Sonido en vivo

Probamos EAW ANNA, un sistema de sonido inteligente

06/03/2017 por R. Sendra

El pasado 1 de marzo tuve la oportunidad de tomar el pulso a uno de los sistemas más sorprendentes que he conocido hasta la fecha. Invitados por Zentralmedia y desplazados hasta la mastodóntica discoteca Fabrik en Fuenlabrada (Madrid), unos pocos invitados tomamos contacto no ya con un sistema de cajas acústicas que funcionan muy bien, sino con un concepto novedoso y único que, bajo mi parecer, terminará siendo un estándar a medio o largo plazo.

Echando la vista atrás

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En realidad, EAW (el fabricante e ideólogo de este sistema) hace ya años que vende su peculiar line-array ANYA (que definen simple pero acertadamente como ‘sistema de audio’, para nada line-array), cuyas prestaciones y opciones han sorprendido a la mayoría de ingenieros de sonido de todo el mundo. Hemos oído hablar de él al polifacético Dave Rat, y escuchado maravillas de otro gran ingeniero como Robert Scovill, que decidió utilizar el sistema ANYA para su gira con Tom Petty. Y aunque en España todavía no hemos visto ANYA en funcionamiento, como mínimo el pasado 1 de marzo tuvimos la oportunidad de probar y destrozar la última adición a este catálogo: las pequeñas aunque sin embargo sorprendentes ANNA, esta vez custodiadas por los únicos subs para toda la serie: los OTTO.

EAW (acrónimo de Eastern Acoustics Work) es una compañía con casi 40 años de historia, situada en Whitinsville, USA. Los más veteranos como yo reconocemos rápidamente la marca gracias a sus excelentes productos en una época donde el array no existía y sus sistemas estacados supusieron un avance acústico notable, gracias al control perfecto de la dispersión sobre todo en altas frecuencias. Sus series KF fueron una novedad en su momento. Pero, a grandes rasgos, EAW poco a poco pareció ir perdiendo peso en la industria, en el sector, a veces pensando que estaban al borde del cierre, abrumados por esa supuesta incapacidad que no les permitió seguir en la cabeza del grupo, dejándose perder tras la estela de otras marcas como L’Acoustics, Meyer o Adamson.

En mi caso, la última vez que escuché algo novedoso de EAW fue cuando instalaron un array de punto único en el Camp Nou del F. C. Barcelona y fue hace casi ¿una eternidad?. ¿Qué les pasó? En realidad que pararon máquinas, se sentaron en los despachos de diseño y se pasaron más de una década pensando cómo hacerlo mejor.

ANYA y ANNA

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Ellos mismos empiezan la conferencia con una premisa brutal: “el L’Acoustics dV-DOSC es el mejor array del mundo”. Y no sólo eso, sino que eran conscientes que mejorar eso suponía un esfuerzo titánico… y futil. Entonces lo que debían hacer era buscar algo que, como mínimo, supusiera un avance tecnológico definitivo a lo que otras marcas podían ofrecer, sin restar ni un ápice a lo que L’Acoustics ya había sentado con lo que a calidad de audio se refiere. Y así nació ANYA, que no es más que el primer ejemplo de lo que ellos llaman (y es) el mejor y más avanzado sistema tecnológico de sonido jamás creado. En su web y en las redes existe información de sobra de cómo funciona el sistema, pero aquí traeré la experiencia vivida en esa presentación que confirma todas y cada una de las premisas que nos fueron presentadas.

En realidad ANNA es la versión pequeña o compacta de la gama (aunque supera los 60 kg por caja). Es mucho más que un simple recinto acústico. Su forma en V responde a unos requisitos específicos que cuadran con lo que el sistema ofrece. Para empezar, y sólo a modo anecdótico, podría decir que cada recinto dispone de 14 altavoces (2x10”, 4x5” y 8x1”), de 14 canales de amplificación que trabajan al lado de 14 DSP únicos, de entradas DANTE, de enlaces IR e incluso de un micrófono de referencia propio.

No son sólo unas cajas acústicas autoamplificadas, sino que disponen de un contundente cerebro propio. Como ejemplo, vienen equipadas, si mal no recuerdo, con una memoria RAM de 4 GB, cuando todavía hoy los archivos de show apenas ocupan unos megas (es decir, están pensadas para mucho más en un futuro que todavía hoy resulta incierto). Son recintos que deben volarse, pero para eso sólo eliges cuantas tienes (o necesitas, claro), las unes entre sí y las subes a la distancia que necesites. No pierdes tiempo en decidir inclinaciones ni nada por el estilo, porque no puedes… ni debes. No hay ángulo, por lo que no hay “forma de J”. Así justificamos su forma de V: si decidimos colocar una PA (que ya cubre 120º) y al lado otra a modo de outfill, al no tener forma de J podemos juntar físicamente ambos arrays y que no haya desfase alguno ni en el punto de percepción ni en el retardo por otro lado necesario (casi podríamos conseguir una cobertura de 360º para todo el rango de frecuencias sin problemas acústicos). Pero este no es el principal motivo del equipo, sino otro muy distinto: poder decidir en todo momento cómo y dónde debe sonar el equipo utilizando la electrónica, para nada la física.

