¿Los artistas necesitan dinero para vivir?

Endre
#1 por Endre el 12/11/2018
Lucía Márquez escribió:
¡Última hora! ¡Atención, atención! Contrariamente a lo que cuentan las leyendas urbanas resulta que los artistas plásticos necesitan dinero para vivir. Sí, así como suena: no les valen palmaditas en la espalda y agua de lluvia para permanecer en pie y seguir interpelando a la sociedad a través de sus obras. Sin embargo, las dinámicas económicas que imperan en la actualidad parecen empeñadas en demostrar lo contrario. No en vano, el 46,9 % de los españoles entregados al laberinto de la creación visual asegura no ingresar mediante su actividad más de 8.000 euros anuales. O lo que es lo mismo, casi la mitad cobra menos del salario mínimo. ¿Queréis otra dosis de escalofríos? Entonces quizás os interese saber que el 73,8 % de quienes trabajan en disciplinas como la pintura o la escultura deben recurrir a otras fuentes de ingresos para aspirar a algo tan elevado como subsistir. Vamos, que las latitudes que habitamos no parecen ser el escenario idóneo para dedicarse al universo de los lienzos o la cerámica.

Las apabullantes cifras corresponden al estudio La actividad económica de los artistas en España, coordinado por Isidro López-Aparicio (Universidad de Granada) y Marta Pérez (Universidad Antonio de Nebrija). Publicado originalmente en 2017, su nueva edición actualizada y revisada será presentada por los autores el próximo 16 de noviembre en la Fundación Mainel durante la charla ¿De qué vive hoy un artista visual? Con este trabajo, el de mayor envergadura realizado hasta ahora en el sector y centrado específicamente en los profesionales, los docentes buscaban capturar un instante a través de cifras concretas, hacer una foto fija de un ecosistema complejo y sobre el que no se tenía información tan específica. Así el estudio radiografía la coyuntura vital de los artistas desde un punto de vista cuantitativo, apuntalando con estadísticas las percepciones acumuladas. Para ello, pusieron en marcha una encuesta online en la que participaron más de mil creadores.

“Era una demanda altamente solicitada por todo el sector”, explica Marta Pérez. Y es que, desde que la crisis económica comenzó su salvaje galope por las vivencias individuales y colectivas de este país, el mercado del arte “ha sufrido muchísimo, sobre todo en lo que corresponde a los propios creadores, el eslabón más débil en esta cadena”, señala la experta. Además, el estudio nació con voluntad propositiva. “Queríamos aportar datos concretos sobre este ámbito que pudieran servir para el desarrollo del Estatuto del Artista: sus dinámicas laborales, ingresos, situación fiscal”. Así, los contenidos presentados por el trabajo primigenio nutrieron el documento que fue aprobado por unanimidad el pasado mes de septiembre. “El estudio ha resultado fundamental porque era el único sector específico que no tenía datos actualizados y sin datos no se puede concienciar. Ha sido vital para que no nos quedemos en comentarios de bar”, apunta el docente de la Universidad de Granada.

Para Isidro López-Aparicio esta visión tan sistematizada sobre el panorama de los artistas, no se había desarrollado suficientemente hasta ahora debido a dos asuntos clave. “Por un lado, la falta de estructuración profesional dentro del sector, que no cuenta con los aparatos organizativos, sindicales y de financiación que pueden encontrarse en otros ámbitos como el cine o el teatro. Hay mucho asociacionismo, sin capital y músculo suficiente para realizar este tipo de proyectos de forma periódica. Lo normal es que el estudio hubiera sido costeado por el Ministerio de Cultura, pero no ha ocurrido así, ha dependido de que Marta Pérez y yo nos comprometiéramos a realizarlo”. La segunda problemática que ha impedido hasta ahora la proliferación de análisis como el suyo es la ausencia de un “censo definido sobre quién es artista y quién no, pues eso hace que el campo de estudio sea mucho más complejo”.

Previamente a este trabajo, los interesados en la materia podían acudir a La dimensión económica de las artes plásticas y visuales en España, el informe elaborado en 2006 por la Associació d’Artistes Visuals de Catalunya, “fue la primera aproximación desde un punto de vista monetario al rendimiento y retribución de los creadores, pero se gestó antes de la crisis y en un contexto muy diferente al actual. Además, hace más hincapié en las industrias culturales que en el proveedor básico: el propio artista”, indica la profesora. El torbellino social y económico experimentado en los últimos 12 años imponía, pues, salir a la caza de nuevas cifras.

