Magacín

De ecos vacíos, espacios que se escuchan a sí mismos y el feedback como arte

La relación entre el sonido y el espacio acústico es sumamente interesante, principalmente debido a que eso que llamamos espacio sonoro es básicamente sonido creando la ilusión de lo espacial. Cuando utilizamos una reverb, por ejemplo, estamos utilizando energía sonora o contenido sonoro para recrear la ilusión de espacialidad, dado que básicamente la diferencia entre una reverb de sala o una de hall, es una cuestión de ecos y resonancias, de intercambios y configuraciones acústicas.

Una ilusión de ecos: el espacio acústico como instrumento

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El espacio acústico siempre es sonoro, no tiene puntos vacíos aunque sí ciertos grados de sonoridad. Aún así, tendemos algunas veces a entender los sonidos como si fueran objetos visuales que se ubican dentro de un espacio sin cosas, lo cual puede llevarnos a pensar que una grabación de algún instrumento en el estudio puede ser depositada en otro espacio, mediante delays o reverb, pero realmente no ubicamos objetos sonoros dentro de los lugares sonoros sino que aprovechamos el rebote, el eco o el feedback para generar una especie de ilusión, lo cual nos permite comprender que el sonido no se ubica en el espacio sino que sus características, alteradas por el territorio acústico en cuanto tal, genera esa ilusión de ubicación.

John Cage decía que los sonidos son "ecos de nada", como meras siluetas de algo que básicamente es resultado de la resonancia de otro algo. Más que hablar de sonidos en el espacio, es quizás más apropiado de hablar de redes resonantes, de sonidos entrelazados que en su reproducción y entrelazamiento, generan eso que llamamos espacio. La increíble relación que existe entre todos los sonidos es quizás uno de los asuntos más fascinantes de la manifestación sonora en cuanto tal, ese denominado "continuo sonoro" que fluye constantemente en el tiempo y se transforma en su misma reproducción.

Quizás uno de los más representativos ejemplos de ello es la famosa pieza 'I'm sitting in a room' del gran Alvin Lucier; una pieza que consiste en recitar un párrafo en un cuarto donde se graba la voz incluyendo el eco generado por la reflexión de las ondas en el espacio. Luego se vuelve a reproducir el material en el mismo lugar, volviéndolo a grabar para agregar más reverberación a la previamente registrada grabación.

Este proceso se repite una y otra vez hasta lograr una acumulación de ecos tal, que las palabras se hacen ininteligibles y su voz se disuelve en un tapete de sonido asombroso lleno de tonalidades logradas por la resonancia misma de la sala, donde se puede encontrar la importancia de la reproducción y lo espacial a la hora de crear sonido pero además se puede uno adentrar en reflexiones más profundas respecto a la claridad misma de lo que se concibe, produce, dice o percibe.

De hecho el párrafo completo recitado por Lucier (en inglés) es bastante alegórico en ese sentido:

"Estoy sentado en una habitación diferente a la que tu estás ahora. Estoy grabando el sonido de mi voz hablando y voy a reproducirla de nuevo en la habitación una y otra vez hasta que las frecuencias resonantes de la sala se refuercen ellas mismas de manera que cualquier apariencia de mi discurso, tal vez a excepción del ritmo, se destruya. Lo que vais a escuchar, entonces, son las resonants frecuencias naturales de la habitación articuladas por el discurso. Considero esta actividad no tanto como una demostración de un hecho físico, sino más bien como una manera de suavizar las irregularidades que mi discurso pueda tener."

En las formas de la música electroacústica/experimental se ha trabajado mucho este tema, haciendo énfasis en la repartición de los sonidos y cómo esa percepción de lo espacial afecta lo morfológico y viceversa, reflejado por ejemplo en el Acousmonium, creado especialmente para la interpretación de obras acusmáticas y el tratamiento de los sonidos en diferentes altavoces y situaciones espaciales. En otras palabras pensaríamos así que el timbre mismo es afectado por su reproducción, en tanto al exponer un sonido en determinado espacio, se altera la forma y estructura misma del sonido y el espacio, en una especie de disposición bidireccional.

Adam Basanta: poética del feedback y la reconfiguración acústica

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Hace poco me topé con el trabajo de un artista contemporáneo llamado Adam Basanta que trabaja bellamente esa relación entre la reproducción y la grabación de señales en el espacio, haciendo énfasis además en el feedback y la amplificación y multiplicación de determinados fenómenos acústicos, creando a partir de los ecos y la amplificación, a menudo sin necesidad de fuentes específicas.

