Importante comunicado de ARTE sobre la piratería
24 de mayo, 2002 - ARTE, la Asociación de Representantes Técnicos del Espectáculo, ha manifestado: "La piratería no afecta tan gravemente a la gran industria. Lo que dejan de recibir por la misma lo ingresan por otros conceptos". |
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Esta es la primera vez en España en la que uno de los sectores de la industria musical critica el análisis único sobre el pirateo que defienden las multinacionales. El comunicado continúa: "Las grandes máquinas de reproducción de CDs son de las mismas discográficas (Phillips, Sony...) y muchas de ellas son también las que fabrican los CDs vírgenes. Así que las grandes compañías siguen ingresando por todos los lados". Casi nada.
ARTE participa también en la Mesa Antipiratería, aunque esto no le impide criticar duramente sus actuaciones: "La industria tergiversa a la opinión pública. En la presentación de la Mesa Antipiratería se enfatizó que ésta había producido unas pérdidas de 130.000.000 millones de pesetas en el año 2001, cuando lo lógico sería haber dicho que presuntamente se habría dejado de ingresar esta cantidad, hecho que no es ni mucho menos lo mismo".
En las dos páginas siguientes tenéis recogido el texto de este comunicado, perteneciente a la ponencia aprobada en la última Asamblea de ARTE.
Piratería: ¿responsabilidad de la Industria musical?
Mucho se está hablando en los últimos
tiempos de la música por encima de lo estrictamente musical. Internet, la
piratería, los derechos de autor, Operación Triunfo..., suelen aparecer en
otras secciones de los periódicos que no son precisamente las musicales.
Siempre suelen ser noticias e informaciones alarmistas: sobre
sentencias judiciales, redadas policiales, pleitos, denuncias y peleas y
sobre la poca lucidez y visión de los dirigentes de la música más
convencional. El talento artístico y el creativo están pasando a un
segundo o tercer grado dentro de la escala de interés musical.
Todo esto tiene mucho que ver con la concentración musical, y
con la incorporación de los principales medios de comunicación al negocio
musical, pero también tiene está relacionado con la situación política y
económica nacional e internacional.
La Industria discográfica
Durante todo el año 2001 se nos ha estado hablando, desde los
medios de comunicación más importantes, sobre la crisis de la industria
discográfica que siempre se ha estado achacando a la piratería o a los
acontecimientos ocurridos el 11 de septiembre, pero nunca se hace mención
a la parte de culpabilidad que tienen los máximos directivos y
responsables de la industria musical. Cuando se habla de industria
discográfica, normalmente se están refiriendo a las cinco grandes empresas
multinacionales del sector, es decir: Sony, Universal, Warner-DRO, BMG y
EMI-VIRGIN.
Según datos de la SGAE en nuestro país existen
aproximadamente 1.000 sellos discográficos. Las cinco grandes compañías
internacionales acapararon la facturación con un 73,2% del mercado;
concentración económica no sólo en nuestro mercado, ya que esas mismas
compañías en 1998 representaban el 76% de todos los discos legales que se
vendían en el mundo. La concentración musical se plantea a escala
planetaria sin presencia prácticamente de capital español, y solamente
representado por capital europeo en el caso de BMG, sociedad alemana.
El papel de la cuota de mercado de los sellos independientes
es bastante escasa: en Alemania (3%), Países Bajos (8%), Australia (9%),
Francia y Brasil (10% cada uno), Italia (12%), México y Estados Unidos
(17% cada uno), Reino Unido y España (20% cada uno), Suecia (21%) y Japón
(32%).
Los datos anteriores evidencian que la industria musical está
dirigida desde los grandes centros económicos del mundo y por tanto, sus
grandes lanzamientos se producen en todo el mundo, dejando un papel muy
secundario a las propuestas y desarrollo artístico propios.