Precariedad bajo la alfombra

Un fantasma sobrevuela la mayoría de párrafos que integran esta publicación: la precariedad, el mal que emponzoña muchas de las trayectorias laborales (y vitales) contemporáneas. Un elemento que para Pérez está entroncado “estructuralmente y por desgracia” en la escena artística española, aunque su situación se viera agravada por el descalabro colectivo que supuso la crisis: esta industria era “tan frágil” que el hundimiento de la economía “repercutió en ella de forma dramática”, sostiene López-Aparicio. La precariedad se filtra por debajo de las puertas, se cuela por rendijas y grietas, invade sigilosamente las rutinas y adopta el disfraz de aquello que llamamos normalidad. “Es algo bastante asumido por los artistas, lo cual no deja de sorprendernos”, indica la especialista, para quien “el artista profesional, como el resto de profesionales de cualquier sector, tiene derecho a vivir de su trabajo. Por lo tanto, hay que buscar la forma más idónea de canalizar esa labor dentro de las necesidades de nuestra sociedad y del sistema de arte”. De momento, solamente el 32% de los encuestados mantiene relaciones estables con las galerías y únicamente un 25% declaró que sus ingresos habían mejorado desde 2008.

Precisamente en su aclamado volumen El entusiasmo (Premio Anagrama de Ensayo 2017), Remedios Zafra disecciona con lucidez cómo el aspecto vocacional de muchas actividades creativas acaba provocando que sus protagonistas acepten condiciones laborales paupérrimas y situaciones vitales cargadas de incertidumbre e inestabilidad con tal de poder dedicarse ‘a lo suyo’, aunque sea de forma sumamente precaria (sí, de nuevo esa palabra). Una tesis con la que Pérez comulga a pies juntillas: “independientemente de que el artista consiga rentabilizar su trabajo, va a seguir produciendo, porque la necesidad de crear, en muchos casos, se separa del resultado económico que obtenga de ello. A veces se acepta trabajar gratis o cobrando sueldos que serían absurdos en otros campos. Y la gente lo hace encantada porque se siente retribuida, en parte, por su propio trabajo. Les compensa emocionalmente”, indica.

Como resalta Zafra en su texto, “en algún momento de nuestra historia hablar de dinero cuando uno escribe, pinta, compone una canción o crea se hizo de mal gusto”. Así, la ilusión por sacar adelante las propias iniciativas adopta a un tiempo la forma de cohete espacial con el que surcar los firmamentos creativos y yugo que imposibilita el desarrollo de un proyecto vital estable en el tiempo. El deseo de crear prevalece, aunque a menudo deba enfrentarse a las facturas apiladas y otras tantas obligaciones del mundo adulto. “Muchas veces las instituciones se aprovechan de esa vocación. También sucede que frecuentemente se ponen en marcha políticas culturales que no tienen ningún sentido porque están gestionadas por individuos que no tienen experiencia ni formación al respecto”, apunta el profesor.

Entre las novedades de esta segunda edición, se encuentran datos provenientes de organismos como la Agencia Tributaria, la Seguridad Social y Eurostat “que nos han permitido calcular de forma aproximada el número total de artistas profesionales en España: unos 25.000”, indica Pérez. Como aspecto complementario en esta remozada versión del estudio destaca la incorporación de un análisis cualitativo “muy importante, puesto que hemos logrado poner en común los resultados con los creadores”, añade. Otra cuestión señalada es la brecha de género existente en el mundo del arte (sí, aquí también). Así, la especialista apunta a que “hay menos mujeres trabajando en condiciones estables con galerías, menos mujeres expuestas en ferias y menos también en los museos de corrientes contemporáneas. Es evidente que la visibilidad de los hombres en este sector es mucho mayor. Por ejemplo, en Arco 2018 las artistas representadas en la feria eran solamente un 25%”.

Si abrimos el plano, la posibilidad de que la sociedad asuma la actividad artística como un oficio más adopta los ecos de una odisea. “Todavía existen muchos prejuicios y estigmas al respecto. Es muy difícil que la ciudadanía entienda este tipo de trabajo como una profesión a la misma altura que cualquier otra”. No ayuda tampoco que el utilitarismo se haya impuesto en los últimos tiempos como estandarte del discurso oficial. La productividad y la funcionalidad se erigen en valores absolutos, circunstancia que según Pérez “asusta bastante, porque nos da la idea de un futuro próximo y medio poco halagüeño. Aunque algo no parezca rentable económicamente a simple vista, es mucho más rentable a nivel emocional, social y de desarrollo que otras actividades en las que se está haciendo hincapié actualmente. La cultura tiene que salirse de las lógicas del capitalismo más feroz: muestra una rentabilidad social que cohesiona a la población y nos hace más libres y más democráticos. Más humanos, en definitiva”.

