La búsqueda del tesoro

"¡El mar! No es ya el tesoro, es la gloria del mar la que se apodera de mí"

Jim Hawkins (La isla del tesoro - Robert Louis Stevenson)

Fue escuchando música de la época romántica, en especial algunos trabajos de Liszt, cuando me llegó por primera vez la sensación de que asistía a la búsqueda de un preciado tesoro. La inflexión de cada nota, cada progresión en la armonía, me llevaba a imaginar al compositor buscando, siguiendo la pista de algo sobre lo que su intuición le susurra: “es por ahí, estás cerca...”. Sentía que el autor estaba buscando un tesoro. Lo percibía en algunos fragmentos pero también en el desarrollo de obras completas, de principio a fin, como si de la perforación de un pozo que lleva a encontrar un tesoro enterrado se tratara, en el que, de modo inverso a un túnel real, viaja de la oscuridad a la luz.

A menudo, en algunas de sus obras, ese tesoro parece ser encontrado para luego volverlo a enterrar y así sucesivamente, como si de alguna forma estuviera jugando al escondite con él. Uno puede apreciar como evita una y otra vez caminos ya transitados, algo que en la generación posterior acabaría incluso por romper por completo el propio lenguaje que hasta ese momento había ido desarrollándose (el universo tonal y sus mundos paralelos).

Fue durante el romanticismo donde mas explícitamente, (y sin salirse de la tonalidad) se aprecia esa búsqueda del tesoro. Al fin y al cabo, es una de sus características principales. Liszt exprimió al máximo toda la esencia del romanticismo para tras ello comenzar abrir otras puertas, pero fue otro el primero en ponerse el casco de explorador y echarse al "monte", o dicho de otro modo, el primer autor considerado "oficialmente" romántico, ¿Quién no conoce a Beethoven?

Una de sus obras más populares (aunque como él mismo afirmaba tiene escritas cosas mucho mejores), donde se aprecia aquello que mencionaba anteriormente, es el primer movimiento de la sonata Claro de Luna. Una de esas primeras obras "oficialmente" románticas, famosa también por muchos otros aspectos y asociada al inicio del romanticismo. En ella se puede apreciar claramente ese sentimiento de búsqueda, ese esfuerzo por encontrar algo que sabes que esta ahí. Se puede percibir esa lucha por encontrar la nota correcta, la armonía, un camino por donde el compositor transitaba con pico y pala y que no había hecho más que empezar: Tras Beethoven fueron muchos los que decidieron ponerse el traje de explorador, en muchos casos para sumergirse dentro de si mismos, y dejarse la piel por transmitir sensaciones prácticamente intransmisibles.

Manuscrito de Beethoven

Hoy en día prácticamente todos los autores somos románticos en mayor o menor medida (ya lo eran los autores anteriores al romanticismo en cierto modo) todos buscamos algo, incluso en las piezas de concepción más "matemática" existe el objetivo de encontrar algún tipo de tesoro. Incluso cuando nos sentimos un poco “putas” ante encargos menos deseados...

La composición en sí misma, tanto antes como después de ese punto de inflexión que fue el romanticismo, consiste en ese proceso de búsqueda, ese giro melódico, ese acorde, ese rumbo que hace que nos sintamos satisfechos y que nos permite continuar hacia la siguiente armonía, la siguiente nota, etc, sabiendo que es por ahí.

Por lo general, cuanto más perseverante es uno buscando, más posibilidades tiene de encontrarse con un tesoro. Hay quien tiene suerte y encuentra sus tesoros a la primera, hay quien termina la jornada sin encontrar lo que buscaba, y quien solo encuentra una parte, restos, se conforma y da por finalizada su obra.

Hay lugares que están muy explotados (los IV V I por ejemplo) pero donde aún se encuentran riquezas y que son fáciles de controlar tanto por el emisor como por el receptor. Hay lugares menos explorados, algunos con quizá menos tierra para cavar. Y por supuesto, aunque muchos piensen lo contrario, seguro que existen tierras vírgenes que aún no conocemos (tened en cuenta que la prueba de que existen tierras por explorar es el hecho de que no han sido descubiertas). Pero es que, a menudo, lo nuevo tal vez sea otra forma de mirar algo ya conocido. Probablemente hayan más formas de contemplar las cosas de las que nos creemos.

El escultor renacentista Miguel Ángel decía ver la figura en el bloque de mármol, y que su trabajo consistía en quitar el mármol que sobraba. Por supuesto, anteriormente Miguel Ángel había desarrollado sus bocetos y los estudios necesarios para tener clara la idea del monumento, pero una vez que comenzaba a esculpir no había marcha atrás.

