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El oído mental, generando conciencia sonora

Nuestros oídos son quizá el instrumento más importante que podamos tener en nuestro arsenal de herramientas para crear sonido. Y cuando hablo de oído no sólo me refiero a la parte del cuerpo encargada de percibir sonido, sino a todo el proceso interno que sentimos, lo que ocurre en nuestra mente y se estimula a partir de la escucha. Sea cual sea la labor. La simple escucha, la música, el diseño sonoro, composición, investigación, ecología, arte, etc. Pienso que desarrollar una conciencia entorno al sonido es de suma importancia para nuestra vida como seres humanos. Actuar como seres abiertos a sentir y a partir de ahí expandir nuestra vida.

Considero que cada quien es capaz de entrenar sus sentidos y su mente para que logre valorar la información sonora desde una perspectiva tanto sistemática y controlada, como intuitiva y más ligada a lo que sentimos de forma instintiva como seres. De allí se deriva la reflexión, donde está lo que tal vez pensemos acerca del significado, cualidades y variantes que los sonidos que puedan poseer los sonidos que escuchamos. Lo interesante de todo esto es poder desarrollar en nosotros mismos la capacidad de tener múltiples apreciaciones de la información aural. En otras palabras, que podamos ser capaces de escuchar desde muchas perspectivas y de formas diferentes, y que nuestra conciencia sonora represente algo más en nuestras vidas que una simple labor de recepción y percepción sistematizada, ya que mediante nuestra intuición y naturaleza, es mucho lo que podemos obtener a partir de lo que escuchamos. Se trata de utilizar los oídos como un puente de no solo sonido, sino sensaciones, emociones, pensamientos. Abiertos a sentir.

Tomemos el sonido como si fuera información. Muchísima información constantemente siendo enviada a nosotros debido a perturbaciones en el espacio. Digamos que nuestro cuerpo capta esa información, desde su parte sensorial, y en los oídos se captura determinada información la cual es procesada e incluso almacenada (memoria sonora), donde ocupa un lugar de la mente desde el cual interpretamos y decidimos que hacer con los datos obtenidos. Esta información puede ser digerida sin interés, sin pensar en lo que se escucha, solo percibirla y sentirla; Entregarse a escuchar y a no buscar definiciones en los sonidos. Sin embargo, en este punto creo que es donde nosotros mismos tenemos control sobre lo que se puede hacer con la información sonora. Podemos juzgarla de entrada, y de inmediato desechar o aceptar la información, o podemos detenernos para ir más a fondo en lo que estamos recibiendo y encontrar muchísimas cosas más en el instante.

En el budismo zen, hay un proceso importante durante la meditación, y es donde se entrena la toma de conciencia en un momento donde te entregas a los sentidos. Con cualquier sensación, la mente tiende a catalogar las cosas en tres grupos: lo que agrada, lo que no agrada, y ante lo que se es neutro, causando respectivamente tres resultados: interés, rechazo, e ignorancia. Para quienes practiquen la meditación, entenderán que muchos de los eventos que se viven dentro del proceso, son parte de la vida misma y el aprenderlos dentro de la medicación es aprenderlos a aplicar "fuera" de esta. Me atrevería entonces a tomar estas tres reacciones para asemejarlas a nuestro proceso de escucha específicamente ya que en nuestros oídos es donde yace un momento crucial, donde tenemos la oportunidad de literalmente detenernos, a escuchar de una forma atenta, profunda, tratando de digerir la información de la mejor manera.

A menudo cuando le pregunto a las personas acerca de los sonidos que escuchan, me responden muchas veces con clasificaciones más inclinadas a un lado estético o según los tres elementos mencionados en el párrafo anterior: Si generalizamos, los sonidos son percibidos y analizados como algo "molesto" (no agrada), agradable, o neutro (sonido que ignoramos. Entonces se genera esta tendencia a pensar que los sonidos son simple información que basta con recibirla de forma inconsciente, tomando conciencia de este únicamente cuando interfiere en nuestro bienestar, cuando nos molesta. Como si nos volviéramos neutros ante nuestros sentidos. Como si la misma sociedad y el sistema que nos rodea se empeñara por volvernos ajenos de sentir.

