DJ

Nadie me contrata, ¿qué he hecho mal?

El siguiente texto está extraído del capítulo "Nadie me contrata. ¿Qué he hecho mal?" del libro "Mamá, quiero ser DJ", escrito por Eme DJ con la colaboración de Juanje López y editado recientemente por Léeme Libros. El texto se mueve entre lo autobiográfico y el manual de cabecera para DJs principiantes que necesiten el punto de vista cultural, moral y técnico de alguien que se ha movido en todo tipo de entornos profesionales. Además, el libro cuenta en casi todos sus capítulos con las colaboraciones de numerosos DJs profesionales, periodistas y especialistas en tecnología musical que han aportado experiencias personales y puntos de vista alternativos.

Hay algo que nunca debes olvidar: detrás de la fiesta, la alegría, las fotos en los camerinos y demás parafernalia hay mucho esfuerzo y sacrificio. El mundo de la música es muy duro y sólo unos pocos llegan a lo más alto. Otros se quedan a las puertas del éxito, aunque pueden vivir de la música. Y después se encuentra el resto de mortales apasionados por los instrumentos musicales y las mesas de mezclas que tienen suerte si pueden pagar un alquiler.

Debes tener bien claro que, si la vida de un músico es más dura de lo que la gente cree (la mayoría sólo ve lo que sucede sobre el escenario), los inicios son aún más difíciles. Este esfuerzo invertido sin ver resultados no tiene por qué ser señal de que no vales para la música. Quizá has errado al plantearte tus metas y quizá, ahora que ya sabes pinchar, es momento de volver a afinar los objetivos que te marcaste al principio. Sé realista y sincero contigo mismo. Canaliza los esfuerzos hacia un fin real. No desesperes nunca, ni dejes de intentarlo si realmente sientes que los bombos y los platillos y las sonrisas del público son todo lo que necesitas en la vida. Tarde o temprano, la oportunidad aparecerá. Todos esos grandes nombre de la industria musical han sufrido para llegar a lo alto. Todos. Tú no vas a ser menos. Así que sigue luchando, sigue practicando, sigue amando la música.

Una buena muestra de ese amor que profesas por la música se encuentra en las sesiones. Cuida la selección musical. Investiga las raíces del estilo que has elegido. Escucha a los grandes nombres que abrieron el camino, analiza sus canciones, los grandes éxitos que marcaron a toda una generación que no es la tuya. Incorpora esos temas a tu sesión, con cuidado, sin avasallar. La idea es dotar a tus actuaciones de una personalidad propia y una cultura musical coherente. Incluso puedes adaptar esos clásicos a tu estilo. En mi caso, hay un tema antiguo que define a la perfección mi estilo a la hora de pinchar y que siempre intento encajar en mis sets. Se trata del “I want your soul” de Armand Van Helden, un clásico que tiene la suficiente energía y emotividad que busco en un set de electrónico, además de no sonar desfasado incluso en la época actual.

Eme DJ

Hoy día, con un ordenador (e Internet cargado de tutoriales) se pueden hacer muchas cosas. No hace falta que seas un productor de renombre ni un fanático de la informática para adaptar un tema a tu estilo. Puedes cortarlo y pegarlo para crear una nueva estructura que se adapte mejor a tu forma de trabajar. Puedes añadirle una base sencilla que haga que ese sonido característico de décadas atrás suene más actual. Y todo esto lo puedes aprender en pocos minutos gracias a la Red. Haz pruebas, y cuando el sonido que consigas sea bueno, graba el resultado y utilízalo. Conseguirás sesiones más dinámicas, sorprendentes, cargadas de cultura y pasión. Y únicas, pues sólo tú pondrás ese tema que has editado.

