¡Qué crisis! ¡Esto es un nuevo escenario!

zoolansky
#166 por zoolansky el 04/05/2012
#163
Totalmente de acuerdo, pero es que tal como lo pintas parece que los empresarios modelo están, por usar tus palabras, "en alguna de las puntas del gráfico", y que los "empleados bastante hijos de puta" también en las puntas de su correspondiente gráfico. Es decir, el empresario es por lo general un hijoputa y los empresarios-modelo la excepción, mientras que los oprimidos trabajadores son por lo general trabajadores-modelo y los empleados-hijoputas la excepción. ¿ Es eso ?
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tricky2k
#167 por tricky2k el 04/05/2012
patrolio escribió:
Que una fórmula sea aritméticamente sencilla o no, no dice gran cosa sobre el sustrato teórico que la origina.


Por eso digo "aparentemente". Del mismo modo que la simplificación hasta el modelo no implica que lo que representa sea simple. Luego vendrán los desarrollos sobre ese modelo y su implementación en sistemas a mayor escala. Si has leído mi desarrollo del concepto valor=unidades de tiempo habrás visto que, lo que en principio parece simplista o reduccionista, es todo lo contrario, que es lo mismo que comentaba Saxman.

patrolio escribió:
Afortunadamente todavía nos podemos aferrar a los modelos redistributivos de los países del norte de Europa. Y ahí es donde entran los factores psicológicos que a mí me da la impresión de que son la omisión fundamental del marxismo aplicado.


De hecho soy de la opinión, como veo que también tú, o al menos lo apuntas como posible causa, que el protestantismo y su imbricación psicológica en el concepto de culpa, debe ser una condición sine qua non (joder, qué pedante soy, coño) para entender ese híbrido entre las teorías marxistas y el capitalismo light que es la socialdemocracia. No tanto como religión en sí, sino como poso psicológico.
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Gracias a todos
#168 por Gracias a todos el 04/05/2012
tricky2k escribió:
joder, qué pedante soy, coño

Afortunadamente para el foro y para este post.
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tricky2k
#169 por tricky2k el 04/05/2012
#166

No, si por empresario hijoputa te refieres al cabrón con pintas que no sólo explota a sus trabajadores sino que les hace la vida imposible. Ése quizá estaría en la otra punta del gráfico *(según qué gráfico mires). Se da otra circunstancia y es que se tiende a equiparar la P con la M en PYME y no es así. Cuanto mayor es la distancia entre empleado y empleador, mayor es ese, digamos, ratio de explotación. No es lo mismo una empresa con 10 empleados que una con 200, y ambas son PYMEs.

Y de nuevo, es estadística. Ya sabes lo que dicen de las mentirijillas, las mentiras, las mentiras gordas y las estadísticas.

*Lo que pongo entre paréntesis responde a cierto artículo que no sé si puso Saxman en este u otro hilo sobre las cualidades psicopáticas de mucha gente en puestos importantes, no hay que darle más importancia.

Alguien escribió:
Afortunadamente para el foro y para este post.


:oops: :amor:
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tricky2k
#170 por tricky2k el 04/05/2012
Imagen no disponible

Es de EE.UU., pero vamos, me atrevo a afirmar que por aquí cuecen similares habas. ¿Dónde va a parar ese excedente de productividad? 2+2.
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juan valero 60
#171 por juan valero 60 el 04/05/2012
Las ideologías son las sucesoras de las religiones desde que Dios se murió.
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zoolansky
#172 por zoolansky el 04/05/2012
Estoy totalmente de acuerdo en que al trabajador se le retribuya según su productividad (al menos en parte).

Supongo que estarás de acuerdo en que el empresario ha de obtener un beneficio fruto del negocio que pone en marcha.

Ambos han de tener incentivos para seguir adelante con su trabajo.

El exceso de productividad ha de recompensar a ambos, ya que ambos contribuyen a conseguirlo; uno con infraestructura, capital y asunción de riesgo; el otro con su capacidad de trabajo y de aportar valor a lo que hace.
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juan valero 60
#173 por juan valero 60 el 04/05/2012
Lo de la plusvalía no es un poco antiguo?