Así, en su opinión, primar la vertiente monetaria en estas disciplinas frente a la capacidad imaginativa, la exploración o la innovación “va en perjuicio de la calidad cultural que esperamos tener más adelante. “Aunque muchos artistas no quieran admitirlo, la pobreza es una gran herramienta de control, porque cuando solamente puedes pensar en subsistir acabas abandonando gran parte de esas posiciones críticas”, apunta López-Aparicio, quien señala como muchas veces los procesos de investigación y reflexión “resultan invisibles a la sociedad, pero en realidad, son etapas en las que uno está desarrollando su profesión, aunque no confeccione un producto concreto. Es de esas fases de las que nacen los nuevos estímulos y deben ser considerados como períodos activos de trabajo”. En este sentido, para los autores resulta especialmente preocupante que el 83,2% de los artistas declaren haber cotizado menos de cinco años a la seguridad social, con la consiguiente incógnita que se plantea en el horizonte sobre cómo acceder a una pensión por jubilación derivada de su actividad.

El artista es su propio mecenas

De las conclusiones obtenidas en su estudio, los expertos destacan que es el sector del arte “el que se subvenciona a sí mismo”. Así, López-Aparicio no duda en señalar que los mayores mecenas “son precisamente los propios artistas”. “Cuando un autor expone en una galería no se le adelantan todos esos gastos que va a requerir su trabajo: investiga, pinta sus cuadros, esculpe, realiza sus vídeos y fotografías…Toda esa producción previa la realiza por su cuenta. Es muy difícil que de esa exhibición se venda lo suficiente como para cubrir todo el capital adelantado por el artista, con lo cual, no es capaz de rentabilizar económicamente su modus vivendi”, señala Pérez, quien además indica cómo en muchos centros culturales “se pagan honorarios a los comisarios y a los montadores de las muestras, pero no a la persona que ha desarrollado las piezas”. El doble filo del entusiasmo, de nuevo, toma las riendas de la situación e impone la vocación como la gran medida de referencia, el faro que guía en mitad de las tempestades laborales. “A menudo es necesario que los creadores echen mano de su familia, su pareja o sus amigos para poder mantenerse. Son ellos quienes estás financiando el mundo del arte de una manera mucho más amplia que las instituciones”, añade el docente.

Y ese ya tan manidísimo, mostoso y sobado lugar común del Spain is different se torna aquí en maldición bíblica: basta echar un vistazo a la situación de las industrias culturales en países como Francia, Reino Unido o Canadá para comprobar los frágiles hilos sobre los que caminan las artes en nuestras coordenadas. Un término aterriza en este párrafo decidido a imponer su ley: contexto. “En numerosas ocasiones se intentan extrapolar a España las medidas que han tenido éxito en otros lugares, como Finlandia, y no funcionan porque los contextos son muy distintos, es necesario tener muy en cuenta el entorno en el que se realizan las acciones y comportarse en consecuencia”, indica López-Aparicio. De momento, estos dos expertos están tratando de poner los mimbres para que desde los poderes públicos se confeccione dicha cesta. Finalizamos este recorrido por las esquinas de la precariedad artística portando bajo el brazo dos recordatorios. El primero es que los pinceles y otros sospechosos habituales quizás no entiendan de balances contables o índices de productividad, pero sí de empapar el espíritu, cortar la respiración y marcar un punto de inflexión en nuestra existencia. El segundo, que los creadores plásticos de 2018 todavía no han aprendido a hacer la fotosíntesis, por lo que necesitan algo más que la luz solar para continuar respirando unos cuantos días más.
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D4v & DeKa3r Records ©
#2 por D4v & DeKa3r Records © el 12/11/2018
Gracias por este párrafo. Lo he leído al completo y describe la realidad del "todo gratis" basado en el sistema capitalista actual, aunque no sólo es aplicable al arte, también existe en otros sectores (tanto en lo público cómo en lo privado) denominados "voluntariados", por trabajar y ahorrarse todos los trámites remunerados en determinadas cuestiones sociales, recaudación de fondos para actos benéficos, etc; y esto también es el mismo problema qué expone este párrafo #1 .