Hay más modos de introducirse en la industria del ocio. Si eres emprendedor, pudes montar tu propia fiesta en un local. Diseña bien el evento, ata todos los cabos y preséntalo a las salas de tu ciudad (salas de aforo similar al de la gente que piensas mover; no quieres que tu fiesta se celebre en un local vacío). Para ello, debes crear un dossier de presentación que sintetice el concepto de la fiesta y, lo más importante, los números sobre los que trabajas. El encargado o dueño de un local querrá saber cuanta gente piensas meter, a cuánto vas a cobrar la entrada (si la hay), el estilo de música, los artistas que van a ir, si hay costes de producción, etcétera. Todos estos puntos se afinarán entre el empresario y el promotor (o sea, tú) una vez que el primero acceda a acoger al segundo, pero llevar números ya trabajados es una buena manera de mostrar profesionalidad y una buena forma de ganarte la confianza y la complicidad de quién puede ser tu anfitrión. En esa fiesta, en tu fiesta, podrás pinchar junto a artistas invitados (grupos locales que toquen en directo antes de la sesión, otros disc-jockeys con más o menos nombre pero que sepas que van a traer a gente, etcétera). De este modo te asegurarás cierto éxito y público para tu sesión. Ésta es una buena manera de ganar dinero mientras te pruebas con fuego real al tiempo que vas haciéndote un nombre. Y lo más importante: nunca sabes quién te puede escuchar. Quizá entre el público esté el dueño de otra sala o el promotor de otra fiesta y le guste lo que haces.

Chuckie Rider

Si eliges organizar tu propia fiesta hay algo que debes conocer y que, como artista, también te encontrarás a lo largo de tu carrera musical. Como disc-jockeys, cuando cerramos una actuación en un evento, sala o festival, antes de la fecha de la actuación tenemos que enviar a la persona encargada de la producción (dueño del local, promotor, técnico de la sala, etcétera) dos documentos llamados rider. Uno de ellos es el rider técnico, y en él enumeramos el equipo que necesitamos para realizar correctamente nuestra sesión y las preferencias en cuanto a marcas y configuración. El otro es el rider de hospitalidad, donde se enumeran todos los aspectos referentes a alojamientos, desplazamiento, camerino, backstage, etcétera. En el rider técnico, por ejemplo, si sólo necesitas una mesa de mezclas porque pinchas con tu ordenador, debes especificar la mesa que sueles utilizar en tus actuaciones incluyendo marca y modelo. Si necesitas dos platos, debes mencionar el modelo que prefieres y las agujas (aunque cada DJ lleva siempre sus propias agujas, por si acaso). Es importante que en el rider técnico no te olvides de mencionar que necesitas dos monitores con manejo de volumen independiente. Generalmente, cualquier local suele disponer de ellos, pero siempre te puedes encontrar sorpresas y mencionarlo en el rider técnico te evita futuros problemas. En realidad, el límite de equipo que puedes pedir en el rider técnico depende de tu caché, tu reconocimiento como artista y el evento al que vayas a asistir, aunque eso implica que debes ser consciente de quién eres, a dónde vas y qué necesitas. Anota en el rider técnico sólo lo que necesites y algo más de apoyo, por si a la hora de la actuación falla algún elemento del equipo.

En el rider de hospitalidad puedes pedir ciertas cosas básicas como una habitación con cama doble, que haya wifi en el hotel o incluso negociar la cena o los asientos del transporte (para poder elegir viajar en preferente o en turista). Para el camerino, especifica que bebidas quieres, la cantidad, si quieres algo de comer y un largo etcétera que, en muchos casos (especialmente en el caso de los artistas más divos) puede llegar a resultar hasta cómico. Cuando veas a Steve Aoki con botellas de champán, tartas o una colchoneta hinchable, no olvides que todo eso lo ha pedido en el rider de hospitalidad.

Rider Aoki

“Qué flipados y qué excéntricos son los famosos”, debes pensar, y en parte tienes razón. Pero hay otro motivo para que algunos riders de hospitalidad sean tan surrealistas: la cancelación. Pongamos un ejemplo: un manager tiene una fecha libre para uno de sus artistas. Recibe una llamada para cerrar un bolo en condiciones no muy ventajosas o en un sitio no muy reconocido. No está seguro de cerrar ese bolo, pero tampoco quiere que ese día se quede en blanco; menos dinero para él y para el artista. Así pues, cierra la fecha, pero en el rider de hospitalidad pide un elefante azul con rayas rosas. ¿Por qué lo hace? Porque si antes de la fecha recibe una oferta para su artista por más caché o en un sitio más interesante, podrá llamar al primer evento y decir: “¿Habéis conseguido el elefante azul a rayas rosas? ¿No? Pues incumplimiento de contrato. Se cancela la actuación”. Tras esto, legalmente él no habrá incumplido nada y podrá llevar a su artista a ese bolo más atractivo. Y es que en la música, como en cualquier negocio, hay que saber buscar los puntos débiles de los acuerdos y ponerlos al servicio de uno mismo.

