Grabación

El músico clásico en el estudio: guía rápida de supervivencia

La violinista Diana Yukawa en Abbey Road

Cada vez más, y debido a la tendencia de los últimos años de expansión gracias al desarrollo y abaratamiento de las nuevas tecnologías, vemos más instrumentistas clásicos metidos en un estudio de grabación. Este entorno, aunque cada vez es más frecuente, todavía sigue generando cierta tensión por lo desconocido, fundamentalmente porque a lo largo de los más de 14 años de estudios musicales que ha desarrollado un músico, existe proporcionalmente muy poca enseñanza obligatoria en lo que respecta a las nuevas tecnologías, con la salvedad de ciertas asignaturas, siendo esto algo muy dependiente del plan de estudios de cada conservatorio. Por ello, nos encontramos que, salvo que el músico clásico haya sido autodidacta en la materia o su situación personal le haya llevado a entrar en el estudio y a aprender mediante ensayo/error, existe una experiencia reducida en cuanto a entornos de grabación.

Este hecho, por otro lado, es bidireccional. Nos encontramos también en bastantes ocasiones que las personas responsables del lado técnico, productores, ingenieros, etc… tienen también otra experiencia reducida en cuanto a repertorio clásico, así como cuestiones estéticas y estilísticas de la música clásica. Dominan los aspectos técnicos y físicos del sonido, unidades de medida, sistemas de microfonía, sonorización, efectos, etc… pero en bastantes casos, al tratarse de grabaciones no tan comunes en lo comercial, no están familiarizados con el estilo de sonoridad y tímbrica final que el músico busca.

Este pequeño manual pretende describir a unos y a otros, y dar pequeños consejos para que el proceso de grabación y producción sea lo más liviano, rápido y fructífero posible.

El sonido

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Un cálculo rápido nos lleva a estimar que un instrumentista clásico puede tocar entre 10.000 y 20.000 horas en su etapa de estudiante (media de 14 años), por lo que podemos decir que sabe perfectamente cómo suena el instrumento que interpreta. Quizá no sabrá explicarlo técnicamente, por lo que las comparaciones con otras grabaciones serán nuestras aliadas. Servicios como Spotify nos ayudarán a elegir sonidos de mercado, obteniendo una referencia para el técnico de sonido. Es una buena práctica por parte de este último solicitar grabaciones de referencia al instrumentista (existen para cada obra del repertorio de música clásica de todos los instrumentos), para tener un marco más o menos delimitado de trabajo.

Aunque paulatinamente este hecho está cambiando, el músico clásico tradicional no quiere saber nada de términos como NT5, C414, Decay, Wet, Comp. Rate, etc… Nunca está de más explicar lo que el técnico va a hacer, pero realmente al músico sólo le importará una cosa: el sonido. Por ello es importante el feedback: hacer varias grabaciones rápidas de pasajes sueltos, probar microfonías, y a continuación realizar escuchas colectivas para puesta en común. Una vez logrado un sonido correcto, es momento de hacer la toma definitiva.

El vocabulario

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Como he citado antes, es labor del técnico conocer el instrumento, y el sonido que produce, aunque cuando el instrumentista describa qué es lo que le convence o no, por falta de formación específica normalmente, utilizará términos especialmente ambiguos e imprecisos, como por ejemplo cristalino, opaco, dulce, metálico, suave, oscuro, brillante, con resonancia, etc… La mayoría de estos términos representan polarizaciones de zonas de ecualización, así como diferentes longitudes/mezcla de reverb, por lo que es recomendable tener preparados varios preajustes de refuerzos de graves, medios, agudos, y sus combinaciones, así como tres o cuatro ajustes de reverberación. Balanceándonos entre esos ajustes, en presencia del músico, conseguiremos llegar al objetivo deseado con más fluidez.

