Magacín

Las bandas quieren el control de su copyright

14/10/2008 por Ismael Valladolid Torres

Nate Anderson

Puedes decir quién tiene el poder en la industria musical basándote en quién dicta las normas. Y si tenías alguna duda de que la distribución digital, el intercambio de ficheros y la democratización de las herramientas de grabación y distribución estaban transformando el mundo de las principales discográficas, no mires más alla de la coalición Featured Artists. Este grupo, presentado recientemente en el Reino Unido, une a gente como Radiohead, Travis o The Verve, pretendiendo un mayor control sobre sus copyrights y más dinero según la industria se da la vuelta por completo.

Mientras la raqueta y las pelotas pertenecían a las discográficas, las bandas tenían que jugar a su juego. El asunto principal era la distribución, que resultaba imposible hacerla por sí mismo o a través de una independiente —y luego estaba la promoción, las escuchas en la radio—. Pero las reglas de la distribución han cambiado radicalmente. En un tiempo en el que Prince puede permitirse regalar copias de su nuevo disco en los periódicos o en el que Radiohead pueden lanzar un disco en la modalidad de descarga pagando-lo-que-quieras, y en el que además iTunes ofrece billones de canciones en una sola web, TuneCore permite que cualquiera venda su música en iTunes, y por supuesto el P2P facilita un mecanismo de distribución inmediata y gratuita para quien lo utiliza bien, la distribución ya no es el asunto crucial que antes era.

La distribución digital les da a los artistas más control, especialmente si ya tienen un nombre. Considérense un par de citas del prominente manager británico Brian Message, responsable de Radiohead y Kate Nash; «el panorama digital cambia rápido golpeando cualquier nuevo trato continuamente, pero demasiado a menudo no se habla de los que realmente hacen la música. Échese un vistazo al reciente Memorandum of Understanding sobre compartición de ficheros entre discográficas, gobierno e ISPs. Los artistas simplemente no están.»

Jazz Summers, responsable de The Verve, afirma que la banda ahora «bucará mejorar el trato a los artistas dentro del negocio y hará campaña por actualizar las leyes y las prácticas que mejor respondan al nuevo panorama musical. La tecnología digital les da a los artistas la oportunidad de controlar su futuro. Es el momento de aprovechar la oportunidad.

Así que, si las herramientas digitales les han dado poder a los artistas, ¿qué van a hacer con él? No quieren necesariamente tratar todos los asuntos, y la coalición Featured Artists no tiene problema en tratar con discográficas. Lo que las bandas demandan es un par de cambios clave, incluyendo un acuerdo para que los «artistas siempre tengan la propiedad de su música». En otras palabras, los artistas conservan el copyrighty simplemente lo ceden a las etiquetas por un tiempo limitado, en lugar de cedérselo para siempre —lo que las discográficas típicamente reclamaban.—

Estas licencias deberían estar sujetas a reglas —úsalo o piérdelo». «A pesar de las nuevas tecnologías, muchos propietarios de copyright erraban al liberar sus grabaciones al público» dice la banda. «Como resultado, muchos artistas salen perdiendo y sus fans sólo pueden acceder al material ilegalmente. Una cláusula úsalo o piérdelo debería aplicarse automáticamente de forma que cualquier nuevo trabajo de un artista esté siempre disponible de inmediato para su compra legal, digitalmente y físicamente». Si las discográficas fallan al hacer disponible el catálogo completo de sus artistas, éstos deberían tener el derecho de licenciar su copyright a otra discográfica o editar sus discos por sí mismos.

La FAC también quiere que los derechos de los artistas equivalgan a los derechos de los autores. Esto entra dentro del confuso mundo de las licencias musicales, pero la radio norteamericana da un ejemplo fácil; cuando se reproduce una canción, el autor es pagado por la estación de radio pero la banda que graba el tema no obtiene nada —cuando los miembros de la banda han escrito la canción, por supuesto, sí reciben dinero cuando es radiada—. En el Reino Unido, esto funciona igual en televisión, donde los autores son pagados cada vez que un tema suyo se usa en un anuncio, pero los intérpretes no.

El grupo quiere que termine una práctica habitual en el Reino Unido basada en las leyes «fair dealing» del país. En el Reino Unido está permitido el uso de trabajos con copyright si se utiliza para una revisión, un mecanismo que permite que los críticos citen contenido de películas o canciones para ilustrar sus argumentos.

Sólo que, de acuerdo con la FAC, «hay compañías que producen DVDs en el Reino Unido que utilizan material de los artistas, e incluyen una reseña al final del DVD. Haciendo esto reclaman que el DVD es una revisión crítica y eluden así el pago a los propietarios del copyright». La FAC reclama que termine esta práctica.

La formación envía el importante mensaje de que las discográficas, las que generalmente han controlado el copyright de los artistas, no necesariamente defienden sus intereses, especialmente ahora que el golpe se da en el negocio digital y ciertas reglas de control ya no funcionan. Los artistas quieren una silla en la mesa cuando se negocian estas cosas, y quieren el control de su propio trabajo y la posibilidad de decidor cómo licenciarlo.

¿Podrán los artistas minoritarios demandar lo mismo de las discográficas? No está claro que puedan, a no ser que grupos como FAC puedan forzar que dichos cambios pasen a ser leyes gubernamentales. La distribución digital no es necesariamente una panacea para artistas modestos. Entre el ruido de millones de bandas abriendo páginas en MySpace y añadiéndose a iTunes, la naturaleza económica de la grabación y la distribución digital ha servido en realidad para subir el listón del negocio entero.

Como me decía un cantautor norteamericano hace unos meses, todo el mundo habla de la distribución digital, pero nadie hace nada para que realmente funcione. Sin publicidad, promoción, boca a boca, etc. Lo digital no trae en realidad ganancias extra... Eso sí, hace que la grabación y la edición sea lo suficientemente barata como para que cualquier artista pueda intentarlo una o dos veces más antes de tirar la toalla y buscar trabajo en la tienda de guitarras del barrio.

¿Esto es bueno, o simplemente convierte la música en una máquina tragaperras, siempre dispuesta a prometer un gran premio y sin embargo tragando dinero sin descanso, llevándose el tiempo, el esfuerzo y las oportunidades de una carrera más allá de tocar en cafeterías?

Visto en ars technica

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