En nuestro país –donde el peso de los sellos independientes
era de los más importantes, cerca del 20% del total, con lo cual siempre
existían más posibilidades de grabación de artistas diferentes–, el
porcentaje va cambiando gravemente con la entrada en el mercado
discográfico de sectores económicos que nada tenían que ver con la
industria musical; los grupos de comunicación Prisa, (El País, Canal+,
Canal Satélite, Cadena Ser...), y Telefónica (Antena 3, Onda Cero, Vía
Digital...) deciden a finales de los años noventa desembarcar en el
negocio musical, no solamente en el discográfico, como ya antes habían
hecho en otras industrias culturales (cine, literatura...).
El pez grande se come al chico
Para lograr sus objetivos han ido comprando sellos y
distribuidoras para poder tener una cuota de negocio inicial. Una vez
transcurrido cierto tiempo desde el inicio de sus políticas de absorción
de sellos independientes, se puede observar que la mayoría de los artistas
que pertenecían a esos pequeños sellos les han dejado de interesar y sólo
promocionan a los artistas con más nombre, los que más discos venden de
los catálogos de los sellos absorbidos, ignorando totalmente al resto de
los artistas más minoritarios de esos mismos catálogos, sin importarles lo
más mínimo el daño profesional y personal que hacen con esta política a
estos artistas.
Es a partir de que estos dos grandes grupos de comunicación
entran en la industria musical, cuando se empieza a hablar de todo lo
referente a la música desde otras páginas de noticias, especialmente en
las secciones de economía de los medios que controlan, que en las
propiamente culturales o de espectáculos, como era lo habitual.
A pesar de todo lo que se ha dicho y escrito sobre la crisis
discográfica –"los datos de ventas de la industria discográfica española
durante el año 2001 apuntan un alza del 4,1% de la facturación, en
comparación con la del año 2000"–, cuando en los medios se apuntaba a una
reducción cercana al 40% referente al año 2000.
Uno los grandes "argumentos" que se han manejado para
demostrar la crisis, han sido los trágicos sucesos del pasado 11 de
septiembre. Se ha enfatizado que en Estados Unidos las ventas disminuyeron
un 4,9% la semana de los atentados, pero se ha silenciado que la semana
anterior a los mismos, las ventas diminuyeron un 12% con respecto al mismo
período del año anterior. No obstante la semana siguiente se vendieron más
de 18 millones de discos con respecto a la semana de los atentados.
La industria, contando con la complicidad de los medios de
comunicación, ha intentado manipular con unos hechos tan trágicos para su
propio beneficio económico.
La crisis discográfica es importante por múltiples motivos,
la mayoría por los comportamientos de sus propios directivos. Desde ARTE
apoyamos cualquier reflexión en este sentido y animamos a reforzar una
industria musical independiente propia, que genere nuevos valores, renueve
periódicamente nuestro panorama artístico y garantice la diversidad
musical, tanto desde el punto de vista artístico y cultural, como también
de los consumidores que tienen derecho a recibir un mayor número de
propuestas y no sólo aquellas que interesen a los grandes monopolios, y
que exclusivamente buscan la rentabilidad económica. Su presencia en la
música sólo se debe a su interés por aumentar sus beneficios financieros
y, para conseguir sus objetivos, no tienen ningún escrúpulo en expoliar
nuestra propia industria musical, llevando al abandono de artistas, a la
desaparición de muchos puestos de trabajo, limitando drásticamente la
oferta para los consumidores y fomentando la quiebra de los valores
democráticos al restringir la pluralidad.
La piratería
Somos conscientes del daño que produce la misma, pero hasta
ahora sólo se ha planteado el tema en términos exclusivamente económicos.
Otra vez la industria vuelve a tergiversar a la opinión pública. En la
presentación de la Mesa Antipiratería se enfatizó que ésta había producido
unas pérdidas de 130.000.000 millones de pesetas en el año 2001, cuando lo
lógico sería haber dicho que presuntamente se habría dejado de ingresar
esta cantidad, hecho que no es ni mucho menos lo mismo.
La piratería no perjudica tanto a la gran industria
discográfica, al menos de la manera tan alarmante como se nos dice.