Alguien escribió:
Desde el marxismo, la teoría de la plusvalía, pese a haber sido refutada en sus aspectos teóricos y en sus cimientos conceptuales, así como desmentidas sus consecuencias en la práctica, goza de una aceptación generalizada, aun por los no marxistas.Marx no se preocupó jamás por la forma en que habría de funcionar una comunidad socialista –en su etapa inicial de dictadura del proletariado, ni en la sociedad comunista ideal- y tampoco los primeros pensadores socialistas. Cuando las leyes inexorables de la historia ya habían señalado el camino y el futuro, ¿a quién podían preocuparle cuestiones tan pedestres como el funcionamiento de la sociedad ideal?
La teoría del valor trabajo –inicialmente, esbozada pero no como causa única del valor por economistas clásicos como Adam Smith y David Ricardo- es el soporte de la teoría marxista de la plusvalía, y a partir de allí, de las tendencias presentadas como ineluctables por Marx, de una pauperización creciente en los países capitalistas, las crisis cíclicas por subconsumo, y el imperialismo como etapa superior del capitalismo (Lenin). Las críticas de los economistas neoclásicos como Eugene Bohm Bawerk[1] –en que se criticaba la teoría del valor trabajo, y se mostraban con rigor lógico los esquemas iniciales de la teoría subjetiva del valor- en vez de ser analizadas con espíritu abierto y por su mérito intrínseco, concordando con ellas o refutándolas, fueron descalificadas por el marxismo como esquemas justificadores de la burguesía. Por primera vez desde Aristóteles, el argumento "ad hominem", que el estagirita había señalado como un sofisma lógico, adquirió prestigio intelectual: las ideas eran un subproducto de la "infraestructura económica". La "superestructura ideológica" –el cuerpo de ideas que defendía el sistema capitalista, o pretendía explicar su funcionamiento- carecía de entidad autónoma, y consecuentemente, su descalificación "a priori" pasó de ser, en vez de una muestra de charlatanería y superficialidad, una manifestación de independencia de espíritu. Insensiblemente, gran parte de las premisas marxistas terminaron incorporándose a las creencias de la población, e inclusive de individuos y partidos políticos ajenos y hasta contrarios a esa ideología. El repudio actual a la "sociedad de consumo" tiene lejano parentesco con el odio de Lenin al mercado (al que nunca comprendió ni intentó comprender). Muchos de los que formulan su crítica nada tienen que ver con Lenin ni el leninismo, pero su discurso se caracteriza por no haberse preocupado en estudiar lo que rechazan.
La lamentable ignorancia que se ha enseñoreado del discurso público –"progresista" o no- en los últimos años, hace que la referencia a la teoría marxista tenga un regusto a anacronismo. Me complacería que ese gustillo, proviniera del conocimiento de su refutación, y no del desconocimiento generalizado, tanto de la teoría como de sus contradictores.

El hecho de que la mayor parte de la izquierda ya no lea a Marx –y tampoco lo conozcan el centro y la derecha- no significa que en las clases cultas –y de allí, a la vulgarización periodística- la esencia del esquema marxista no se haya divulgado: los obreros son explotados por las empresas –sobre todo las grandes empresas- y nuestro país, así como la generalidad de los países desarrollados, es víctima de la codicia del imperialismo. Las concepciones del nacionalismo de derecha, dejando a un costado sus disidencias con el marxismo-leninismo en lo extraeconómico, son, respecto del imperialismo y del rol de los países centrales, muy similares, por no decir idénticas, a las de la izquierda.

