∞≠∞ escribió:
En mi opinión se debería buscar un contenido más musical y no tan dependiente del currículo o de hacer el trabajo a los profesores.
En un mundo ideal, musicales deberían también ser tanto el currículo como el trabajo de los profesores. Suena bonito, ¿eh?
∞≠∞ escribió:
No es algo fácil de conseguir, pero quien aborde una tarea así se llevará una gran cuota de mercado pues la demanda de programas para mejorar el reconocimiento auditivo es bastante grande entre los aficionados a la música.
No es nada fácil, no, y lo de la cuota de mercado siempre es relativo en contenidos culturales, siempre tan fáciles de piratear. Tampoco el mercado educativo es que sea especialmente amplio, como bien sabes.
En realidad, un buen programa para entrenar el oído tiene los mismos problemas que un buen programa para enseñar a tocar el piano, o un buen programa para diagnosticar enfermedades: dar realimentación adecuada en una casuística compleja. La tecnología todavía no está a la altura de la capacidad de respuesta de un buen profesional humano.
Yo me he planteado alguna vez codificar parte de mi conocimiento y experiencia en ese campo en forma de app con lecciones descargables, pero le veo varios problemas:
1) Me faltan horas en el día para todas las cosas que tengo y quiero hacer.
2) No creo demasiado en ello. Me veo capaz de aportar algo distinto a las aplicaciones que conozco, porque ninguna de ellas tiene pinta de haber sido diseñada contando con alguien verdaderamente familiar con las metodologías más modernas de educación del oído. Pero, aún así, lo que puede aportar una aplicación es abrumadoramente limitado en comparación a un profesor. Es un currazo del copón y el éxito, tanto educativo como financiero, es bastante dudoso.
3) Lo suyo es, como bien apuntas, poner siempre el entrenamiento en un contexto musical práctico. Aunque se aislen ejercicios puramente técnicos, si luego no se complementan con su aplicación en la realidad musical, la efectividad del aprendizaje queda muy mermada. Lo más didáctico es extraer ejemplos del repertorio que interese al alumno, que suele ser actual y, por tanto, sujeto a derechos de autor. Esto es algo que no plantea problemas en una pequeña clase particular, pero más peliagudo en enseñanza institucional o en materiales publicados. Se podría intentar acogerse al
derecho de cita, recogido en la convención de Berna para facilitar la elaboración de libros de texto y similares, y seguramente se podría ganar un hipotético juicio, pero a ver quién tiene ganas de verse las caras con la SGAE si les da por que quieren sacar tajada. La alternativa son ejemplos extraídos de repertorio antiguo, folclórico o compuesto ad-hoc, que suelen motivar bastante menos al alumno.