Sintetizadores

Akai Rhythm Wolf: el lobo llega a la ciudad

12/11/2014 por Pablo Fernández-Cid Actualizado el 13/11/2014

En breve

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Con un precio en torno a los 200 €, la promesa de una caja de ritmos más bajo analógica ha mantenido muchas carteras cerradas a la espera de ver los colmillos del lobo, desde que se anunciara por Akai en la Mussikmesse de marzo. Es ahora cuando comienza su comercialización. Un producto que necesariamente debe valorarse en el contexto de su precio y de los estilos a los que va dirigido, pero con una reunión de características que ofrece una combinación única, en la que destacan unos pads amplios y la presencia de MIDI Out.

Bombo, caja, percusión, hi-hat (dual: abierto/cerrado) y un canal para bajo sintético son las 5 voces generadas analógicamente y editables en varios parámetros esenciales con pots dedicados. Con ellas podemos crear 16 patrones de hasta 32 pasos cada uno, programables en vivo desde los 6 pads de gran tamaño o paso a paso desde la botonera inferior.

Swing, tap tempo, mute/solo de pistas, y un elemento de distorsión para ensuciar/embrutecer el sonido (llamado aquí aullido o ‘howl’), completan los argumentos de Akai para convencernos de alojar un lobo en casa. Sus límites son fáciles de valorar y apreciar conociendo sus funciones.

Los sonidos, uno a uno

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Comentaremos y escucharemos ahora los sonidos uno a uno. En todos ellos hay un juego de controles para modificarlos que, aunque palidece frente a la versatilidad de máquinas de mayor (mucho mayor) precio, está a años luz de la rigidez de tantísimas cajas analógicas originales. La flexibilidad de poder ajustar la duración, la afinación y otros varios parámetros en cada uno de los sonidos desde controles dedicados es muy bienvenida, para acomodar los timbres a cada canción. Se echa en falta la posibilidad de controlar vía MIDI esos parámetros para poder automatizar los cambios, pero estamos ante una caja analógica sin intervención digital en el control de los sonidos (sólo en su disparo desde los patrones).

Internamente existen 5 generadores de sonido analógicos para cubrir 4 elementos de batería/percusión más bajo sintético, este último lógicamente con capacidad de generar diferentes notas (desde un teclado externo o usando la botonera de 16 pulsadores que incluye). Es interesante aplicar algún procesador: algo de compresión, ecualización, algún delay a tempo o ajustado en modo peine/flanger, etc. son elementos que siempre ayudan a obtener un sonido más acabado a partir de lo ofrecido por la pura síntesis analógica.

La primera hilera de potenciómetros de control en los 5 canales está dedicada al volumen, pudiendo así regular con facilidad la mezcla. Hay además opciones de mute/solo de los canales y muy fáciles de ajustar: tras pulsar el botón ‘mute’ los pads se aplican para silenciar canales; ‘shift+mute’ hace que controlen la función ‘solo’.

El bombo se basa en una clásica combinación de un transitorio o ‘clic’ inicial (de nivel ajustable con el control ‘Attack’) más el cuerpo vibrante, resuelto con una oscilación que se amortigua y en la que puede ajustarse tanto la duración (‘Decay’) como la afinación (‘Tune’).

La caja combina una oscilación con afinación y duración ajustable, para recordar la sonoridad de la vibración de los parches, más un ruido de nivel ajustable que es la representación analógica más tradicional de los muelles de la caja.

Un sonido de percusión general ocupa el tercer canal, basado en dos elementos oscilantes independientes (hay afinación separada ‘high tune’ y ‘low tune’ con un recorrido amplio que permite recrear cowbells, claves, etc.) a los que se puede añadir una componente de ruido (‘Noise mix’). Eso sí, hay hueco sólo para un único sonido de este tipo (no podemos alternar dentro de un patrón entre dos afinaciones de cowbell, por ejemplo).