Nada es gratis, siempre habrá alguien pagando detrás. En cuanto al contexto musical, cada creador ó creadora es dueño/a de sus obras, pero sí no consiguen sobrevivir de ello tal vez este párrafo #1 sea un rayo de luz para qué puedan hacer la fotosíntesis cómo bien dice al final del mismo.
Saludos.
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Endre
#3 por Endre el 12/11/2018
D4v & DeKa3r Records © escribió:
Gracias por este párrafo.

Gracias a ti por tomarte la molestia de leerlo. :birras:
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Tabu Playtime
#4 por Tabu Playtime el 12/11/2018
Buen artículo, tragicómico.


Endre escribió:
“se pagan honorarios a los comisarios y a los montadores de las muestras, pero no a la persona que ha desarrollado las piezas”


Jjjjhj
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El palanganero del bobo Baneado
#5 por El palanganero del bobo el 12/11/2018
Es mejor para los artistas no tener dinero, si lo tuvieran lo malgastarían en poppers y drogaína.
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Last System
#6 por Last System el 12/11/2018
Endre escribió:
La cultura tiene que salirse de las lógicas del capitalismo más feroz: muestra una rentabilidad social que cohesiona a la población y nos hace más libres y más democráticos. Más humanos, en definitiva”.


nos quejamos que cobramos poco ,.....pero también del Capitalismo

...manda carallo !! :fiesta:
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Dogbert
#7 por Dogbert el 12/11/2018
Los artistas no necesitan dinero, pueden vivir de "te mencionamos en los créditos" y como no, del "amor al arte".

:fiesta:

.
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Capitán kokorikó
#8 por Capitán kokorikó el 12/11/2018
Dentro de muy poco, dos o tres años...cinco como mucho, ya no tendrá sentido un hilo como este. Os dejo un articulillo que he encontrado por ahí, creo que tiene las claves para saber por donde van a ir los tiros...

En 2016 la compañía de tecnología IBM creó Watson Beat, un software que ha analizado millones de canciones y es capaz de producir una melodía artificial. La idea es que los músicos la utilicen como guía cuando se sientan estancados o que quieran probar cosas distintas. Estos le pueden pedir al programa un ritmo cualquiera sobre el que pueden construir su propio tema musical. Watson incluso puede sugerir frases y palabras populares para elaborar las letras de la canción.

"La canción Not Easy de Alex Da Kid (una canción en donde, en palabras de la revista Rolling Stone, “lo primero que te golpea es la emoción, la guitarra nostálgica, los coros emotivos”) fue creada usando esta tecnología.

Watson es, quizás, el programa de I.A. más reconocido. Pero está lejos de ser el único. Jukedeck, por ejemplo, crea canciones según el género, los instrumentos, la duración y velocidad que prefiera el usuario. Luego venden la licencia de uso por $0,99 USD para personas naturales o $21,99 USD para grandes empresas. También se pueden comprar los derechos de autor por $199 USD. Hoy, la compañía ha creado más de 500.000 canciones y la usan varias empresas (como Coca-Cola o Google) que buscan música de fondo para sus comerciales."

La cosa será así: sacarán un buen soft, y dirán que es para ayudar a los creadores. Después harán millones de metros sonoros para cubrir esa música de fondo que hay pegada al cincuenta por ciento de todo lo que se menea. Y el final es que sí, aún quedarán un diez por ciento de los miles y miles de músicos, que ahora se ahogan lentamente intentando sobrevivir con una miseria. Y ese diez por ciento se harán cargo de todo lo que aún requiera algo de energía humana para funcionar.
No me cuesta visualizar un poderoso software haciendo bandas sonoras, perfectamente épicas, dando el pego en cientos de producciones de segundo y tercer nivel.

Pero ante todo, mucha calma. Cuando se inventó la rueda se quedaron sin trabajo muchos porteadores. Sé la ví.
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kamikase ♕ ♫
#9 por kamikase ♕ ♫ el 12/11/2018
Endre escribió:
“en algún momento de nuestra historia hablar de dinero cuando uno escribe, pinta, compone una canción o crea se hizo de mal gusto”
Buena Frase de Zafra. Cada vez que uno cobra lo que uno estima vale su "trabajo", te quedan mirando como si estuvieras loco. Esto en cada especialidad, claro, si hay niños que se bajan el Photoshop y se autoproclaman "diseñadores" o "ilustradores" y cobran una milésima parte de quien ha estudiado por años la especialidad de diseño, arte o publicidad.
No mencionemos lo que ocurre cuando alguien pregunta: ¿en qué trabajas? Si uno responde "soy músico", el otro vuelve a preguntar... Ya, pero...¿en qué trabajas? Como si ser músico, compositor o simplemente artista fuera un hobby.