Aparte de lo que consideramos como música, ¿cuánto sonido encontramos agradable? ¿Cuántos paisajes sonoros somos capaces de recrear dentro de nuestra memoria? Hago a un lado lo que comúnmente se conoce música, ya que esta es sin duda una de las fuentes sonoras que más nos vemos interesados en digerir, adquirir, escuchar. Por la música hay quizá un mayor interés por parte de los humanos y de hecho lo que encontramos en ella es lo mismo que podemos encontrar en el mundo real: timbres, melodías, ritmos, emociones, armonía, imaginación. Poco a poco el sonido se ha ido volviendo la música misma, debido al interés del hombre de expandirse. Desde los tiempos de John Cage, muchos cuestionamientos han surgido acerca de la existencia de los sonidos y su valor musical genuino. De como cualquier sonido puede ser considerado música, y no únicamente por sus cualidades, sino simplemente por la trascendencia o valor que pueda llegar a tener sobre una persona. Porque naturalmente escuchamos y si analizamos nuestros sentidos, todos llevan a lo mismo, por tanto todos se conectan desde la misma conciencia. Llámese significado, emoción, explicación, o simple sensación. Los humanos podemos llegar a desarrollar una conciencia sonora cada vez más hábil que nos permita evaluar la información auditiva de una forma amplia, como si de música se tratara, y que a su vez nos brinde nuevos medios para conectar el sonido con no solo lo que pensamos, sino tambien lo que saboreamos, olemos, tocamos, y vemos. Lo que ves es audible. Lo que tocas también. Los olores pueden ser melodías. Todo está construido con la misma energía. Todo es transformable si así queremos sentirlo.

El sonido es importante tanto por el lado de la consciencia, como por la experiencia obtenida desde la percepción misma. El hecho de escuchar, sin pensar en lo que emite el sonido, sino lo que suena, ya es de por sí un acto donde nos acercamos al mundo de una forma diferente. De hecho, el mundo sonoro que Cage consideraba como música no era el mismo mundo que vemos. O sea: para él los sonidos no hacen parte de las cosas, sino que conforman una nueva realidad por sí mismos, que si bien está ligada a la realidad que percibimos con otros sentidos, esta no es estrictamente necesaria para la existencia de sonido, por tanto los sonidos pueden ser escuchados desde otras perspectivas, anulando el contexto que puedan tener desde otra realidad o cualquier tipo de definición secundaria obtenido mediante otro punto sensorial de nosotros. En otras palabras, para que podamos escuchar no se necesita nada más que los oídos, y los sonidos no son más que sonidos. No tienen definición, y a la vez la tienen porque hemos querido darsela, pero por naturaleza solo son estímulos. No cargan como tal información, pero a la vez la cargan porque nosotros se la otorgamos. Somos quienes decidimos las definiciones del mundo que inventamos, pero por naturaleza, los sonidos solo existen, solo son. O tal vez no.

Lo interesante es que aparte de la enorme experiencia generada al escuchar, los sonidos pueden ir más lejos en nuestra mente. Cada parte de esa información sonora puede tener tantos significados o interpretaciones como la ciencia del sonido misma. El pasar de los años me ha mostrado que nuestro "oído mental" es bastante variable entre un individuo u otro ya que pese a estar hechos de lo mismo, cada humano filtra las cosas de forma diferente, tiene una voz y una capacidad creadora única.

En el caso de quienes nos dedicamos al sonido, el camino puede ser aún más extenso, ya que entre más "desarrollada" sea nuestra consciencia sonora, más se podrá expandir no solo el panorama de sonidos que podremos escuchar o las cosas que obtendremos de ellos, sino también la valoración que podamos darle a estos, tenga el significado que tenga. Se expande el panorama creativo y la forma como nos conocemos a nosotros mismos. Como comenta Trevor Wishart en su libro "Audible Design":

"La composición de sonidos requiere del desarrollo tanto de una nueva escucha como de capacidades de conciencia para el compositor, y sugeriría también, una nueva disciplina crítica y analítica fundamentada en el estudio de la experiencia sonora misma, en vez de su representación en un texto. Este nuevo paradigma está comenzando a luchar a la existencia contra la inercia de la inmensa sabiduría recibida sobre la "estructura musical".