El charles o hi-hat usa un solo canal de generación de sonido pero con dos pads, para poder disponer alternativamente de las versiones cerrada y abierta necesarias en este instrumento. El juego de controles es único para las dos variantes y además del volumen cuenta con ‘Tune’ para establecer el color tímbrico del hat, que sólo permite leves diferencias entre los extremos.Un único control de ‘Decay’ ajusta la duración de las dos versiones 'open' y 'closed', que en valores bajos son extremadamente fugaces, pero que en la mayor parte de su recorrido permite establecer un contraste claro y suficiente. Se pueden llegar a ajustar duraciones extensas que superponen los sucesivos pasos dentro del patrón.

El bajo sintético es el sonido que cuenta con más controles. Se basa en un único oscilador, con onda ajustable cuadrada o diente de sierra, un filtro y un generador de envolvente de tipo ‘Decay’ (no hay un ADSR completo sino una envolvente de tipo rampa decreciente única). El filtro ofrece pots de frecuencia de corte y de resonancia, aunque es de poca selectividad (12dB/oct) y por tanto un filtro ‘suave’. Su resonancia no llega a los extremos de la autooscilación. Además de la afinación y el volumen, se puede ajustar la duración de la envolvente (‘Decay’) e independientemente el grado con el que esta envolvente afectará a la frecuencia de corte del filtro (‘Env Amount’) para concentrar el brillo en el ataque. El grabador de patrones en Wolf permite ligar (‘Tie’) dos o más pasos del canal de bajo, de forma que se modifique la nota producida pero sin redisparar la envolvente. No hay sin embargo opciones de glide (ni atención a mensajes bend u otros semejantes vía MIDI).

La calidad de cada uno de los sonidos ‘en bruto’ la podéis apreciar en este vídeo que he preparado. Ilustra también en su recta final el ‘howl’ o distorsión presente en Wolf, que en niveles bajos de actuación añade énfasis, pero rápidamente alcanza unas cotas muy marcadas, sólo admisibles en los estilos de corte más ruidoso/industrial/maquinal.

Patroneando

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A la hora de crear patrones Wolf ofrece 16 localizaciones, cada una de ellas con capacidad para albergar dos versiones A y B de un patrón de hasta 16 pasos (hay también posibilidad de definir los patrones de ‘fill’ o relleno para el paso de A a B y de B a A). Cuando se necesite puede forzarse la alternancia automática entre A y B, para así completar un patrón de 32 pasos. En el modo ‘patrón’ la hilera de botones permite acceso instantáneo para reclamar cualquiera de los 16 patrones registrados.

La grabación de patrones puede realizarse en modo paso a paso (se selecciona con shift + rec step) o bien tocando (shift + rec perf). En el caso paso a paso, seleccionamos un instrumento con el pad correspondiente y podemos observar/ajustar desde la hilera de 16 pulsadores y leds inferior qué pasos harán sonar ese instrumento. Lo clásico en este tipo de máquinas. Es posible en grabación paso a paso programar matices de velocidad (fuerza de cada toque) con tres niveles. En la pista de bajo, para poder registrar las diferentes notas, la grabación es un poco más intrincada pero sencilla de acometer usando los 16 pads a modo de teclado musical.

En el modo de grabación en tiempo real, las notas introducidas se verán siempre ‘cuantizadas’ (corregidas en su tiempo a la posición del paso correspondiente). Es posible tocar los pads propios o desde un teclado externo, disfrutando en ese caso de todo el rango de velocidades MIDI. Podemos ir acumulando los distintos instrumentos y golpes en las sucesivas repeticiones del patrón mientras grabamos (grabación tipo ‘overdub’).

El tempo se controla con un potenciómetro o vía pulsador ‘tap’, y hay posibilidad de definir un factor de swing ajustable.

Construcción, controles y conexiones

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Se dispone de dos salidas (monofónicas): una para el bajo sintético y la otra para la combinación de los elementos de batería/percusión, lo que permite procesarlos de manera diferenciada con efectos externos. En todo caso, siendo un sistema analógico y a la vista de su circuitería, sería fácil extraer separadamente cada uno de los sonidos con algo de bricolaje / DIY.