Los datos reflejan que a pesar del 11 de septiembre, que ha
profundizado la desaceleración económica que había empezado con bastante
anterioridad a esa fecha, y del aumento alarmante de la piratería
callejera, la facturación ha crecido.
Cuando decimos que la piratería no afecta tan gravemente a la
gran industria, es porque parte de lo que dejan de recibir por la misma lo
ingresan por otros conceptos. Las grandes máquinas de reproducción de CD’s
son de las mismas discográficas (Phillips, Sony...) y que muchas de ellas
son también las que fabrican los CD’s vírgenes. Así que las grandes
compañías siguen ingresando por todos los lados.
La piratería a quien realmente está afectando es al comercio
clásico (pequeño, grande y mediano), ya que puede suponer el despido de
trabajadores y el cierre de tiendas. Estos trabajadores siempre son
ignorados y serán los primeros despedidos con la excusa de la crisis.
Esta última es la excusa que los directivos artísticos de las
compañías han encontrado para blindar las mismas a los artistas más
innovadores, críticos e independientes. Y a los que llegan a fichar,
hacerlo con contratos y condiciones que en otras épocas serían
impensables.
Estas realidades que van ocurriendo día a día, se están silenciando
habitualmente como parte de la manipulación existente. Cuando se está
hablando de la piratería, sólo se plantea en términos económicos,
olvidándose totalmente de los humanos. Los que están haciendo más
evidencia en la misma, son los últimos grandes llegados a la industria y
que tienen, por su tardanza en incorporarse al negocio musical, todas las
limitaciones para cubrir los ingresos no conseguidos por la venta ilegal
con la venta de otros soportes (máquinas grabadoras, CD’s vírgenes...).
Subida de precios
La piratería hay que combatirla de manera positiva. La
industria siempre ha estado de espaldas a los consumidores: implantó los
CD’s obligando al público y al comercio a olvidarse de los vinilos. El CD
mucho más barato que el LP se encareció, y esta subida tampoco favoreció a
los autores o a los intérpretes. Las discográficas aumentaron de manera
muy importante sus ingresos y beneficios en perjuicio de artistas y del
público. Han estado bajo sospecha por pactar los precios entre ellas.
-"Las cinco mayores compañías discográficas del mundo, EMI, BMG, Warner
Music, Sony y Universal, están siendo investigadas por la Comisión Europea
por las fuertes sospechas de que pueden haber llegado a acuerdos ilegales
para fijar los precios de los discos compactos y mantenerlos más altos de
lo normal"-. Han contribuido a la desaparición de cientos de pequeños
sellos. Ahora se empeñan en realizar campañas exclusivamente policiales
contra una piratería que ha surgido por la utilización de los propios
aparatos comercializados por ellos (reproductores y CD’s vírgenes).
Es muy importante que la industria haga una reflexión sobre
su papel, pero también debe hacerlo con planteamientos artísticos, no sólo
económicos. Aunque somos conscientes de que son grandes empresas
multinacionales y como tales sus objetivos son a nivel mundial, no se
pueden olvidar de sus lanzamientos nacionales, muchos de esos artistas son
representados por agentes de ARTE. Fenómenos como las ventas conseguidas
por la Banda Sonora de la película Sobreviviré que no quiso editar ninguna
de las grandes, o lo ocurrido con Operación Triunfo a las que todas las
grandes dieron la espalda en un principio, deben hacer reflexionar a los
AR’s y a los responsables artísticos de los sellos.
La evolución musical que ocurre en la sociedad no es ni mucho
menos pareja a lo que ocurre con la gran industria. Ésta siempre va a la
cola de la industria independiente supliendo su falta de criterio y de
talento con talonarios y fichajes millonarios. Es importante una
renovación de los directores artísticos si queremos que nuestra música
avance y tenga un papel importante en el concierto internacional. Pero
somos pesimistas a este respecto, porque tal y como se está poniendo de
manifiesto en los últimos tiempos, las grandes multinacionales van
mermando poco a poco la capacidad de gestión de sus delegaciones
nacionales. Ante esta realidad hay que apoyar y ayudar a desarrollar
nuestra industria independiente, si no corremos el riesgo de que sólo unos
pocos tengan la posibilidad de desarrollar sus carreras artísticas con
continuidad.