Algunos prominentes soviéticos, que tuvieron que sufrir en carne propia las horrendas consecuencias del experimento marxista-leninista de ingeniería social, tenían las ideas más claras. Es interesante oír la opinión de alguien que integró el Instituto de Economía Mundial y de Relaciones Internacionales de la Academia de Ciencias de la URSS y Profesor de la Universidad Lumumba de Moscú, Michael Voslensky ("La nomenklatura. Los privilegiados en la URSS", Editorial CREA S.A., 1981, Buenos Aires, impreso en España por Chimenos S.A.). El autor no abandona las categorías marxistas en su análisis, pero justamente esa circunstancia –más el hecho de que fue un hombre de absoluta confianza de los jerarcas- acrecienta el interés de su lectura. Las opiniones sobre el mecanismo del mercado de este autor –por lo demás, marxista convencido, al menos en la época que escribió estos párrafos - llenarían de estupor a muchos de nuestros progresistas:
"…Esta teoría es actualmente sometida, en Occidente, a una crítica severa. El valor de una mercancía ¿depende sólo del tiempo de trabajo socialmente necesario para su fabricación, como afirma la teoría del valor? El mismo abrigo de pieles tendrá un precio distinto en siberia y en África, aunque el tiempo de trabajo socialmente necesario para su fabricación no resulte modificado de manera sustancial por el transporte. El valor no depende solamente del trabajo invertido en la mercancía, sino más bien, en apariencia de la demanda. Las firmas capitalistas, que no tienen pretensiones teóricas, han comprendido esto perfectamente. Por eso organizan las ventas de saldos de invierno y de saldos de verano, tan bien conocidas por el lector occidental (aunque no por el soviético)" (pág. 124).

"…Marx explica que la plusvalía sólo puede nacer de la fuerza del trabajo humano. Entretanto, la revolución científica y técnica ha mostrado claramente que esta afirmación es falsa. Si no fuera así, el propietario de una empresa capitalizaría menos plusvalía en la medida que mayor intervención tuvieran las máquinas, y en caso de una automatización completa del trabajo, no habría ya plusvalía. Si esto fuese así, el sistema capitalista no utilizaría otra cosa que el trabajo humano" (pág. 124).

Voslensky continúa atado al lastre de las concepciones marxistas, pero advierte su insuficiencia. Por mi parte, destacaré algunas de las muchas objeciones que pueden hacerse y que se han hecho a la teoría de la plusvalía:

* Aunque no lo formule en esos términos, la teoría presupone que en forma permanente y esencial, el ingreso marginal del trabajo es superior a su costo marginal. En otras palabras, que siempre e indefectiblemente un trabajador adicional –y cada uno de ellos- añade a la empresa más ingresos que el incremento de costos que representa la contratación de una unidad adicional. Eso es falso, tanto desde el punto de vista teórico, como de una simple observación de la realidad. Teóricamente, la firma obtiene su beneficio máximo, cuando el costo marginal (cambio en el costo total) es igual al ingreso marginal (cambio en el ingreso total), no cuando el costo marginal es menor al ingreso marginal. La razón es que, mientras cada unidad proporcione un incremento de los ingresos superior al incremento de los costos, convendrá contratar nuevos trabajadores, hasta que se llegue a la igualdad.

Las demostraciones matemáticas son frecuentes[2], pero para la comprensión de este razonamiento no resultan indispensables: aunque la productividad marginal de los trabajadores es finalmente decreciente, y el costo marginal es creciente, siempre que la contratación de una unidad adicional genere mayores ingresos que costos, convendrá contratar más mano de obra –y análogo razonamiento puede hacerse respecto de todos los factores de producción- hasta el punto en que se igualen costo marginal e ingreso marginal.

Esta construcción del marginalismo ha sido impugnada por los críticos al capitalismo como artificial –efectivamente, existen muchos casos de indivisión o especificidad de los factores de producción- pero es considerablemente más realista que el esquema marxiano en cuanto a las tendencias fundamentales del sistema económico. La gran aporía del marxismo es que presupone a la vez que la fuerza de trabajo es el único factor de producción que genera un plusvalor –es decir, que genera más ingresos que costos- y sin embargo, en su concepción, esa situación, lejos de ser transitoria, es permanente, y coexiste con un "ejército de reserva" de desempleados; en otras palabras, para la teoría marxista hay una tendencia estructural en el propio sistema a que un factor de producción sea a la vez barato, productivo y con tendencia a ser sub-utilizado.

