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Historia del DJ: David Mancuso

Este artículo es el primero de una nueva serie de textos enfocados en diversas personalidades de mayor o menor popularidad, que por su relación con el mundo de la música han sido claves en el desarrollo de la actual figura del discjockey. Los protagonistas de estos artículos no serán necesariamente discjockeys –como es en parte este primer caso–, pero su labor artística o profesional habrá influido de alguna manera directa o indirecta en la forma de trabajar del discjockey o la cultura de club actual. Estos reportajes, aunque tendrán algunos elementos técnicos –como es normal en Hispasonic–, se centrarán también en aspectos personales, humanos, sociales y laborales.

La idea para desarrollar estos artículos surge a partir de una charla que di como introducción en un curso de formación, en la que para definir el contexto histórico del DJ recalé en diversas figuras de especial relevancia entre los años 30 y los 90. Los asistentes quedaron encantados con esta información, ya que desconocían muchos de los personajes y su importancia, así que pensé que mucha más gente de toda edad, experiencia y posición laboral en el mundo de las cabinas podría también estar interesada. Si estos artículos tienen el suficiente éxito, trataré de convertirlos en algo fijo dentro de los contenidos de Hispasonic. Espero que os guste.

Debo reconocer que la figura de David Mancuso no ha sido especialmente conocida por mi hasta hace unos pocos años, en los que preparando otro artículo su nombre se cruzó en mi camino: aparecía en los créditos de unas compilaciones musicales y posteriormente me lo encontré haciendo unas declaraciones en un documental. Anoté su nombre para recabar información sobre él en otro momento, y poco después salí de mi despiste y me di cuenta de que era la persona que había estado detrás de las Loft Parties de New York en los 70 y también el hombre detrás del concepto de “record pool” para DJs. Un momento, ¿no sabes lo que eran las Loft Parties? ¿tampoco un “record pool”? En tal caso empecemos desde el principio, empecemos cuando David era un niño.

El huérfano que a todos quería hacer feliz

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David Mancuso se crió en la ciudad de Utica, una pequeña población del interior del estado de New York de rentas bajas, cuya población estaba castigada económica y laboralmente por las diversos cambios y reformas industriales por las que pasó el país. Hasta los cuatro años David estuvo internado en un orfanato dirigido por monjas, las cuales organizaban para los niños fiestas en amplias salas con música y globos de colores. El propio David ha reconocido en diversas entrevistas que la impronta que esas fiestas dejaron en su personalidad probablemente le influyeron notablemente a la hora de desarrollar su idea de crear fiestas para que la gente fuera sencillamente feliz escuchando música juntos. Y en sus fiestas nunca faltan los globos.

A los cuatro años David es entregado a su madre biológica, pero su vida no transcurre muy apegado a ella ya que entre los 15 y los 16 años lo deja todo: deja la escuela, deja de vivir con su madre, y decide emprender desde muy joven una vida de independencia. Utica era una ciudad dividida en barrios que se diferenciaban por la procedencia, raza o religión de sus ocupantes: la zona oeste estaba ocupada por inmigrantes o personas de origen europeo, aunque la zona este estaba dominada por la gente de origen italiano y muy influenciada por su cultura. La zona central estaba ampliamente poblada por personas de religión judía, que también tenían cierta presencia en la zona norte, aunque esta última estaba mayoritariamente poblada por gente de color. Tradicionalmente la gente de diferentes grupos étnicos o raciales no se mezclaba, y eso era algo que David no entendía –probablemente porque no había sido educado de forma tradicional–, a David le gustaba todo el mundo y pensaba que lo mejor era estar con todo el mundo. El propio Mancuso ha destacado que relacionarse con gente de la comunidad negra le descubre un mundo musical del que se enamora, y encuentra en los discos y en la música algo terapéutico que le ayuda a sobrellevar las inestabilidades de su vida, que no debieron ser pocas dado su trasfondo socio-familiar.