Es preciso que la industria se adapte a los nuevos tiempos,
la piratería se debe vencer abaratando el precio de los CD’s. No es lógico
su precio, sin tener presente los costos de producción tan diferentes
entre unos artistas y otros. Hay que hacer una lista de precios más acorde
con la realidad. Una manera de abaratar sería creando dos formatos de CD’s
diferentes, uno más económico y con menos calidad en diseño, imagen y en
la promoción, y otro con mejores contenidos. Como ya ocurre con la
literatura, donde una buena cantidad de títulos tienen dos formatos
diferentes: uno con tapa blanda, casi dos tercios más barato, que el de
tapa dura. También hay que optimizar las producciones y las campañas de
promoción. En un caso y otro se despilfarran grandes sumas de dinero, sin
que beneficie ni al producto ni a la difusión, más bien sólo benefician a
los gestores e intermediarios.
No deja de llamar la atención que en todo el tema de la
piratería nunca se ha consultado, ni por supuesto pedida la opinión de los
consumidores, a través de las propias asociaciones que existen al
respecto. Este olvido pone de manifiesto el poco interés, pese a lo que se
diga, que la industria discográfica tiene con los mismos.
La música es mucho más que un puñado de dólares
La administración tiene que entender
que LA MÚSICA ES CULTURA. No se puede entender que los libros estén
grabados con un 4% de I.V.A y la música con un 16%. La rebaja de este
impuesto debe ser entendida como una apuesta por la cultura y para
facilitar el acceso a la misma al mayor número de ciudadanos. Una bajada
del I.V.A, significaría la bajada automática de precios y beneficiaría un
aumento del consumo.
La administración tiene que hacer campañas para fomentar el
consumo cultural y poner facilidades para que la gente vea y aprecie la
música con calidad, y dotarse de leyes de protección de nuestra cultura y,
por lo tanto, de nuestra industria, para no estar exclusivamente en manos
de lo que dictan cinco grandes grupos en todo el mundo. El ejemplo cercano
de Francia es muy significativo sobre la defensa de su propia identidad
cultural. Es preocupante el desprecio que se tiene a veces desde la
administración a la música popular.
En Cataluña recientemente hubo una concentración de artistas
por tal motivo, la Comunidad de Madrid sólo da ayudas a compañías y
espectáculos de música culta, en sus convocatorias de subvenciones, lo que
es discriminatorio para otras músicas y artistas. A modo de ejemplo
podemos indicar que en estas dos comunidades autónomas, a pesar de las
subvenciones, los espectadores de música clásica descendieron un 18,2% en
Cataluña y un 8,3% en Madrid, según datos de la SGAE. Y mientras en Madrid
a los conciertos de música popular acudieron 2.334.301 espectadores,
frente a las 763.809 que lo hacían a los de clásica, en Cataluña los datos
son parecidos 3.635.747 espectadores se declinaban por la popular mientras
que 652.339 lo hacían por la clásica. Podríamos poner más ejemplos al
respecto.
No estamos pidiendo que se recorten las ayudas a la música
clásica, sólo queremos que no se discrimine un tipo de música por su
carácter más popular. Este desprecio por parte de los políticos por la
música que no tiene un carácter culto, es por el despreciar todo aquello
que consume mayoritariamente la sociedad y pensar que sólo lo que consumen
las elites debe de ser subvencionado o tenido en cuenta. Es una manera de
discriminar sobre la base de posturas personales y nada democráticas.
La administración debe ayudar activamente a preservar nuestro
patrimonio cultural, y la música es de los más importantes. A este
respecto el desprecio que se tiene a veces sobre la música tradicional por
parte de algunas comunidades autónomas es evidente, así como otras
entidades, como algunas sociedades de gestión.
