Sintetizadores

Moog y el artista Yuri Suzuki crean el "sinte modular global", con sonidos de 40 países diferentes

La creación sonora del mundo de hoy finalmente parece abrirse a la riqueza acústica más allá de las fatídicas distinciones entre lo tradicional y lo contemporáneo o aquello basado en la experimentación y lo proveniente de un canon o lenguaje específico. Esto es quizás motivado por el mundo hiper-conectado y nuestra constante retroalimentación de procesos, que inevitablemente se condensan en la posibilidad de fusionar todo tipo de perspectivas, prácticas y acontecimientos sonoros.

Situado en este paradigma global, el diseñador, teórico y artista sonoro Yuri Suzuki se propuso trazar un mapa donde pudiera condensar esta diversidad sonora pero de una forma que no se limitara a la mera confluencia aural, para ahondar en procesos de interacción, combinación y manipulación tecnológica. Para ello emprendió, con la colaboración de Moog, crear lo que llamaron el Global Synthesiser Project del cual surgió una instalación sonora interactiva llamada Global Modular Synth.

Se trata de un sintetizador modular acoplado en la pared simulando la estructura de un mapamundi, incluyendo diversos módulos, en su mayoría Moog –algunos de hecho muy recientes como Geodesic Sampler o Geospatial Reverb– aunque también se dejan ver de otras marcas como un generador de envolvente o un filtro multibanda espectral de 4ms o el módulo Clouds de Mutable Instruments. En total se hallan treinta samplers, diez reverbs, cinco secuenciadores y cuatro módulos de síntesis, todos distribuidos en diferentes países o continentes.

La distribución no es aleatoria, ni mucho menos; se trata precisamente de una forma de integrar no solo los módulos en una estructura de mapa, sino de incluir dentro de los mismos, características de la “identidad sonora” de los lugares en cuestión, pudiendo, por ejemplo, “samplear un motor de bus de Londres y combinarlo con la acústica de la cueva de otro lugar”, como comenta Suzuki. Dichos sonidos fueron reunidos de 40 lugares diferentes repartidos en los cinco continentes a partir de un archivo de más de 500 sonidos recibidos en su convocatoria.

La idea central es que el sinte funcione como instalación, tal como lo hizo en su debut en el pasado Moogfest en mayo de este año. De esta forma no se plantea como un elemento estático con sonidos meramente predefinidos, sino que invita a la interacción del público y a la interconexión de módulos de tantas formas como sea posible. Esto se logra mediante un botón central de selección de sonidos en puntos cardinales del mapa desde donde se acuerda la locación de los sonidos a tratar. Posteriormente el flujo de la señal puede ser combinado y manipulado de múltiples formas, integrando así diversos procesos sonoros de nuestros tiempos, desde algoritmos hasta voltajes, pasando por grabación y procesamiento en tiempo real de paisajes sonoros o sonidos sintéticos.

El software central, la mayoría del hardware y el rack que soporta los módulos estuvo de la mano de la gente de Moog, quienes se han planteado junto con Suzuki, llevar el instrumento a otros lados del mundo, inicialmente a museos en Londres, Nueva York y Japón, con la idea de hacer una especie de tour global con este inter-cultural sintetizador.

Vía Wired

Miguel Isaza
EL AUTOR

Miguel es un investigador que relaciona la filosofía, el arte, el diseño y la tecnología del sonido. Vive en Medellín (Colombia) y es fundador de varios proyectos relacionados con lo sonoro, como Éter Lab, Sonic Field y Designing Sound.

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