El frontal es metálico, algo no habitual en equipos de esta gama en los que domina el plástico, pero los potenciómetros quedan en contraposición un tanto pobres. No es que sus capuchones sean incómodos, pero sí de sensación ‘barata’: no podemos pedir mucho más considerando el precio de venta. A cambio, en lo que sí brilla es en los pads: amplios, espaciados y con buen tacto, ya tradicionales en Akai. Resultan mucho más adecuados que las soluciones de menor superficie que montan tantos otros fabricantes. Los pads, y su posible uso para disparar otras fuentes externas vía MIDI permiten ampliar las ocasiones de uso: un juego de seis pads es a menudo más que suficiente para asistir en la programación ‘al vuelo’ de pistas de ritmo en cualquier sinte o DAW.

Se cuenta con MIDI In y otro conector configurable como Out o Thru. Adicionalmente dispone de USB MIDI para In y Out hacia un ordenador/host. La existencia de ‘Out’ tanto en MIDI DIN5P como en USB MIDI permite usar Wolf para controlar/secuenciar sintes externos, algo que otras unidades no ofrecen y que nuevamente amplia las formas de uso.

La sincronización del reloj puede ser interna o externa MIDI (clock, start, stop, continue, y vuelta a cero) ya sea por MIDI In en DIN 5 puntas o por USB MIDI. También existe sincro por Gate: conectores gate in y gate out para realizar sincronía del avance de los pasos a través de una señal pulsada, útil para enlazar con sistemas analógicos, modulares, etc. en lugar de la vía MIDI.

Conclusiones

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Las limitaciones de las cajas de ritmo analógicas básicas y sus acotados sonidos aparecen lógicamente en Wolf. Los controles de timbre en cada sonido, aunque admiten retocar el carácter, no permiten ir más allá de la paleta de timbres propia de las cinco voces/circuitos que incorpora y entre las que no se incluyen unas palmas que muchos añorarán, pero sí un bajo que otros tantos agradecerán. En todo caso, atendiendo al precio con el que se comercializa, estas objeciones se diluyen.

La presencia de MIDI Out, desconocida en otros productos competidores, permite aprovechar a Wolf para disparar otras fuentes MIDI externas, y la comodidad y tamaño de los pads los hace atractivos para la programación de ritmos, usando Wolf como controlador frente a otros generadores de sonido.

Válida como entrada al mundo de las cajas de ritmo analógicas, o como complemento analógico de bajo coste para quien ya tenga otro tipo de sistemas, sus cuatro sonidos de percusión (bombo, caja, charles y una única percusión metálica) dejan fuera toms, platos, o la gracia de dos percusiones afinadas diferentes, por lo que no puede pretenderse como reemplazo de una TR808. Tampoco se publicita como tal.

Quien necesite una mayor variedad de timbres puede mirar cajas de ritmo basadas en muestras, o, si ya cuenta con soluciones para la secuenciación, hacia cosas como el MPX16 de la propia Akai (un ‘lanza muestras’ con 16 pads que permite retoques de afinación, duración y otros en cada sonido). Los Volca de Korg son otro producto que viene a la cabeza, pero sus dimensiones son mucho más reducidas (hasta comprometer la usabilidad), y sólo asociando un Volca Beats y un Volca Bass tendríamos la reunion de ritmo y bajo que Wolf aporta en un único equipo.

Si el objetivo es completar con una sola compra asequible los varios usos a los que Rhythm Wolf quiere hacer frente, resulta ser un competidor que defiende su territorio, definido por su juego de cinco sonidos base, sus habilidades como secuenciador de patrones incluso hacia equipos externos, y sus seis pads.

[En cuanto tenga confirmación de Akai sobre la posibilidad o no de realizar volcados sysex para salvar/recuperar todos los patrones hacia un fichero os lo comentaré en el hilo de esta ‘review’. De momento el manual de implementación MIDI está anunciado pero aún no disponible. Por cierto, Akai ya ofrece el manual de usuario en castellano.]

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