En su 18 cumpleaños David decidió trasladarse a vivir a la ciudad de New York, decisión que toma tras haber hecho amigos en la ciudad en viajes anteriores y quedar enamorado de la diversidad cultural y racial que se respiraba. Hasta el año 65 vive tranquilamente en el Upper West Side de Mahattan, pasando por diversos apartamentos alquilados que pagaba con empleos temporales de baja cualificación hasta que se introduce en el mundo de la compra-venta de antigüedades, actividad que le reporta importantes beneficios por su destacada habilidad comerciando con Europa.

David Mancuso en 1975

Los inicios de The Loft

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Su mejorada posición económica le permite trasladarse a Browadway, concretamente al número 647. Su nuevo hogar era un espacio diáfano de 220m², con techos altos y gruesos suelos de madera: lo que se conoce hoy en día como loft, además de ser un lugar ideal para montar buenas fiestas con los amigos. Realmente el nuevo hogar de David no era a efectos legales un lugar donde vivir, su loft estaba ubicado en una zona designada en aquel momento como de uso comercial e industrial que quedaba totalmente despejada de gente a partir de las seis de la tarde –más motivos para hacer fiestas perfectas– y las regulaciones municipales no permitían que el tipo de edificio en el que vivía David fuera empleado como vivienda, en realidad esos edificios estaban destinados a ser usados como oficinas o almacenes. David no podía poner su cama u otros muebles que identificaran su loft como una vivienda cerca de las ventanas para evitar ser sancionado por las autoridades.

En su flamante nueva vivienda David comenzó a organizar fiestas privadas. Las fiestas se celebraban con relativa regularidad y eran financiadas por David, los invitados eran exclusivamente sus amigos, a los que David –que ejercía de DJ en sus fiestas– quería ofrecer la mejor música y el mejor sonido. Instaló en su loft una pareja de enormes altavoces high-end de la marca Klipschorn, un amplificador McIntosh y unos giradiscos AR. A continuación, unas fotos de este tipo de equipamiento:

Como discjockey Mancuso era bastante particular, nunca creyó en cosas como el beatmatching ni en enlazar canciones; a lo sumo creaba versiones extendidas pinchando enlazadas dos discos con la misma canción o dejaba sonar dos canciones juntas si tenían el mismo tempo, pero nunca manipulaba el control de pitch, de hecho en aquella época era frecuente que dejara sonar las canciones enteras de principio a fin y llegaba a dejar pausas entre las canciones. Creía profundamente que la música debía disfrutarse escuchándola con la mayor fidelidad e integridad posible, tal y como la habían creado músicos, productores y técnicos. Era todo un maestro de la selección musical, y quienes asistían a sus fiestas aseguran que era un perfecto contador de historias que empleaba la música como herramienta narrativa. La música que pinchaba era cualquier cosa bailable, independientemente de su tempo o su género: si se podía bailar, era nuevo y sonaba bien, seguramente David lo pincharía para contar una historia en su fiesta.

Consolidación y posterior traslado de las fiestas

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Con el tiempo Mancuso le pide a sus amigos que aporten algo de dinero para financiar las fiestas, el propio Mancuso compara esto con las rent parties, y justifica que pedía “aportaciones económicas” –jamás lo llamaría “pagar entrada”– porque sencillamente era necesario para que las fiestas fueran sostenibles, y aseguraba que él a cambio de esas aportaciones trataba de dar lo mejor en sus fiestas. Las rent parties hasta aquel momento eran fiestas organizadas por personas que no tenían dinero para pagar el alquiler y llamaban a un músico o una banda para que tocara en su casa y organizar una fiesta, los asistentes hacían donaciones y con eso se pagaba el alquiler. Mancuso le da una una dimensión nueva al concepto de “rent parties”, logra desde 1970 hacer de manera fija y regular sus fiestas dos veces al mes –la primera se llamó “Love saves the day”– y desde 1971 y con la colaboración de su amigo Steve Abramowitz consigue que las fiestas sean semanales y que su casa pase de se un loft más, a considerarse The Loft. Lo que David Mancuso recaudaba en la puerta y lo que realmente hacía con el dinero sólo lo sabrán él y sus colaboradores, pero independientemente de las cantidades de dinero que movería todos los asistentes declaran siempre que la experiencia de sus fiestas era sencillamente maravillosa.