Triste la realidad del arte en general. Lo peor es que ya no hay mecenas...
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Endre
#10 por Endre el 13/11/2018
Capitán kokorikó escribió:
Os dejo un articulillo que he encontrado por ahí, creo que tiene las claves para saber por donde van a ir los tiros...

Es un artículo interesante y creo que plantea un futuro más interesante si cabe. No estoy de acuerdo con las suposiciones. Es imposible adivinar el futuro, pero yo creo que las cosas no van a ir por ese camino. No creo que desaparezca la figura del músico.

Actualmente hemos llegado a una situación donde hay que crear mucho material con calidad suficiente (pero no excesiva) para sobrevivir. Hay muchas producciones y se requieren empresas cada vez más grandes para poder atender a la demanda.

La democratización de la tecnología no parece estar funcionando como algunos pensaban. Ser músico no es cuestión de tener fácil acceso al equipo. Por tanto, esa cantidad de presuntos profesionales no son capaces de dar la talla y se quedan fuera del mercado.

Ahi es donde creo que entrarán las Inteligencias Artificiales. Cada vez habrán más producciones donde se necesite el nivel justo que parece ofrecer una IA, cumpliendo plazos, económicamente competitivas, obedientes y en ausencia de sindicatos o convenios.

Y los humanos, en nuestro habitual sentido de rebaño, acudiremos a conciertos de humanos, donde los músicos de verdad se ganarán la vida.

El resto disfrutará de la tecnología como una afición en su domicilio y todos contentos.

O puede que se pierda el control de las IA y nos enfrentemos a una distopía sonora, que también es una alternativa interesante.
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Synth Werk
#11 por Synth Werk el 13/11/2018
#8
Papel higiénico por 90.000 dolares.
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Mierda de artista por 275.000 euros.
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Ahora el arte ganan mucho dinero en el mundo de los negocio.
todo esa foto que salen no tienen ni pizca de talento y ganan dinero.
la música comercial para mercado de masas mueven millones.
¿Ahora cual es el problema?
El problema que no piensa el arte como si fuera negocio.
no tienes capital para crear una canción comercial para las masas, no tienes talentos para hacer negocio en la música, no tienes contacto importantes para que las gente te escuchen, no hace publicidad, tu música es mierda para las masas pero para gente inteligente, pues, no.
Es practicamente vender el alma al diablo porque las masas no le gusta la música culta o inteligente.
Si quieres vivir en la música tienes que aprender teoria músical como forma de negocio, música de negocios, tener capital, hacer networking, hacer música de masas y ser guapo.
La mayoria de los músico famosos vienen en una familia rica o simplemente tenia talento, trabajo inteligente para hacer la música y contactos de personas que trabaja en la industria musical.
Tu vida no puedes comparar con un artista de cisne negro.
No puedes porque son destino diferente.
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Saludos.
Synth werks.
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Klaus Mari Kong
#12 por Klaus Mari Kong el 13/11/2018
Endre escribió:
Precisamente en su aclamado volumen El entusiasmo (Premio Anagrama de Ensayo 2017), Remedios Zafra disecciona con lucidez cómo el aspecto vocacional de muchas actividades creativas acaba provocando que sus protagonistas acepten condiciones laborales paupérrimas y situaciones vitales cargadas de incertidumbre e inestabilidad con tal de poder dedicarse ‘a lo suyo’, aunque sea de forma sumamente precaria (sí, de nuevo esa palabra).


Ya os comenté este mismo ensayo hace unos meses.

