensamientos estén dirigidos erróneamente. Puede ser que me juegue mucho, pero seguramente esa visión de amenaza aumenta si mis pensamientos están más enfocados a lo que puedo perder si sale mal, en vez de lo que puedo ganar si sale bien. Si soy capaz de analizar lo que pienso en esos momentos, me daré cuenta que mis pensamientos me están jugando una mala pasada y en mi cabeza sólo pasa el “si sale mal....”, en vez de “si sale bien....”. Si estoy más preocupado por las consecuencias negativas en vez de las consecuencias positivas, mi visión de la situación será de mucha amenaza.

En definitiva, en ambos casos entra en juego el tipo de personalidad y la forma que tenemos cada individuo de pensar y de ver las cosas. Cambiar la forma de pensar es un trabajo complicado pero posible, aunque para poder cambiar, lo primero que hay que hacer es darse cuenta qué tipo de pensamiento tenemos en los momentos críticos.

Todas estas interpretaciones o formas de ver la actuación son muy personales y no tan fáciles de cambiar como el hecho de aumentar los recursos de cara a una actuación. De todas formas poco a poco podemos entrenarnos para mejorar nuestra forma de afrontarlas y subirnos al escenario a disfrutar, en vez de subirnos para no fallar. Como entenderéis esto es un trabajo personal de cada uno, pero no os preocupéis, en próximos artículos iremos hablando de ello y dando alguna pauta para que quien lo crea necesario, pueda cambiar su forma de pensar al respecto.

¿Y tú?, ¿cómo interpretas la situación de subir a un escenario, como un reto o como una amenaza?. ¿Dónde crees que fallas, en la importancia que le das a la actuación o en los recursos que tienes?.

Pronto hablaremos de cómo empezar a solucionar los posibles déficit. De todas formas, lo más importante es ser consciente de mi funcionamiento y saber si subir a un escenario para mi es un reto o una amenaza y como pienso en los momentos críticos. Simplemente ser consciente de dónde puedo mejorar, me hace cambiar casi sin darme cuenta y me puede ayudar a controlar mejor los nervios.

Por PsicoEscénico.

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