En la economía de mercado no existe ningún factor de producción que reúna permanentemente y en forma simultánea esos caracteres: lo que es barato porque produce en valor más de lo que cuesta, tiende a no sobrar sino a escasear. No puede ser una explicación de las ganancias empresarias –cuando las hay- un fenómeno coyuntural y que la propia dinámica del sistema tiende a eliminar. Ningún factor de producción, ni ningún bien de bajo costo respecto de su productividad o utilidad, tiende a sobrar en el mercado. Eso lo saben no sólo los teóricos de la economía, sino los que tienen alguna experiencia mercantil: para dar un ejemplo, en el mercado inmobiliario, no se encuentran fácilmente los departamentos o fincas rurales de bajo costo y características excepcionales. Puede ocurrir que existan, pero no es la tendencia fundamental del mercado.

Si el trabajo generase plusvalía como tendencia inherente al sistema, la desocupación y los despidos masivos en épocas de crisis no tendrían explicación: parece inexplicable que los empresarios prescindan de un factor que por hipótesis siempre produce más de lo que cuesta. Inclusive no se explicaría que las empresas contraten un plantel limitado de trabajadores; el hecho de que lo hagan significa que para la empresa, llega un punto que un trabajador adicional cuesta más que los servicios productivos que añade.

* Otra deficiencia del enfoque marxista, es que no analiza ni brinda un marco causal adecuado, a las sustanciales diferencias de retribución de los asalariados. Se consideró como inherente al funcionamiento del capitalismo, que el valor de la fuerza de trabajo fuera estrictamente la suma necesaria para su conservación y reproducción, sin valorar que incluso en el siglo XIX, ya existían asalariados que ganaban importes mayores, y la tendencia fue, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, al aumento de los salarios reales.

Una concepción preocupada por la crítica teórica y la demolición práctica del sistema capitalista, jamás tuvo ningún interés en interiorizarse de su funcionamiento. Esa despreocupación descalifica al marxismo como sistema científico, pero la ignorancia de algunos y la auto-censura de otros ha permitido que persista en el vulgo la respetabilidad de las teorías de Marx.

El análisis marginalista y de la oferta y la demanda, por el contrario, es mejor herramienta para analizar las diferencias salariales, y para predecir las tendencias de largo plazo. Suelen ser superiores, porque parten de bases metodológicas más firmes, las teorías que intentan desentrañar las relaciones causales entre los fenómenos, a las que procuran meramente cuestionar lo que no analizan a fondo.

Eso no significa que se predique la resignación frente a la pobreza, sino que la legítima preocupación –es más, el moralmente plausible desvelo- por los sectores más humildes debe ir acompañada de una disposición mental al análisis lógico y empírico. La medicina estaría en pañales, si se pensara que el estudio de las enfermedades implica conformidad con ellas, pero en las ciencias sociales no faltan los que identifican la racionalidad económica con frialdad o insensibilidad.


http://juliomvrouges.blogspot.com.es/2008/11/la-teora-de-la-plusvala.html
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patrolio
#174 por patrolio el 04/05/2012
tricky2k escribió:
sino como poso psicológico.


Por ahí van los tiros, aunque la fundamentación trascendente no me parece suficientemente sólida para edificar un sistema estable. Es al menos lo que me dicta el sentido común, aunque eso de "común" ya se sabe...

Me da la impresión de que un sistema político tiene que construirse a partir del individuo, no del colectivo, y que tiene que partir de un sustrato ético. Aunque sea una ética eminentemente pragmática e individualista, del tipo "la unión hace la fuerza", "sólo no puedes, con amigos sí" y todo eso...

Y para ello hay que entender qué es lo que motiva al individuo a actuar, al menos en una proporción estadísticamente significativa, y hacer un sistema suficientemente flexible para abarcar una porción tan mayoritaria de la distribución que las excepciones que inevitablemente siempre quedarán fuera no lo desestabilicen catastróficamente.