No sólo se cuida la música y el sonido, también los invitados. No se puede entrar al loft de David Mancuso sin invitación, y la lista de invitados a sus fiestas era realmente variopinta. Inicialmente acudían unas 200 personas, y tras una reforma efectuada en el loft aumentó la capacidad a 300 personas. La lista de invitados incluía además de a los amigos personales de David, a músicos y discjockeys –de hecho el popular Larry Levan era uno de los que ocupaba el puesto de DJ cuando David lo dejaba–, gente del mundo del arte, hombres de negocios… y mucha gente de la comunidad gay de New York, algo que fue una de las claves del éxito de sus fiestas. En aquel momento las muestras normales de cariño entre homosexuales, o sencillamente mostrarse abiertamente homosexual, era motivo de insultos y humillaciones por parte del público en muchas discotecas y bares, así como también motivo de arresto por parte de la policía, que llegaba a realizar redadas en lugares de ocio “a la caza” de homosexuales. En las fiestas de David Mancuso se respetaba a todo el mundo, y si no respetabas no volverías a ser invitado, y a las fiestas de David Mancuso no iría la policía porque oficialmente eso era un piso de oficinas en una zona comercial y ahí no estaba sucediendo ninguna fiesta. Aquello sí que era el auténtico underground.

Pero un desastre inesperado truncó temporalmente la diversión. El hotel vecino Grand Central Hotel ubicado en el número 673 de Broadway, sufrió en 1973 el derrumbe de su fachada por unas obras ilegales en el sótano dando como resultado cuatro muertos y doce heridos. Todas las obras que sufrió la zona y que las autoridades tuvieran el ojo puesto en la zona, hizo que en 1974 David tuviera que trasladar sus fiestas a un nuevo loft en el número 99 de la calle Prince, pero no pudo reanudar directamente su actividad: en el nuevo vencidario se oponía a sus fiestas y Departamento de Asuntos del Consumidor le exigía a David una “licencia de cabaret” para ejercer sus actividades. Tras un largo juicio contra la administración pública David consiguió demostrar que no necesitaba licencia ya que no comercializaba bebida ni comida, así que de manera legal aunque fuera de la ley –su estatus era realmente curioso– en 1975 pudo continuar con sus fiestas underground en la nueva ubicación, donde permaneció hasta 1984. Este precedente legal benefició a otros “clubs privados” que se pusieron en marcha como Paradise Garage o The Gallery en New York y The Warehouse en Chicago, que siguieron un modelo de negocio y estatus legal muy similar, gracias a lo cual pasaron a la historia de la música de baile; casualmente los DJs de estos locales fueron asistentes a las loft parties de Mancuso.

En 1984 Mancuso tuvo nuevamente que cambiar de centro de operaciones debido a la puesta en venta del edificio de la calle Prince. El nuevo loft se ubicaría en un edificio propiedad de Mancuso en Alphabet City, un barrio del East Village de New York. Las fiestas en la nueva ubicación no tuvieron tanto éxito y Mancuso perdió gran parte de su clientela. A mediados de los noventa vuelve a trasladarse en dos ocasiones a lugares más pequeños, para posteriormente organizar unas pocas fiestas a lo largo del año en lugares diferentes que utiliza únicamente para la ocasión. La era de las loft parties semanales había finalizado.