Considero que la escucha está conectada por nacimiento a la razón, igual a como el orden partiría del caos, y la luz estaría acompañada de sobra. Todo se activa desde lo que percibimos individualmente y en colectividad, por tanto cada persona puede ser capaz de desarrollar dentro de sí sus propios conceptos y formas de apreciar el sonido, y además traducir dichas sensaciones en nuevos sonidos o en otros estímulos, que sean apreciados por otra persona, como si el sonido fuera una experiencia intersubjetiva que yace sobre las definiciones y la percepción. Cada quien le dará un significado, emoción y trascendencia tanto estética como social, cultural, o personal a lo que escuche. Cada quien decide lo que para cada quien es ruido, o música, o armonía. Por esto mismo, pienso que es de gran utilidad conocer otras teorías y formas de pensar entorno al sonido, no con el fin de clasificar la visión propia del fenómeno, sino con el objetivo de enriquecer la conciencia sonora personal, la cual para mí no existe como definición general, sino únicamente como un concepto al que cada quien le dará su nombre y descripción. Es simplemente aprovecharse de la colectividad para expandirla y expandirnos de forma individual.

Yo he hecho la prueba más de una vez. Normalmente, no escuchamos. En gran parte es porque hemos contaminado tanto el ambiente (física y psicológicamente) que ya muchas personas viven sin importarles como es esa informacion sonora... Solo se repele cuando molesta y de resto lo dejamos al inconsciente, de forma pasiva y sin entrar en sí a desarrollar una conciencia capaz de interpretar esta informacion y desarrollar ideas a partir de esto. Por otra parte, vivimos en una cultura visual. Nos miramos todo el tiempo, comparándonos como productos, por lo que aparentamos, como nos vemos y como nos ven. Como si la sociedad funciona más por los ojos que por los oídos. Y por otro lado, hay mucho desconocimiento entorno al sonido. En las escuelas y universidades siguen formando los mismos robots, mediante la imposición forzada de las mismas ideas que llevarán a lo mismo. A seguir creando el mismo sistema estancado. A pocos les mostrarán desde niños que la música ya puede ser considerada más allá de los instrumentos musicales. Que los sonidos del mundo que habitamos pueden tener tantas sensaciones como la música misma, y que de esta realidad sonora está ahí no solo para estimular los oídos, sino para mostrarnos lo que tal vez somos y podemos ser capaces de crear.

Los humanos estamos demasiado acostumbrados a ver. Si nos tapamos los oídos, y solo vemos... sentimos que una "parte" de la realidad se va pero no en sí que se genere una nueva, contrario a lo que pasa si nos tapamos los ojos, y solo escuchamos, ya que facilmente se siente como si la realidad se fuera totalmente, y se generara una nueva a partir del sonido. Puede que si sean realidades diferentes, o tal vez estamos muy acostumbrados a que la realidad es lo que vemos. Tal vez le tenemos miedo a cerrar los ojos, porque eso nos invita a vernos a nosotros mismos. Escuchar es un reto a la conciencia y cuando se empieza a generar un ente consciente en pro del sonido, todo cambia de inmediato. La realidad cambia, lo que te dice el mundo cambia, lo que puedes obtener de este cambia, lo que aprendes cambia, lo que quieres hacer cambia. Ahora sientes. Se despierta una nueva forma no solo de escuchar, sino de vivir, ya que el oído ya no es un simple receptor inconsciente de información básica y pasa a ser un puente sensorial activo dentro de nosotros.

Creo que el primer paso para desarrollar dicha conciencia sonora, parte de la identificación de los sonidos desde varios puntos de vista, ya que, queramos o no, los sonidos existen y cambiarán según su naturaleza. Por más control que tengamos sobre los objetos y las cosas, los sonidos siempre serán externos a nosotros pero igualmente conectados. Existen en el mismo espacio que nosotros pero siempre serán información que captemos y no algo creado en sí por los oídos. Lo que se crea dentro de nosotros es quizá la experiencia. El sentir. La sensación de perturbaciones de sonido y su dimensión, el espacio. Desde esta perspectiva, lo único que podemos controlar es la forma como los sonidos son percibidos y analizados. La forma como escuchamos. Lo que consideramos dentro de nosotros. Nuestra interpretación de la realidad, el mundo que creamos. Esa realidad procesada que aceptamos vivir.

En el libro The Soundscape, R. Murray Schafer realiza una clasificación de los sonidos presentes en el paisaje sonoro, lograda en base a las investigaciones y desarrollos de él y su grupo perteneciente al World Soundscape Project. Schaffer clasifica los sonidos desde lo físico y lo estético. Este último es especialmente interesante, ya que, como comenta R. Murray, lograr una clasificación estética del sonido es realmente complicada porque las personas percibimos el sonido de formas muy diferentes. Nuestra conciencia sonora es siempre diferente. En otras palabras, lo que pensamos estéticamente de los sonidos al presenciarlos, es un fenomeno variable y muy irregular en los humanos, ligado a la subjetividad y a lo que cada quien quiera creer y buscar.