Volviendo al tema principal del capítulo, también es posible que el problema de que no te contraten resida en el planteamiento y desarrollo de tu sesión. He reunido un puñado de consejos que te pueden ayudar a la hora de descubrir qué puede estar fallando. No sólo escoger música es importante.

Antes de la sesión

- Escucha bien los temas que tengas en tu maleta. Apréndetelos. No te dediques a acumular música que no vas a poner o que no conocer. Tu maleta es tu santuario musical. Mantenlo limpio y ordenado.

- Mantén un nivel de vida saludable. Esto puede parecer innecesario, pero a la hora de afrontar cualquier trabajo creativo (y el de la música lo es) necesitas tener la mente despierta, el estómago ligero y el sueño controlado. La pesadez o el cansancio se transmiten a la pista de baile y, si eso ocurre, el músico está condenado.

- Conoce bien el entorno de trabajo. Si es posible, ve a la sala antes de que abran para hacer una prueba de sonido, comprobar el equipo y familiarizarte con tu espacio de trabajo. Busca información del local en Internet. Podrás comprobar qué tipo de gente va y afinar así el estilo musical. Habla con amigos o compañeros de profesión que hayan trabajado allí (o hayan ido a tomar algo) para comprobar qué ambiente suele haber, el volumen, qué tipo de música suelen poner, etcétera.

- Ve al local con mucho margen de tiempo (al margen de la comprobación de equipo). Podrás hablar con el encargado/dueño y los empleados y te familiarizarás con el bar, soltarás los nervios. Podrás preguntar al personal su opinión respecto al ambiente y la música, a qué hora suele llegar el grueso del público. Verás cómo va entrando la gente, la música que se pone, cómo responde el público a ella. Todo esto te quitará presión cuando llegue el momento de actuar.

- Date una vuelta por la pista, aprende cómo suena la sala. Cuando estés trabajando, el sonido que recibirás no será el mismo que el que recibe el público. Quizá en la cabina suena muy grave, pero en la pista no. Ten en cuenta el sonido real para no hacer correcciones erróneas.

Durante la sesión

- Comienza fijándote en el público que tienes delante. Puedes aprender mucho de sus gustos por la ropa que llevan, por cómo se comportan, si son mayoría chicos, si hay más chicas, parejas, etcétera. En mi caso, suelo fijarme en un grupo que me llame la atención, que intuya que son de los míos. Entonces pincho para ellos. Nos comunicamos a través de la música y ellos lo notan. Si haces esto, en seguida comprobarás como el resto de la sala quiere formar parte de ese diálogo. La finalidad es que todo el mundo hable el mismo lenguaje. No creo que exista mejor sensación.

- Controla el volumen de los monitores. No los pongas a un volumen excesivo, pues dañarás tus oídos y perderás la referencia del sonido real. Quítalos cuando no los estés utilizando. Estás pinchando para la pista, no para la cabina. Que el volumen de los monitores sea el justo para neutralizar el retardo que puedas tener respecto al sonido de la pista. Si no lo haces así, creerás que lo que oyes en tu puesto de trabajo es lo que oye tu público, y eso lleva a malas ecualizaciones y volúmenes fuera de rango (tanto por alto como por bajo).

- Mira la pista. Lee a la gente. Procura pasar el menor tiempo posible mirando a los equiposo que utilices. Estás trabajando para que el público asistente se lo pase bien. No dejes de vigilar que así sea.

- La música que pones tiene que salir de dentro. No vale que pinches un estilo que creas que te va a reportar más beneficios. Si tú no disfrutas pinchando, el público no disfruta de tu música. En la noche existe una comunicación entre el artista y las personas que han ido a verle. Comunica siempre soltura y alegría.

- Prepara la sesión, pero no te aferres a ella. Si eliges qué canciones vas a poner y en qué orden, es posible que en tu cabeza la noche sea un éxito seguro, con la gente bailando y saltando sin parar, pero la realidad es que el público va cambiando durante la sesión, se renueva y los estados de ánimo no son los mismos. Se consciente de ese fluir de ánimos y acompásate con ellos.

- Prepara grandes temas para abrir y cerrar la sesión. Suelen ser, estos dos puntos, los momentos que más recuerda el público que baila tu sesión. Cuídalos bien. Y prepara una sorpresa para mitad/final del tiempo que pinches (un tema antiguo, una versión desconocida de un tema famoso, etcétera); será otro momento a recordar.

