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Last.fm empieza a pagar royalties a los músicos

11/07/2008 por Soyuz

Aquí tenemos una noticia trascendente. Algunos recordarán que a principios de año, Last.fm anunció el futuro lanzamiento de su Artist Royalty Program, que permitiría a los artistas ganar royalties cada vez que su música sonara en su red Pues bien, ese lanzamiento ha llegado: anteayer mismo lo anunciaban en su blog oficial. Los usuarios que se hayan apuntado a ese programa están empezando a contabilizar royalties desde el pasado 1 de julio (ojo: sólo los intérpretes, no los autores).

Se trata de un movimiento importante: es la primera vez que los músicos que no estén afiliados a un sello o gestora de derechos (como SGAE) pueden percibir royalties por la reproducción de su música en una red como Last.fm.

Pero hay tres puntos que no se pueden pasar por alto, como bien apuntan en Otro blog más:

  • Si el artista ya ha cedido sus derechos (a una discográfica o a una entidad colectiva de gestión de derechos), no puede volver a cederlos a Last.fm (ni a nadie más) por su cuenta. O sea, que seguirá cobrando por las vías habituales.
  • El trato sólo cubre a los intérpretes. Los autores seguirán cobrando a través la entidad colectiva de turno.
  • Merlin, la macrodiscográfica surgida de la asociación de unas 12.000 discográficas independientes y que ya es tan grande como las cuatro ‘grandes’ no está nada contenta: Last firmó con las cuatro grandes, pero no con Merlin. Last y Merlin están negociando, pero parece ser que Merlin reclama pagos por el uso pasado de su material y Last dice que nones. Merlin, mientras tanto, está recomendando a sus miembros que no se apunten al programa de Last sin solicitar consejo legal antes.

Como os podéis imaginar, la mayoría de artistas percibirán cantidades pequeñas, testimoniales -si es que llegan a percibir algo-, pero en cualquier caso, esta novedad marca una referencia en este tipo de servicios. Ya hay alguien que no sólo ofrece hosting, streaming y posibilidades de promoción gratuita: además, Last.fm abre la puerta, al menos en teoría, a un auténtico negocio musical sin intermediarios, en el que sólo se necesita al artista y sus oyentes.

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