Audiovisual

The Foley Artist, diseñando el sonido de la vida cotidiana

Ya hemos hablado acerca del foley, muy precisamente de por qué es realmente un arte vivo que implica entrelazar disciplina, actuación, capacidad con el manejo de objetos físicos y, ante todo, una alta creatividad y dedicación a los sonidos en términos de su construcción y escucha, siempre buscando una interacción única con los objetos del mundo que permita obtener nuevas experiencias sonoras y conexiones que puedan servir para darle vida a diversas realidades de una obra audiovisual, yendo desde el guión mismo hasta los sucesos visuales.

Aunque el foley suele ser un arte invisible y "presente" en el contrato audiovisual únicamente de una forma camuflada y casi subliminal, hemos visto también vídeos dedicados especialmente a reflejar la belleza y dedicación de su proceso, como el vídeo Mr. Foley. Ahora encontramos otro que va por la misma línea y logra, con tintes de comedia y drama, expresar la magia detrás del foley. Vamos a él:

El cortometraje en cuestión es una pieza dirigida por Oliver Holms y creada para una muestra de moda. Fue galardonada en varias categorías en el Fashion Film Festival 2015, y no faltaba menos, dado que es una pieza completamente genial, donde se reflejan no solo asuntos de la sonificación y el foley como tales, sino también de la relación de los sonidos y objetos que existen en la cotidianidad tanto en términos de la vigilia de lo real como de la ensoñación de lo imaginario.

En el vídeo se evidencia esta ambigüedad del denominado sonido acusmático o sonido-en-sí-mismo el cual, al no ser ubicado según causas visuales o materiales, permite ser replanteado en otros términos, jugando un poco con la imaginación de quien escucha y ve —de quien experimenta el proceso audiovisual—, logrando desde allí encontrar relaciones insospechadas como el sonido obtenido de spaghetti y utilizado para movimientos del cabello, abanicos que generan sonidos para recrear movimientos de prendas de ropa, o las burbujas de una malteada que sirven para establecer sonidos de una máquina hirviendo el agua.

El corto, aunque juega también con la exageración y lo cómico del proceso tras los sonidos de sala, logra exponer muy bellamente todo aquello que le puede suceder al artista foley y toda la actuación y recursos implicados en su labor en términos tanto prácticos como poéticos, salvo que estos aspectos no suelen estar presentes como tal en la obra y en este caso se vuelven protagónicos.

Por otro lado es un claro llamado que el vídeo —intencionalmente o no— logra dar con respecto al hecho de brindar más atención a los sonidos de la cotidianidad, dado que muchos de los objetos, eventos y lugares que experimentamos día a día, son imaginariamente nuevos universos sonoros; lo que vemos como una cosa, podría desde el sonido ser interpretada como otra. Hay un poder en la imaginación de mundos posibles en el sonido, que es propio de su dimensión, propio de la escucha, la cual no solo consiste en percibir sonidos, sino en darles realidad múltiple, construirlos en la mente, y por ende, llevarlos a cualquier contexto imaginable.

Otro asunto interesante también es que muchas veces el artista foley no utiliza objetos que en su sonoridad están distanciados absolutamente de lo que tangible, visual o narrativamente se ofrece. Por lo general es un asunto de fidelidad, por tanto, a menudo es más práctico utilizar objetos iguales o básicamente los mismos a los que se ven, tocan y muestran en la película, como en este caso el reloj despertador, los zapatos y superficie donde se camina o incluso algunos ejemplos más peculiares como el pato que sirve para el sonido de un mensaje en el móvil o el hecho de pintar un clavo para "recrear" el sonido prácticamente inaudible de una uña siendo también pintada.

En pocas palabras, podemos decir que The Foley Artist logra, de una forma única y particularmente bella desde el punto de vista estético y narrativo, una conexión que aunque se plantea inicialmente entre la moda y el sonido, logra reflejar una amplia galería de formas y enlaces del proceso mismo de diseñar sonido para la realidad, o aún más allá: de cómo la realidad misma ya nos ofrece un diseño sonoro. Se manifiesta así claramente algo que ya hemos tratado: crear sonido para una realidad o experiencia audiovisual es ante todo, atención y escucha a la experiencia o realidad que ya suena, esi decir, la vida misma.

Miguel Isaza
EL AUTOR

Miguel es un investigador que relaciona la filosofía, el arte, el diseño y la tecnología del sonido. Vive en Medellín (Colombia) y es fundador de varios proyectos relacionados con lo sonoro, como Éter Lab, Sonic Field y Designing Sound.

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