Es un proceso similar a la conocida técnica de composición no-input mixer que consiste en emplear una mesa de mezcla sin entradas de audio externas y en vez de ello se utiliza el ruido generado por el sistema de amplificación para encaminar internamente la señal y lograr todo tipo de procesos. En especial recuerdo al artista Toshimaru Nakamura, que realiza un precioso trabajo con esta técnica al procesar una consola sin entrada externa y lograr una amplia galería de sonidos donde "el sonido mismo pueda ser música":

¿Otro ejemplo? Fratres de Arvo Pärt, originalmente ideada para cuarteto de cuerdas pero recreada a partir de feedback afinado en una consola, sin ningún tipo de fuente externa a la mesa en sí. Aquí un extracto:

(Una versión más extensa puede escucharse aquí)

Continuando con lo que veníamos al respecto de Adam Basanta, encontramos en él una relación bidireccional que asume el espacio y el feedback mismo generado en este como un insumo creativo para el desarrollo de interesantes experiencias de escucha y reflexión en torno al sonido que plasma en varias instalaciones, tres de las cuales exploraremos a continuación:

Invisible Lines (lineas invisibles)

Esta primera aproximación conduce a una exploración del potencial estético/artístico del feedback controlado y a la posibilidad de componer estructuras temporales utilizando únicamente el feedback producido por poner cara a cara un receptor (micrófono) y un emisor (parlante) de señal.

Se trata de seis micrófonos SM58 con su respectivo parlante al frente, ubicados con la finalidad de conocer el diálogo existente entre ambos dispositivos en la que el feedback generado en el espacio acústico es manipulado como insumo para la composición, lograda a partir de un software personalizado que permite controlar estados de estabilidad o inestabilidad de la señal y lograr un balance de lo que se recibe desde la retroalimentación, pudiendo determinarlo en pitch y envolvente y utilizar el feedback mismo como instrumento que refleja la sutileza de la manifestación acústica en 'líneas invisibles' que acontecen en el espacio.

The sound of empty space (el sonido del espacio vacío)

Esta segunda obra se constituye a partir de un ejercicio similar pero explorado en varias vías, recorridos "a través de piezas que son igualmente banales, inventivas y absurdas, el sonido se revela no como un objeto diferente o un evento autónomo, sino como un producto mutable fruto de interdependientes redes de relaciones físicas, culturales y económicas", como comenta el artista.

Esto se refleja principalmente en tres piezas que componen la obra:

  • The loudest sound in the room experienced very quietly — Utiliza un loop continuo de freedback generado entre un micrófono y un sistema de comunicación público que es amplificado y volcado hacia sí mismo logrando niveles sonoros extremos que alcanzan los 120dB, pero son reproducidos sutilmente en la instalación
  • Pirouette — En esta pieza un micrófono rota lentamente para aproximarse a siete parlantes ubicados en circulo, logrando girar hasta lograr diversas melodías. Y como comenta el artista, los nueve giros completos, se puede escuchar una “versión esquelética del tema central del balet Swan Lake de Tchaikovsky.
  • Vessel — Una bella versión miniatura de los procesos aplicados en las otras piezas, donde en un recipiente de vitro se ubica un pequeño altavoz y micrófono de solapa. El altavoz varía su distancia logrando diferentes relaciones con el feedback reproducido dentro de la jarra sellada con tapa.

A room listening to itself (una habitación escuchándose a si misma)

Esta última pieza, la más reciente publicada por Basanta se inspira en las mismas ideas pero agrega un componente de interacción con los visitantes que se presenta como un proceso de relaciones acústico-espaciales que surgen entre la actividad y la inactividad de sonidos en el entorno.

En este caso cada señal que reciben los micrófonos es amplificada al tiempo por varios altavoces que son filtrados en un proceso de la señal definido como "una red de amplificación que modifica la respuesta acústica de la sala e introduce una simulación análoga cruda de reflexiones reverberantes y delays", esto con la finalidad de amplificar las modificaciones tímbricas que ejerce el altavoz.

La forma como están dispuestos los altavoces, logra además que a medida que los visitantes recorran la instalación, interfieran en las propiedades acústicas de la relación entre el micrófono, el altavoz y el espacio mismo, no solo por su interferencia espacial sino también desde la integración de los sonidos que ellos producen, en tanto la red de amplificación diseñada por el artista utiliza también sonidos de los visitantes para integrarlos a su sistema de feedback. Así los pasos, las conversaciones y cualquier sonido del oyente se integra en el loop principal y generan otras amalgamas de sonidos.

Sin duda un trabajo lleno de detalle y sutileza, aun cuando aparenta ser bastante simple o "banal" como dice el artista, quizás porque no es una obra de pensada necesariamente para causar un impacto visual, aunque es destacable lo impecable de varias de las obras, como "Vessel" o la sala donde establece "A room listening to itself".

Sin embargo, cuando reflexionamos respecto a lo que sucede desde, en torno y hacia el sonido, es un trabajo fascinante: una reflexión profunda de la noción de espacio en relación a la concepción de la forma del sonido en cuanto tal, invitándonos a reflexionar al respecto de la capacidad que tiene el sonido para ubicarnos o desubicarnos, para ilusionarnos con mundos que realmente no son si no sonidos que ya existen entre la resonancia; ecos de ecos de ecos de ecos de ecos de ecos……… (¡¿cuando detenerse?!)

Miguel Isaza
EL AUTOR

Miguel es un investigador que relaciona la filosofía, el arte, el diseño y la tecnología del sonido. Vive en Medellín (Colombia) y es fundador de varios proyectos relacionados con lo sonoro, como Éter Lab, Sonic Field y Designing Sound.

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