- Empieza pinchando los temas más conocidos (no todos, claro). Asegurarás las mezclas y sabrás que van a funcionar. De este modo, te ganarás al público desde el primer momento. Después podrás arriesgar con temas menos populares.

- Si coincides con otros artistas a los que admiras, o sabes que hay alguien importante entre el público, olvídate de ellos, no trates de impresionarles. Ellos no te pagarán el sueldo. Las ganancias y el reconocimiento te vendrán al saber divertir a todo el mundo por igual.

- Pásatelo bien, pero controla las sustancias nocivas. Presentarte ante el público en estado de embriaguez o drogado es una falta de respeto. Puedes creer que lo estás haciendo genial, pero tus capacidades dismiuirán, las mezclas no serán buenas y la elección de temas irá acorde a tu estado de ánimo, y no al estado de la pista. Y eso es un error de proporciones bíblicas.

Después de la sesión

- Graba la sesión o apunta las canciones que has puesto. Viendo la reacción del público, podrás analizar en tu casa qué ha funcionado y qué no. Podrás hacer cambios para el futuro y, además, tener una referencia para nuevas sesiones en ese local o en salas parecidas.

- Asume los errores que has cometido. Justificar las meteduras de pata no sirve más que para engañarse a uno mismo. La única manera de mejorar consiste en asumir y arreglar los fallos de cualquier índole (y esto vale para cualquier aspecto de la vida).

- Acepta las críticas. Unas serán coherentes, otras hirientes, pero acéptalas. Ya tendrás tiempo de analizarlas y valorar si son correctas o no.

También es posible que el motivo de que el público no disfrute en una pista de baile esté fuera del control del músico. Si la gente no ha ido a bailar al sitio donde estás pinchando poco importará lo mucho que te esfuerces. Hay que ser consciente del entorno en el que vas a trabajar para saber qué tipo de música debes poner. Quizá estés en un bar de copas y lo único que quieren los parroquianos es música de fondo mientras hablan con sus amigos. En esos casos, un movimiento de pie o una cabeza que sigue el ritmo es señal de éxito. Si intentas hacerles cambiar de planes puedes acabar en una línea musical que no agrade ni al público ni al dueño del local, sin mencionar el agobio que sufrirás al creer que no están bailando por tu culpa.

Si el local y la clientela reúnen las condiciones, el fallo está en la música. Aquí, tienes que tener la versatilidad de la que hablamos anteriormente para adaptar tu sesión al público. Por mucho que prepares un bolo en tu casa, es la pista de baile la que manda, no tu idea preconcebida de lo que será la noche. Para solucionar esto, pincha canciones conocidas por todos. Si el público no baila por una música desacertada, algunos se irán, pero otros vendrán a pedirte cambios. No les cierres la puerta. Estás trabajando para ellos, para que se lo pasen bien y quieran repetir otra noche con tu música. Para ello, debes escucharles, porque quizá la lectura que has hecho no es correcta. Entre las peticiones y tu amplia maleta musical, busca el estilo que más se acerque a los gustos del público de esa noche. Prueba canciones que no tenías pensado poner, analiza las reacciones, afina la selección musical. Para eso te pagan. Y no te pongas nervioso. Siempre tendrás que variar las sesiones en función del público. Si estás ahí, en la cabina, es porque te lo has ganado. Y si te lo has ganado, es porque vales. No dejes que te venza la tensión ni comiences a sudar. Respira hondo y tranquilízate, ve cambiando la música y, al final, encontrarás el estilo adecuado. Un disc-jockey siempre se adapta al público, y no al revés, y esto es tan importante que quizá quieras tatuártelo en el cuerpo.

Sobre la autora: Eme DJ (Marta Fierro) es seleccionadora musical. En su carrera ha evolucionado desde el rock, el pop y el indie hasta el nu disco y la electrónica. Su música ha sonado en infinidad de cabinas tanto de España como del extranjero, y su nombre se puede ver año tras año en los carteles de los principales festivales de música como FIB, SOS 4.8, Sónar, Arenal Sound, Sonorama y un largo etcétera. Además desarrolla su alma artística con remezclas para bandas nacionales y extranjeras, más producciones propias como "Giant" o "Swim". Su libro "Mamá, quiero ser DJ" está a la venta desde hace poco por 19,90€ y puede adquirirse en este enlace. El 1% de las ventas se destina a la Asociación Síndrome Phelan-McDermid.

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