Instalación

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En la discoteca Fabrik donde estábamos realizando la demostración colocaron 4 cajas ANNA por lado. Una vez alzadas, el propio sistema “habla entre sí” e informa al software de control que están funcionando y quién es quién en cada canal (ya no debes decirle al software que tienes tantas cajas, que cada caja es tal o cual, su posición en el array, etc.). Luego calculas las necesidades de tu producción y las “envías” a una caja que, gracias a sus conexiones IR, va indicando al resto de cajas la información necesaria, como si de un virus propagándose en una red se tratara (lo que, si lo véis, facilita enormemente la instalación de la red inalámbrica).

Junto a las 4 cajas ANNA por lado colocaron en el centro y a ras de suelo 6 subwoofers OTTO, dispuestos en configuración END-FIRED pero que, gracias a su diseño de dispersión lateral, no necesitaban espacio físico entre ellos. La configuración de estos 6 subs en END-FIRED es tremendamente fácil: los colocas, esperas a que el software los detecte, decides que sean END-FIRED y listos. ¡Listos!

Sonido

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La primera audición nos ofreció un sonido contundente, de respuesta perfecta (happiness curve; claro está, teníamos a James Woods pululando por la sala), con una homogeneidad muy precisa en un espacio que alcanzaba los 20 x 30 m de platea. La presencia de graves en el (supuesto) escenario era… sorprendentemente nula. A golpe de ratón, el sistema “redujo” el área de escucha en vez de un tiro de 30 metros a un tiro de apenas 15 metros, de manera suave, precisa, quirúrgica, sin necesidad de mover físicamente nada, sin variación de SPL ni tan siquiera de percepción de cambio de ecualización (se mantenía perfectamente el tono).

En realidad no sabes qué ha pasado, qué hace el sistema… simplemente lo hace. Peor aún, se decidió “tirar” todo el sonido hacia un balcón, situado a 50 metros de la PA y alzado incluso por encima de la caja a más altura: espectacular. Tenías la percepción que el sistema ofrecía el mismo sonido en ese balcón que apenas unos minutos antes en platea (a excepción de los subs); pero en platea no escuchabas esa presencia: toda la energía se dirigía hacia el balcón, sin contaminar el resto del espacio. Insisto: sin mover ninguna caja, sin nada más que el concurso de los 14 DSPs por caja, amplificadores y altavoces dentro de una (por otra parte) preciosa aunque particular caja de color negro, en forma de V y con ese rivete rojo de la marca.

Conclusiones

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¿Qué es ANNA? La hermana pequeña de ANYA. Un sistema eficaz que suena… como pueden sonar el resto de sistemas de esta categoría; es decir: suena bien, muy bien. Pero el resultado distintivo no es su sonido, sino su manera de trabajar, de no-angular, de manejar y administrar el sonido a través de una entendible aplicación software compatible en cualquier ordenador personal. La posibilidad de montar un equipo rápidamente y conseguir casi infinitas configuraciones perfectas para infinitos escenarios posibles. La posibilidad de montar un equipo y no tener que tocarlo jamás, pero poder tener el sonido y cobertura necesarios para por la mañana un pequeño concierto acústico en una plaza donde, horas más tarde, habrá un baile tranquilo y terminará la jornada con un contundente concierto de rock. El poder decidir dónde radiar sonido en función de la asistencia del público: más público, más cobertura; menos público, menos recursos necesarios. El poder controlar a la perfección dónde termina el sonido, sobre todo teniendo en cuenta cada vez más las restrictivas ordenanzas municipales.

Pero, ¿es caro? Claro que sí. Sólo faltaría. No hablaré de precios, porque no es necesario, pero el talón de Aquiles de este sistema es, justamente, que su precio es muy similar que lo que, por ejemplo, puede conseguirse con una combinación de K2 y SB18. ¿Entonces? La guerra de riders.

No me hagan caso. No se crean ninguna de las sensaciones aquí expuestas, ni tan siquiera de los vídeos e información que publican tanto el propio fabricante como los diferentes ingenieros que se han decidio por una de estas versiones. Implíquense. Escúchenlo, déjense sorprender… y valoren.

Enlaces de interés | EAW Adaptive | EAW Anna

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