Cómo conservar bien tus guitarras

28/01/2002 por Antonio Escobar

Humedad y sequedad

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Los mayores peligros son la humedad o sequedad extremas y, sobre todo, el paso brusco de un ambiente húmedo a otro muy seco; la evaporación rápida de la humedad puede ocasionar rajas, por muy curada que esté la madera.

Cualquier tipo de calefacción crea un ambiente en extremo seco, lo que se puede contrarrestar colocando cerca del instrumento un pequeño recipiente con agua, cuya evaporación impida esta sequedad.

Uno de los peligros de la humedad excesiva es que pueda reblandecer y estropear las colas, causando despegaduras.

Hay que tener en cuenta que toda madera es un material higroscópico (que adquiere o expele humedad fácilmente, según sea húmedo o seco el ambiente que la rodea). Lo recomendable es mantener el instrumento entre el 50 y 60 % de humedad relativa del aire, lo que se puede comprobar por medio de un higrómetro bien regulado; de esta forma permanecerá inalterable.

Por debajo del 50 % hay peligro de rajaduras, endurecimiento de la pulsación, y pueden sobresalir las puntas de los trastes. Por encima del 60 % hay pérdida de sonido, riesgos de despegaduras y reducción de la pulsación adecuada, produciendo ceceos.

La pulsación recomendable para una guitarra clásica de concierto es de 4 y1/2 mm para la 6ª cuerda y 3 mm para la 1ª, tomando esta medida entre el lomo del 12 traste y la parte inferior de la cuerda, estando la guitarra afinada. La excesiva humedad reduce estas distancias y la sequedad las aumenta.

No deben colgarse en las paredes, porque éstas suelen acumular humedad.

Reparando y conservando

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Una raja no tiene importancia si se recurre pronto a un buen reparador de instrumentos, y si ésta se produce en la tapa y cerca del puente, es aconsejable aflojar enseguida las cuerdas.

En caso de que el barniz se deteriore, es siempre preferible barnizar encima del barniz viejo; solamente en casos extremos se puede raspar o acuchillar para barnizar de nuevo, y en este caso por manos de gran experiencia en instrumentos.

Para limpiar manchas sobre el barniz, basta frotarlas con un trapo ligeramente húmedo en agua.

Cuando por efecto del calor sobresalgan los trastes por el borde del diapasón, con peligro de que se levante alguno al poderse enganchar, es necesario limar estas partes salientes, siempre en la misma dirección en que estén clavadas, lo que se puede hacer fácilmente con una lima fina. Es aconsejable que esta operación la realice un entendido.

Las cuerdas

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Es conveniente mantener las guitarras afinadas siempre al mismo tono y, en caso de cambiar las cuerdas, no quitar las viejas de una vez, sino cambiar una, afinarla con las demás, y así proceder de una en una con las restantes; esto tiene por objeto que el puente y la tapa no pierdan ni por un momento la tensión a que están acostumbrados, lo que produciría una disminución en el sonido que tardaría algún tiempo en recuperar.

En las encordaduras de nylon, las cuartas, quintas y sextas, entorchadas, pueden perder gran parte de su sonoridad a causa del sudor de las manos, lo que desmerece mucho el sonido de una buena guitarra. Cuando esto ocurre, se les puede devolver su primitiva sonoridad aflojándolas completamente y volviendo de nuevo a tensarlas y si esto no es suficiente, se les puede lavar con jabón, cuidando de no frotarlas para que no se afloje el entorchado, y no volviéndolas a colocar en la guitarra hasta que estén bien secas.

Cuando las cuerdas cecean al pulsarlas al aire, es debido a que las ranuras del hueso de cabeza se han ahongado por desgaste; esto se corrige fácilmente colocando debajo de esta cejilla una tira de cartulina delgada o papel algo grueso, que generalmente basta para compensar la pérdida de altura sobre el primer traste.

Guardando y viajando

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Para envolver la guitarra dentro del estuche, con alguna tela, lo mejor es emplear seda natural; también puede valer una lana fina, aunque no es tan recomendable.

En los viajes por avión, si el instrumento ha de ir en la cabina de equipajes, es necesario aflojar completamente las cuerdas.