Los ayuntamientos siguen siendo uno los mayores responsables
en la difusión de la música en directo. Sus fiestas, festivales, teatros,
centros culturales y auditorios, se extienden por toda nuestra geografía.
La mayoría de esas programaciones están realizadas en colaboración con
agentes artísticos, la mayoría de ARTE. Nuestra labor como profesionales
es dar cada vez un mejor servicio, asesorando adecuadamente y ayudando a
garantizar la pluralidad musical y cultural existente. Nuestro
comportamiento debe ser cada vez más profesional y tenemos que ayudar a
difundir, con nuestro asesoramiento, todo tipo de propuestas y no sólo
aquellas que nos quieran imponer los grandes grupos de comunicación y las
multinacionales discográficas.
Proponemos que determinados equipamientos culturales, que en
muchas ocasiones y por diversos motivos no pueden ser gestionados en su
totalidad, puedan abrirse a nuevas propuestas de colaboración entre
diversos colectivos musicales y la administración, para lograr una gestión
más completa de los mismos y permitir la ampliación de nuevos lugares para
la música en directo.
Los medios de comunicación
Otro síntoma de alarma en los últimos tiempos con la llegada
de los medios de comunicación a la industria musical, es el papel de la
información de los mismos. Hay cierto temor a que dichos medios se dejen
llevar sólo por sus intereses comerciales y que la libertad de expresión,
opinión y crítica de los periodistas se vean mermados por estas
circunstancias.
Si esto fuera así el retroceso democrático sería muy
importante ya que la libertad de expresión y de información es sustancial
en cualquier estado de derecho. Los medios implicados en la industria
deberían crear un código ético que nos garantizara a los compradores y
lectores de los mismos, que las informaciones y opiniones que aparecen
reflejadas no son producto de sus intereses económicos.
Nuestro apoyo a los profesionales de la comunicación es total
y ofrecemos los medios que tiene ARTE para ayudarles a garantizar su
independencia.
La proliferación de revistas musicales especializadas por
todo el país está poniendo de manifiesto la diversidad musical existente y
las ganas de difundir de manera diferente la música que se produce, que
los grandes medios no suelen recoger en sus publicaciones.
Internet
La "bajada" de música de Internet ha constituido otro
conflicto a escala mundial. Después de que Napster perdiera su batalla por
la cual se bajaban alrededor de tres millones de canciones al día desde la
red, la industria se ha puesto manos a la obra para que la gente pueda
bajarse canciones desde la red creando las plataformas MusicNet (Warner,
BMG, EMI) y PressPlay (Universal, Sony) que se podrán descargar a través
de los portales AOL, Yahoo y MSN.
Lo que también nos debe quedar claro es que las nuevas
tecnologías pueden permitir democratizar la música, ya que cada vez es más
fácil que la música pueda escucharse en buena parte del mundo, sin tener
que depender para ello exclusivamente de las compañías discográficas.
Internet supone también que artistas y consumidores de todo
el mundo tengamos acceso a obras totalmente silenciadas por la industria y
los medios de comunicación masivos.
La no-regulación de Internet ha permitido el aumento de
nuestra información y el acceso a realidades desconocidas. La regulación
del mismo no puede basarse en normas para censurar. La única regulación
debe ser aquella que impida la expansión de fenómenos como la pornografía,
xenofobia, violencia, fenómenos totalitarios, a menores... Cualquier otra
normativa debe entenderse como un intento de limitar el acceso de los
ciudadanos a una información lo más plural posible. Internet debe permitir
el que la música más variada pueda llegar a todos los rincones posibles.
La batalla por regular todo, nos hace suponer que la próxima
batalla de la industria musical y de las sociedades de gestión de autores,
será contra los teléfonos móviles que incorporan tonos para sus llamadas,
muchos de los cuales suelen ser canciones y temas conocidos.