En este orden de ideas podríamos decir que definir una estética sonora se acerca más a lo utópico que a una posibilidad real y creo que es fundamentalmente por la falta de entrenamiento y uso de nuestra conciencia sonora. Por la poca valoración que damos a esa información invisible que llega a nuestro cuerpo. Si esto fuera diferente, tal vez lograríamos desarrollar nuevos métodos de comunicación a partir del sonido, e incluso podríamos escuchar mejor, lograr un mundo con una ecología acústica óptima, y sin la congestión sonora que existe en el entorno de nuestra vida moderna. La estética es algo personal, subjetivo, ya que depende de nuestra percepción individual. Sin embargo, pienso que los sonidos pueden enriquecerse mucho desde esta perspectiva, ya que cuentan con unas cualidades determinadas que nos permiten explorarlos de muchas maneras y a partir de esto relacionarlos con otros elementos del espacio. Así como somos selectivos y clasificamos las cosas en un plano visual, también podemos hacerlo con los sonidos, logrando identificar en ellos cada vez más cosas. Aunque claro, que todo parta desde la percepción, ya que es lo único que podríamos en este caso considerar "cierto". Lo que yo escucho y pienso al escuchar es tan válido como lo que tu escuchas y piensas al escuchar. A fin de cuentas, todos tenemos el mismo rol de exploradores en el mundo y cada quien es libre de encontrar sus propias definiciones de las cosas. De hecho creo que deberíamos hacerlo más a menudo.

La clave al escuchar diría que está en lo que consideremos entre sonidos discretos o activos, a los que nos acostumbramos y los que no. A los que por naturaleza existen, o los que adoptan una posición invasora, lo que nos interesa del paisaje. En mi caso creo que todo es activo si así quiero percibirlo. De hecho, en The Soundscape, Schafer realiza también una interesante exploración por la percepción sonora, y sugiere que el sonido sea identificado en términos de forma y espacio-suelo, igual a como ocurre con la información visual que recibimos. La forma sería la señal sonora, soundmark en el lenguaje de Schafer. Es el punto destacado del paisaje sonoro que exalta sus características por encima del resto y representa un foco de interés particular. El suelo viene a ser el ambiente de sonidos al rededor de la marca sonora, el contexto. Por último Schaffer agrega una última relación, esta vez a partir de la psicología de la gestalt, donde se define un tercer elemento: "field", el cual se refiere al lugar o contexto donde está siendo realizada una observación, en nuestro caso a partir del sonido, definiendo entonces que este tercer elemento vendría siendo el paisaje sonoro mismo, el lugar donde todo está ocurriendo.

A partir de esta relación he generado muchos cuestionamientos, básicamente por la relación que existe entre la forma y el suelo, en muchos casos más un conflicto que cualquier otra cosa. Ocurre a menudo que llegamos a un punto donde no logramos identificar entre la forma y el suelo, ya que siempre el uno podrá ser visto como el otro, según quien analice el paisaje sonoro en cuestión. En este sentido podríamos incluso decir que, cada quien define su posición ante lo que considera protagonista o no, pero que siempre debe recordar, que el hecho de identificar un "soundmark", quiere decir que quizá este pueda ser un "suelo", o que a lo mejor exista otro sonido en el fondo generando el suelo, y todos estos combinándose para lograr un paisaje determinado. Es una infinita relación que nos puede llevar a muchos puntos en nuestra mente. Si se tienen en cuenta estos elementos, se pueden lograr muchas otras definiciones entorno a la identificación de los elementos presentes, y literalmente enfocar nuestro oído mental para que se concentre en uno u otro evento sonoro, con el único fin de indagar lo que este tiene por entregarnos.

