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El miedo escénico y las audiciones escolares

Por estas fechas, en las escuelas de música y conservatorios, los alumnos comienzan a preparar su audición de final de curso.

Estas actuaciones pretenden varios objetivos pero el más importante es la formación práctica del alumno. Esto es algo así como el que hace prácticas en otro tipo de carreras y estudios. Para afrontar un concierto en el futuro no sólo nos servirá con todas las horas de ensayo, también con nuestra experiencia en el escenario y nuestro control de la situación.

Siempre he tenido esto en cuenta pero comencé a darle la importancia que realmente tenía cuando hace unos años uno de mis alumnos se “escapó” corriendo (literalmente) segundos antes de tocar, siendo además uno de los mejores músicos de su nivel aquel curso.

Las audiciones escolares lo tienen todo a favor para que alumno las “use” como aprendizaje (y si en alguna escuela no es así, debería serlo). Esto es algo que a veces no se tiene en cuenta y muchos estudiantes, sobre todo a los que se les transforma esto en un mal trago, lo plantean más como una obligación (cierto que también en muchos casos lo es) y en el mejor de los casos como un reto para sí mismos.

En realidad esto debe de afrontarse como una clase más. En ella el alumno debe observarse antes, durante y después de la audición para aprender y conocerse a sí mismo. Ser espectador de sus emociones, nervios, miedos, etc para tenerlos identificados y así poder ir poco a poco controlándonos hasta que desaparezcan o se atenúen lo suficiente, algo que ya simplemente al ir acumulando actuaciones y experiencias se va ir consiguiendo.

Pero sobre todo llevar a la práctica la técnica más importante a la hora de interpretar música en público: la concentración. Hacia ella deben de ir todos los esfuerzos y ejercicios que se realicen para convertir el miedo a actuar en la mejor interpretación que pueda dar de sí el alumno.

Un músico que toca en público debe lograr realizar sus mejores interpretaciones precisamente cuando actúa. Los atletas baten sus mejores marcas personales en las competiciones importantes ya que la emoción y tensión de estos eventos la transforman en energía. Ese es nuestro reto.

Para algunos alumnos que se ponen muy nerviosos (recuerdo como un alumno y amigo se equivocaba al tocar la guitarra de tanto que esta se movía al temblarle la pierna sobre la que la apoyaba) hacer técnicas de relajación puede ser útil pero es algo que yo no suelo recomendar salvo en casos exageradamente extremos (que los hay). Demasiada relajación puede “adormecernos” y alejarnos del objetivo principal que, como apuntaba, es la concentración.

Siempre dedico al menos una clase monográfica dedicada a este tema que pretende transformar toda la tensión, nervios, miedo, etc, que en definitiva es mucha energía, en concentración y emoción positiva.

En la mayoría de los casos el “rollo” está en lo que se nos pasa por la cabeza antes de actuar: “me voy a equivocar”, “se van a reír” (sí, muchos pensáis eso), “me quedaré en blanco” y una larga serie de pensamientos muy “constructivos” que poco ayudan a que la pieza que toquemos (sea de otro autor o nuestra) suene al nivel de como somos realmente capaces de ejecutarla.

Por tanto, una de las cosas que trabajamos es la sustitución de esos pensamientos “chungos” por otros que intervengan activamente en una mejor interpretación.

Si te pido que no pienses en un enano cojo con chistera de color verde durante unos treinta segundos casi con toda seguridad que no harás otra cosa que pensar en él, aunque nunca te hubieras planteado hacer tal cosa. En cambio, si te pido a continuación que pienses en un elefante simpático de color azul dejarás de pensar en el enano. Quizá a nuestra mente le cueste mantener el pensamiento en el elefante y mire de vez en cuando hacia al enano. Precisamente en evitar eso consiste el ejercicio.

Cuando uno toca en público quizá no pueda eliminar los pensamientos negativos que le distraen, asustan y en definitiva lo desconcentran, pero sí puede cambiarlos por otros del tipo: “Aquí tengo que tocar de tal forma”, “tengo que mantener los dedos en esta posición”, “aquí tengo que transmitir esto...”, etc, etc...

Parece ser, (esto es muy interesante) que uno no puede eliminar un pensamiento (al parecer la cabeza no puede estar vacía) pero sí que puede sustituirlo por otro que le convenga más.

Esto en la práctica no se consigue de la noche a la mañana y por lo tanto es una de las cosas que debe trabajar el alumno y futuro intérprete. Resulta evidente que este control nos va a venir muy bien para muchas otras cosas en la vida por lo que vale realmente la pena trabajarlo.

Algo que ayuda mucho es la respiración, mantener una respiración por la nariz tranquila y tomar conciencia de ella cuando se alboroten nuestras neuronas nos ayudará a obtener una buena predisposición a dirigir nuestros pensamientos hacia donde más nos interese.

Personalmente miedo o pánico escénico creo que no he llegado a tener pero sí he llegado a pasarlo mal, por los nervios, antes de algunas audiciones de escuela cuando estudiaba. En aquella época le pregunté a mi profesor de guitarra, Jorge Orozco, que también impartía clases de miedo escénico, un consejo para superar ese miedo inevitable a la hora de actuar. Su respuesta fue que me imaginara ante un campo de melones y sandías. Por supuesto, no fue eso lo único (Orozco es uno de los mejores profesores que he tenido, no sólo de instrumento), pero comenzar por desdramatizar este tipo de “situaciones” puede ser un buen paso. Aunque este tipo de técnicas también tienen su riesgo. Creo que hay un capítulo de los Simpsons (yo no lo he visto pero me lo han contado) en el que a Homer le aconsejan relajarse antes de dar una conferencia imaginándose al público desnudo (una vieja técnica para humanizar al público y no verlo como una amenaza), pero él acaba imaginándose a sí mismo también desnudo y termina poniéndose mucho más nervioso.

Un gran músico, un gran guitarrista que conocí hace años, Zezo Ribeiro, me contó que cuando actuaba buscaba entre el público una chica que le gustara, a partir de ahí se imaginaba que estaban a solas los dos y realizaba todo el concierto sugestionado, pensando en que sólo tocaba para ella. Yo no sé cómo se sentiría esta chica con este hombre todo el rato mirándola (Zezo además gesticula mucho...) pero de esa manera, junto a su increíble técnica a la guitarra, él potenciaba todo el romanticismo del que van intensamente cargadas sus canciones.

A parte de los ejercicios que se pueden hacer y la búsqueda de la concentración, control de los pensamientos negativos, etc cada uno debe encontrar, si es necesario, las ideas que le ayuden a sacar lo mejor de sí mismo.

En Judo enseñan a aprovechar la energía del golpe del oponente en su contra. Nosotros debemos aprovechar la tensión, los nervios, miedo etc para darles la vuelta y que colaboren con nuestras manos o nuestra voz, pero sobre todo para que nuestra mente permita a nuestro corazón, alma, etc, (desde donde cada uno “saque” su música) dar su mejor concierto.

Juan Ramos

www.juanramos.es

www.musicalisis.com

Ilustracion de Santiago Ramos.

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