La preparación

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Entrar en un estudio es algo poco usual para el instrumentista clásico medio. Por ello es bueno, previo a la grabación, una pequeña reunión explicando cuales van a ser los pasos a seguir, y las recomendaciones. Aspectos como usar auriculares mientras se graba, o estar sujeto a una claqueta en caso de que la grabación lo requiera, pueden ser no tan triviales. En este último caso, es más que recomendable enviar una secuencia (MIDI o de sonido) al músico con las pistas de referencia y/o una claqueta, para que ensaye previamente.

Por otro lado, el técnico ha de tener en cuenta quizá uno de los puntos más fundamentales del músico clásico: su instrumento es sagrado. Eso significa que, salvo que el músico esté utilizando otro instrumento del estudio o uno específico para grabaciones y no ponga impedimentos, cualquier tipo de adhesivo, pinza, o manipulación directa del mismo ha de ser previa y obligatoriamente consultada a su dueño. Sin excepciones.

MSR Studios. Álbum

La indumentaria

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Aunque parezca mentira, éste es otro punto importante a la hora de grabar en estudio. El músico clásico se mueve, a veces bastante, y el propio rozamiento del vestuario puede producir ruidos, totalmente indeseables en el objetivo de la grabación. Una serie de advertencias previas al músico sobre ello, incluyendo en ello pulseras, relojes, pendientes, suelas de goma, etc… pueden ahorrar muchos problemas posteriores.

La ejecución

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Entrando ya en la parte musical, encontramos dos casos en los que el clásico suele entrar en el estudio. El primero es el de realizar una grabación de repertorio clásico, en la que la música está totalmente prevista y escrita, y el segundo es en la introducción de un sonido clásico en música moderna, siendo a veces improvisado. Éste último es el causante de muchos problemas y pérdida de tiempo en el estudio.

El motivo principal es que, al igual que la formación tecnológica hasta hace unos 10 años, la formación en músicas de estilo improvisatorio (Jazz) ha quedado relegada a un segundo plano en la formación de conservatorio, siendo algo totalmente autodidacta en muchos de los casos, mientras que el aspecto virtuosístico se queda ligado al repertorio clásico. Por ello, con más frecuencia de la deseada, ocurre que músicos a los que literalmente no se le ven los dedos cuando interpretan repertorio clásico se quedan totalmente parados tras pedirle que improvise una melodía sobre una secuencia de acordes. Para evitar este problema y la consiguiente pérdida de tiempo, en estos casos será altamente deseable la realización previa de la idea musical o improvisación, y la posterior escritura en notación musical. Ahorrará bastantes inconvenientes en el momento de la grabación, y los resultados serán altamente satisfactorios.

La validación

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Puede ser que el instrumentista clásico no posea formación técnica, no domine unidades como los decibelios o valores absolutos en hercios, no sepa qué es un patrón hipercardioide, pero si algo tiene desarrollado de una manera incomparable es su oído. Por ello, una vez obtenida la grabación, ya sea en etapas iniciales, o al final de la masterización, el peso de la opinión del músico ha de adquirir una dimensión añadida, en cuanto a afinación, interpretación, validez estética, sonoridad, etc…

Consideraciones finales

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El contenido de esta pequeña guía de supervivencia es fruto de la experiencia, y, por supuesto, he generalizado la mayoría de los casos que he encontrado. Ni que decir tiene que no todos los músicos clásicos cumplen todas las características enumeradas, ni ocurre lo mismo con todos los técnicos/ingenieros/productores. De hecho, gracias a la progresiva (pero lenta) modernización de los centros educativos de música, y apertura de los centros de enseñanza audiovisual a la música clásica (menos productiva económicamente), estos polos se van encontrando cada vez más cerca, consiguiendo que las dificultades de comunicación entre las diferentes partes sean cada vez menores, dando lugar a productos de más calidad y con gran satisfacción final de las partes.

Álvaro L. Maroto Conde
EL AUTOR

Profesor de Composición Electroacústica y Estudio de Grabación en el Conservatorio Superior de Música de Córdoba.
Ingeniero informático.

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