Por ejemplo, desde hace un par de años he venido trabajando en un trabajo sonoro dedicado a los sonidos de fondo, especialmente los de bajas frecuencias, los denominados "hum". Para dicho trabajo, los sonidos que normalmente serían para mi las marcas sonoras u objetos protagonistas del paisaje sonoro, son ignorados y tomados como parte del espacio (ground), y el ruido de fondo, las máquinas y la artificialidad, que por lo general se encuentran en el contexto, pasan a ser los protagonistas y el foco de interés, mi soundmark. Comencé a grabar para dicho proyecto desde el 2008, y creo que en parte aún no lo he finalizado debido a que ha desencadenado una serie de experimentos y pensamientos que aún quiero seguir desarrollando. El ruido es extraído del entorno para servir como material base que define una nueva estética, variando radicalmente lo que este sonido nos produce y el valor que encontramos en este.

schaeffer

Para estudiar las formas de como el sonido es percibido, quizá una de los caminos más enriquecedores de hacerlo es escuchando piezas de música concreta o bien leyendo las teorías y planteamientos generados a partir de esta. Los pensamientos de Pierre Schaeffer y sus secuaces representaron no solo la creación de nuevas formas de expresión sonora, sino también una nueva forma de escuchar el sonido, desde una perspectiva que se alejaba de la subjetividad del contexto y donde ya no importaban en si las abstracciones musicales clásicas, sino que ante todo estaba el oído y el proceso de recepción de la información sonora como experiencia. A esto, Schaeffer lo llamó escucha reducida, similar a lo que se denominó acusmática: la experiencia de escuchar sin tener alguna referencia visual de lo que produce el sonido.

Ya desde allí se tiene suficiente información como para pasarse la vida sin nunca terminar de conocer lo amplio que puede llegar a ser el mundo sonoro que nos rodea, y los muchos significados y valores que puede llegar a tener un sonido en nuestras vidas, si sumamos que la escucha reducida busca ir más allá del contexto y significado que nuestra evolución le haya podido dar a los sonidos y simplemente se concentra en el valor que tienen estos como perturbaciones en el espacio. La escucha reducida es de las posiciones más interesantes que puede tomar la conciencia sonora: escuchar el sonido como material. Como un objeto en el espacio que cuenta con unas características determinadas, logradas a partir de una escucha diferente, donde ya no interesan los causantes del sonido que determinan su significado o contexto, sino las características de este objeto sonoro como tal. Cómo suena. Cómo existe de forma concreta, similar a lo que planteaba Cage, diciendo que la música y los sonidos no requieren de explicación con definición, ya que existen y pueden ser percibidos sin conocer en si el contexto o la fuente "real" de estos.

El sonido normalmente es utilizado como un medio para llevar algo. Como transporte de ideas, de expresiones, significados y contextos. Dicha relación es natural dentro de nosotros mismos, pero se puede también ir en contra de esto y buscar apreciar el sonido por su existencia misma, sin utilizarlo como transporte o información que signifique algo. Simplemente escucharlo de forma reducida, buscando las características que tiene como objeto.

En este caso podríamos entrar a hablar de los modos de escucha planteados por Schaeffer, los cuales abrieron un mundo infinito hacia la valoración del sonido a partir de la experiencia y de un encuentro íntimo con la escucha. En la guía de los objetos sonoros Michel Chion resumió los cuatro modos de escucha tradicionales que planteó Schaeffer, y posteriormente David Sonnenschein los expandió en su libro Sound Design, donde habla de modalidad causal, semántica, reducida y referencial.

Según los modos de escucha de, se plantea que es posible dar diferentes tipos de significados a los sonidos:

  • Significados abstractos, orientados a una apreciación concreta del sonido, al significado del objeto sonoro
  • Significados ordinarios , basados en la escucha ordinaria, enfoque de cosas
  • Significados específicos , especializados, que requieren de una escucha desarrollada, donde se conocen más elementos y se logra otra precision

Michel Chion agrega también algo importante: los sonidos en sí no significan, la musica no significa, pero tiene un significado, entorno a un valor encontrado, más general. En otras palabras, que la musica no es en sí un código que pueda ser preciso e identificado como un lenguaje en su totalidad cuyos significados sean muy concretos, sino que es algo más libre, más abierto..