Y, sobre todo, no caer en el error de despreciar a la masa por su falta de compromiso intelectual e ideológico. La gente puede ser poco cultivada, pero el principio de causalidad y el de no contradicción son pilares bastante básicos (aunque la verdad es que tampoco es tan difícil subvertirlos si nos ponemos a ello). Si se quiere fomentar la asunción autónoma y voluntaria de una determinada ética hay que encontrar una forma sencilla y no contradictoria de demostrar que funciona (lo cuál dejo como ejercicio para el lector, porque yo no tengo cojones a hacerlo).

No podemos partir de frases como "todos los hombres son iguales" o "lo justo es que el valor del trabajo sea contabilizado en horas promedio" porque muchísima gente levantará la cabeza, mirará alrededor y lo primero que se les vendrá a la cabeza es "¿éstos qué han fumao?". ¿De qué realidad alternativa me están hablando que yo ni la huelo?

Una cosa hay que reconocer: el punto fuerte del capitalismo es que ley de la oferta y la demanda lo simplifican a algo que todo el mundo puede entender sin grandes esfuerzos intelectuales: algo vale lo que se esté dispuesto a pagar por ello. Fin del tratado de economía. Evidentemente luego vienen las distorsiones, los mercados cautivos, las plusvalías injustificables, siquiera teniendo en cuenta intangibles como la iniciativa, la provisión de riesgos, etc.
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Gracias a todos
#175 por Gracias a todos el 04/05/2012
Tú pato, siempre tan esquisito, ora a la naranja, ora a la pequinesa, ora et lavora...
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zoolansky
#176 por zoolansky el 04/05/2012
patrolio escribió:
Una cosa hay que reconocer: el punto fuerte del capitalismo es que ley de la oferta y la demanda lo simplifican a algo que todo el mundo puede entender sin grandes esfuerzos intelectuales: algo vale lo que se esté dispuesto a pagar por ello. Fin del tratado de economía. Evidentemente luego vienen las distorsiones, los mercados cautivos, las plusvalías injustificables, siquiera teniendo en cuenta intangibles como la iniciativa, la provisión de riesgos, etc.

Exacto, y en mi opinión hay que poner los esfuerzos en regular/vigilar/gestionar adecuadamente y en base a una ética común la segunda parte, esa que empiezas diciendo "Evidentemente luego vienen las distorsiones..."; eso será mucho más fructífero que ponerse en plan "muerte al empresario explotador!" y "a las barricadas!", o "no me trago panfletos neoliberales, que me quieren vender la moto de nuevo los que ya me han timado antes"...
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tricky2k
#177 por tricky2k el 04/05/2012
#172

Totalmente de acuerdo en todo. Es obvio que yo no monto una empresa para no tener beneficios y que, como "jefe", mi retribución (en beneficios) tiene que ser mayor que la de mis empleados. El tema está en ver hasta qué punto puede ser mayor sin asfixiar económicamente a los que me ayudan, con su trabajo, a conseguir esos beneficios.
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La vaca Lola
#178 por La vaca Lola el 04/05/2012
zoolansky escribió:
El exceso de productividad ha de recompensar a ambos, ya que ambos contribuyen a conseguirlo.


Dice mi padre que el domingo te responde.
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tricky2k
#179 por tricky2k el 04/05/2012
#173

En la concepción marxista del término sí, pero estamos hablando de un señor que vivió en el siglo XIX cuando el trabajo tenía unas características distintas a las del XX, no digamos el XXI. Economistas de otro cuño establecen como baremo la oferta-demanda, que es tan interpretable por sí sólo como lo de la plusvalía.

#176

El problema es que ni se ponen esos esfuerzos ni la tendencia es a que se pongan, todo lo contrario. De ahí que, ante la exacerbación de una corriente, el capitalismo desbocado, se oponga la de signo contrario, a las barricadas y a quemar burgueses.
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zoolansky
#180 por zoolansky el 04/05/2012
#178

:loco:
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