--157413-- escribió:

El doble filo de la vocación creativa y la precariedad laboral
http://www.valenciaplaza.com/el-doble-filo-de-la-vocacion-creativa-y-la-precariedad-laboral

Alguien escribió:
La precariedad, la frustración y la desilusión en relación al reconocimiento y la compensación económica no son patrimonio exclusivo de escritores, músicos, artistas plásticos o actores. Pero hay quien piensa que en estos colectivos opera una dinámica perversa –porque en parte es autoinfligida-. Es lo que la escritora y profesora universitaria Remedios Zafra (Zuheros, Córdoba, 1973) denomina “plus de entusiasmo”. Un excedente vocacional que actúa como un arma de doble filo: por una parte es un motor de existencia, que lleva a emprender nuevos proyectos con ilusión, y ayuda a recomponer una y otra vez la autoestima malherida de quien se ha visto rechazado o ninguneado a lo largo de los años. El reverso tenebroso de este entusiasmo incondicional es -según la autora de El entusiasmo. Precariedad y trabajo creativo en la era digital (Anagrama, 2017)- que “sienta las bases de una explotación contemporánea” que convierte a los entusiastas en “agentes partícipes de su propia subordinación”. “El sistema capitalista está sembrado de motivados colaboradores, investigadores y contadores de sí mismos que se exigen la máxima dedicación, entrega y sonrisa, como inercia que augura reconocimiento, quizá trabajo, quizá futuro”.


Y no hace mucho:

The Real Klausmaria escribió:
el mundo del arte es también un coto cerrado para pijos, básicamente:

El informe que revela que la cultura es sólo para los hijos de la élite
https://www.elconfidencial.com/cultura/cine/2016-03-22/el-informe-que-revela-que-la-cultura-es-solo-para-los-hijos-de-la-elite_1172362/%22

Alguien escribió:
Sus investigadores analizaron 402 encuestas cumplimentadas por actores y entrevistaron a otros 47 para conocer su trayectoria profesional y su origen social y hallaron que el 73% de los actores y actrices provenían de una clase social favorecida (eran hijos de directivos y profesionales cualificados) mientras que el 27% restante pertenecía a familias con menos recursos (los padres eran cuadros intermedios o realizaban tareas manuales o que precisaban escasa formación).


Alguien escribió:
Desde el periodista hasta el consultor pasando por el abogado o el economista, sus posibilidades reales de ejercer la tarea para la que se formaron pasa por variables que tienen que ver, de un modo u otro, con la riqueza y con las conexiones. No es extraño, entonces, que la cultura se esté convirtiendo en un lugar donde gente con dinero produce obras para gente con dinero.


Los de Genesis eran básicamente pijos que se conocieron en su selecto colegio privado, al igual que los Metallica, incluso algunos que van de "obreros" resulta que son hijos de familias muy acomodadas... y no hace falta irse al mundo anglosajón, échale un vistazo al árbol familiar de casi toda La Movida, básicamente niños bien.

Sólo ellos tienen los contactos, el tiempo y el dinero para poder acceder al estrellato.
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Grumo
#13 por Grumo el 13/11/2018
#6 El capitalismo implica precisamente que el trabajador no se lleve los beneficios que genera.

Me parece que se confunde mercado y comercio con capitalismo, como si no hubieran existido antes e independientemente de la forma de relacionarse social y económicamente en el sistema actual.
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Grumo
#14 por Grumo el 13/11/2018
#8 Los robots, la automatización, la IA, la tecnología, etc. siempre supondrá la pérdida de ciertos trabajos, porque para eso se inventó la palanca, la polea o la rueda: para evitar trabajo y esfuerzo. Sí es verdad que supondrá nuevos empleos, pero de una cualificación y especialidad mucho mayores que los que hacen desaparecer.

El problema está en quién es el dueño de la tecnología, del negocio, de la empresa, etc. Que es quien primero se beneficiará del avance. Si yo tengo que cargar con sacos e invento una carretilla, el beneficiado seré yo. Pero si en mi empresa descubren que un bot puede realizar gran parte de mi actividad, estaré jodido. Por eso los ludditas reventaban máquinas, porque no eran sus propietarios y, en vez de mejorar sus vidas, las empeoraban, no por la tecnología en sí.

Por otra parte, el arte y la posibilidad de generar plusvalía, son algo propio de los seres humanos, y ningún animal ni máquina podrá hacerlo. Así que los robots podrán crear música, y podrán suponer pérdida de empleos e ingresos para muchos, pero nunca podrán hacer lo que hacemos los humanos.

Afortunadamente hoy en día es cada vez más factible para un artista ser su propio "dueño", sin tener que alimentar a ningún advenedizo que le parasite. Como decía el otro día el de Music Radar Clan, los Beatles parece ser que sólo se llevaron un 1% de los beneficios que generaron.

Qué bien tan mal...
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Grumo
#15 por Grumo el 13/11/2018
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