Los músicos tenemos una ventaja, en ese aspecto, frente a las artes plásticas, nos es mucho más sencillo poner y quitar. Quitar silencio es mucho más sencillo que quitar piedra con un cincel. En cualquier momento del proceso de creación podemos rectificar cualquier elemento, de un modo relativamente sencillo, en comparación con otras disciplinas. Reescribir compases sobre el papel es sencillo y hacerlo sobre una interpretación (y actualmente también sobre una grabación con los medios de los que disponemos) es mucho más fácil y rápido que en otros artes. La obra final puede darse por acabada mucho más tarde, o no darse por acabada nunca aunque esta ya pueda exhibirse. Nuestro límite no está en la materia, sino sobre todo en el tiempo que queramos, podamos o necesitemos dedicarle.

Quedan muchos tesoros por encontrar, porque constantemente se encuentra. Personalmente creo que es una riqueza que no se acaba nunca. La cultura musical es inmensa, está en continuo movimiento por todo el planeta. Hay géneros que parecen estancados y otros en los que constantemente se están desarrollando ideas originales. Es como mirar el cielo una noche estrellada intentando encontrar estrellas fugaces, estas pueden aparecer por cualquier parte. A veces estás mirando fijamente al Este y por el rabillo del ojo sientes que se te acaba de escapar un resplandor por el Oeste. No podemos verlo todo pero tampoco debemos negar que siempre hay un motor que siempre está en marcha.

Recuerdo como hace muchos años conocí, a través de un refugiado Argelino en mis años con la Cruz Roja, a un cantautor Bereber, completamente desconocido en occidente y perseguido en su país, que componía unas melodías preciosas, con una personalidad única, mimaba cada una de las notas y dedicaba mucho tiempo a cada una de sus melodías y letras. Sus armonías eran muy básicas pero sonaba distinto a los demás. No pude memorizar su nombre (algo frecuente en mí). Es alguien que no ha trascendido en su país y ni mucho menos internacionalmente. Pero su influencia musical para mí ha sido muy importante, han pasado más de quince años y aún me acompaña cuando escribo.

El espectro musical es muy grande, sobre todo hoy en día. Vivimos en la época en la que más a menudo se escucha decir que está todo inventado, probablemente porque esa parte es la más visible, pero al mismo tiempo hay muchísimos más autores que nunca componiendo e investigando.

Supongo que debemos separar la música que aparece en los medios, con el único aval del marketing comercial (incluido una parte importante de Internet), con la que se realiza realmente en cada rincón del planeta. Ahora más que nunca hay infinidad de músicos buscando. Bien creando otros modos de ver el lenguaje o bien desarrollándolos a su manera, dando prioridad a la calidad artística. Músicos que al mismo tiempo están luchando contra el "todo vale", contra el embrutecimiento que está causando en el oído de muchos la música de consumo rápido, "la música de usar y tirar". En nuestro mundo es como con la tele basura, debe existir una alternativa de calidad que permita seguir adjudicando el calificativo de "basura" a lo que lo es, hasta el día en que la cultura de masas evolucione. Esto es importante ya que al fin y al cabo todo repercute en todo. Hay gente imitando imitaciones porque piensa que se debe hacer así.

Como decía anteriormente muchos probablemente busquen en los mismos sitios, donde ya buscaron otros, esperando encontrar lo mismo o reflejos de esos tesoros. Es algo que todos hacemos y la forma más habitual de avanzar. Cuando alguien nos enseña que en un lugar o de una determinada manera ha encontrado algo valioso nos vamos allí, es lo lógico. Una meta es también un punto de partida, allí donde hemos encontrado algo “válido” es, quizá, desde donde podemos comenzar a buscar lo siguiente. Otra cosa es repetir las cosas con las mismas palabras, para eso ya están las fotocopiadoras.

Algunos siempre buscan en el mismo lugar, otros viajan. En todos los casos lo importante es buscar, sea dentro de un IV V I o sea mucho más lejos. Sea usando sonidos tradicionales o fórmulas vanguardistas. Buscar y no conformarse con lo primero que se encuentra. Si por un camino no has encontrado gran cosa déjalo, busca por otro lado, no te lleves lo primero que encuentres sin asegurarte de que no hay algo mejor un poco más al fondo. Si aspiras a “hablar” delante de muchas personas asegúrate de tener algo bueno que contar. Porque todos somos capaces, si peleamos por ello, de decir cosas interesantes.

Si encontramos un tesoro de verdad, más tarde o más temprano, será escuchado con justicia . Porque un tesoro se encuentra para ser expuesto y disfrutado, no para que continúe oculto.

Juan Ramos

(Imagen: Manuscrito de Beethoven)

¿Te gustó este artículo?
0
OfertasVer todas
  • ¡Precio mínimo histórico! AKAI MPK 261
    -40%
    ¡Precio mínimo histórico! AKAI MPK 261
    298 €
    Ver oferta
  • Zoom H4n Pro Black
    -21%
    Zoom H4n Pro Black
    158 €
    Ver oferta
  • Set de grabación completo de Focusrite
    -35%
    Set de grabación completo de Focusrite
    184 €
    Ver oferta
Comentarios

Regístrate o para poder comentar