La creación de las record pools

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Como ya he explicado antes, los DJs de la ciudad estaban entre los invitados a las fiestas de Mancuso, así que las loft parties eran un lugar importante de intercambio de música, ideas y opiniones. David se dió cuenta de que podía crear algo que podría beneficiar a “la música” en sentido general, y era crear una record pool –hoy conocidas como promo pools–, concretamente la New York Record Pool. La idea era que fuera una sociedad sin ánimo de lucro –para la sociedad, los participantes obtendrían beneficios relacionados con su trabajo– que sirviera de plataforma de distribución para que sus sellos promocionaran y distribuyeran música de baile directamente a los discjockeys de la época. En aquel momento los DJs ganaban muy poco dinero, así que algo que les facilitase obtener nuevos discos de manera más económica les podría ir muy bien, además los sellos discográficos se veían beneficiados ya que la música de baile apenas se programaba en las radios y eran los DJs quienes la daban a conocer al público. Para formar parte de la New York Record Pool había que presentar algún tipo de credencial que demostrara que el DJ era profesional, normalmente bastaba con una carta del dueño del lugar donde pinchaba, y aportar una cuota –no he conseguido averiguar cuanto–. Comenzaron siendo 25 miembros y en poco tiempo eran 300. A los DJs se les pedía que proporcionaran a los sellos dos datos clave sobre los discos: su reacción personal al escucharlos, y la reacción de la pista al pincharlos.

Mancuso se tomaba muy en serio la NYRP, tanto que hasta las reuniones se grababan en cinta, y no permitía que bajo ningún concepto un estilo musical o artista fuera beneficiado por encima de otro, ni que nadie obtuviera beneficio personal más allá de lo planteado por la asociación. Mancuso financió las actividades de la NYRP durante dos años, aportó un local y mucho de su tiempo personal, a cambio pedía seriedad y que todo estuviera enfocada al bien general de la música y del amor por la música. Una vez la NYRP estuvo funcionando de manera autónoma abandonó su gestión y dejó al cargo en 1978 a Judy Weinstein, un miembro del equipo de las loft parties. El éxito de la NYRP hizo que surgieran otras record pools con planteamientos más o menos similares, de hecho una de ellas estuvo dirigida por Eddie Rivera, un miembro de la NYRP. El modelo de promoción de las record pools sigue existiendo hoy en día en formato digital y se las conoce como promo pools, en España no son excesivamente populares, aunque en EEUU y algunos puntos de Europa siguen siendo muy populares entre DJs y existen incluso promo pools especializadas en géneros concretos.

¿Quieres escucharle?

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David Mancuso sigue muy ocasionalmente celebrando fiestas al estilo The Loft. Y cuando digo muy ocasionalmente quiero decir que por lo que he podido averiguar este año celebró únicamente una en Japón. Ha participado en algunos documentales dando su punto de vista sobre la importancia de los sound systems en clubs, y ocasionalmente concede alguna entrevista.

Creo que la influencia que ejerció sobre la cultura de club, la creación de espacios The Loft dedicados al disfrute personal de forma social empleando la música como herramienta y la diversidad como contexto, su labor como selector musical obsesionado con mantener la esencia original de la música, así como el trabajo por facilitar a los DJs el acceso a la música mediante la creación de la primera record pool en unos tiempos en los que las comunicaciones no eran nada parecido a lo de ahora, le otorgan a David Mancuso por derecho propio un puesto de honor en la historia de la música de baile. ¿Quieres escuchar cómo pincha? En Mixcloud hemos encontrado esta sesión de Mancuso de cerca de 3 horas, no estoy seguro de cuando fue grabada –creo que entre 2003 y 2006– pero merece la pena escucharla para conocer mejor la faceta de selector de Mancuso. Pasadlo bien.

Teo Tormo
EL AUTOR

He trabajado como productor musical y discjockey. Desde hace años investigo y analizo la tecnología musical aplicada al DJ, buscando siempre las herramientas más innovadoras y observando su impacto en la industria musical.

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