Aquí entonces surge una preocupación diferente por el sonido, alejándolo de su causa y significado, casi contrario a los planteamientos de R. Murray Shaffer donde prima la importancia del contexto y el significado que pueda tener el sonido para los seres humanos en su vida, aspecto social, psicológico, en su evolución. Para Pierre Shaeffer cada sonido es un objeto con vida propia y sus propias cualidades que, en contraste con otros objetos pueden generar un sin fin de resultados. Esta forma de pensar se presta para la generación de muchas teorías, clasificaciones y obviamente métodos de transformación y composición de sonidos. Es fundamental en la búsqueda de nuevos mundos sonoros. Esto lo vemos claramente en el tratado de los objetos musicales, donde Schaeffer clasifica los sonidos a partir de sus cualidades como objeto en el espacio. Jorge Ruiz del grandioso blog soundaesthetics publicó hace un par de meses un útil resumen de la clasificación de los sonidos según las teorías de Schaeffer.

Personalmente algo que me fascina del diseño de sonido es que brinda la oportunidad de re-contextualizar el sonido como tal, y re-definir nuevos significados y contextos en base no solo al sonido en sí, sino a su conexión con la historia, lo visual, las emociones. Si bien en la fonografía y el arte sonoro el sonido cobra muchas veces una posición narrativa interesante, en el diseño de sonido surgen otros retos, ya que la preocupación gira entorno a la obra audiovisual, la historia. Por tanto ya es necesario relacionarlo con muchos componentes de la obra: la emoción, el guión, el contenido visual, psicológico, narrativo, etc. A la hora de crear sonidos para una obra se despiertan (o se ven obligados a surgir) lados de la mente que pueden pensar de muchas maneras con respecto al sonido y lo que este puede significar o transmitir, en gran parte combinando varios modos de escucha o varias de las teorías que he mencionado en el artículo.

Vamos a un ejemplo: Una escena puede sonorizarse de forma literal, basándonos en lo que nuestro oído mental conoce del ambiente sonoro con el que estemos trabajando. Si nos quedamos en complacer lo visual con sonido, la labor estaría lista con tan solo agregar una grabacion del ambiente de este lugar, pero cuando en el guión se plantean un contexto y determinados parámetros y cualidades (emocionales, psicologias, del entorno, de la historia) para la escena, se llega a un punto diferente, donde el sonido cobra nuevos significados y se ve afectado según loss parámetros indicados en la historia. Y en eso consiste básicamente diseñar sonidos. Crear realidades donde se juega con las cualidades, significados y emociones que tenga un sonido o conjunto de estos.

En este caso podríamos también hablar del sonido como un ente dedicado a estimular nuestra imaginación. Escuchar de muchas formas, nos puede hacer pensar de muchas formas, imaginar de muchas formas, y vivir de muchas formas. Si encontramos poco en los sonidos, poco lograremos a partir de ellos, pero si nos dedicamos a valorarlos más y volvernos sensibles ante este, es mucho lo que lograremos construir, imaginar, e incluso cuestionar de nuestra vida misma. De esta manera llegamos entonces a un punto donde podríamos decir que este oído mental puede ser tan sabio y trascendental como cada uno de nosotros quiera. Podemos escuchar los sonidos como queramos y darles el valor que queramos, eso sí: siempre teniendo en cuenta que la forma de escucharlos nunca estará completa, y siempre existirá la oportunidad de descubrir más cosas. Porque se trata es de explorar y buscar, no en sí de encontrar. Solo podemos asumir el reto que representa para nuestra conciencia escuchar y fluir entorno a ello.

Hay que tener en cuenta algo, y es que de por sí el sonido no es algo que los humanos captemos. El sonido es la definición que le damos a una experiencia física que logramos al existir en el planeta, pero en realidad no conocemos la dimensión de este. Lo que existe no existe si así lo queremos y sentimos, por tanto si lo que existe no existe, el sonido podría ser algo sin definición. Una información que somos capaces de captar y que nuestro oído es capaz de percibir dentro de un rango limitado, por lo que podríamos decir que existe quizá muchisimo "sonido" que nunca percibiremos por nuestros oídos. Sin embargo, dentro de nuestra "limitación" humana, creo que es posible desarrollar conciencia a partir de lo que escuchamos y que si todos nos interesaramos por explorar el sonido desde múltiples puntos de vista y sensibilizarnos entorno a este, el mundo y la evolución humana se verían afectados de una forma radical. O tal vez no.

Lo cierto es que podemos detenernos. Detenernos y escuchar.

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Miguel Isaza
EL AUTOR

Miguel es un investigador que relaciona la filosofía, el arte, el diseño y la tecnología del sonido. Vive en Medellín (Colombia) y es fundador de varios proyectos relacionados con lo sonoro, como Éter Lab, Sonic Field y Designing Sound.

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