blkr escribió:
me ha sorprendido gratamente su amor y estudio del ajedrez.
Ciertamente, puede ser interesante también para los aficionados al ajedrez que así aprenden algo de música. El mundo actual tiende a compartimentar el conocimiento en asignaturas pues encaja en la burocracia de oficina en que han convertido la educación. Pero esa división en parcelas independientes no obedece a la realidad del mundo. Es muy frecuente que los músicos tengan intereses no solo artísticos (en otras artes) sino ciéntificos, culturales o de investigación, y lo mismo al contrario. Albert Einstein pasaba casi tanto tiempo tocando el violín como investigando la teoría de la relatividad. Él mismo reconocía que tocar le ayudaba a abstraer el pensamiento y le inspiraba en sus teorías. El cerebro es complejo y necesita que se le use de una manera equilibrada y completa. Cuando solo usas un área tiende a saturarse y volverse obtuso.
Es importante tener una mentalidad abierta ser capaz de disfrutar con todo y tener diferentes modos o niveles de uso del cerebro.
Ya que se cita a Williams un par de vídeos de lo "simple y calculada" que es su música que hasta puede tocarse con un lapicero.
Endika escribió:
unque williams esta en una liga superior no?
Creo que es un error formular categorías de artistas basadas en criterios de competición o concurso. Odio los concursos musicales que pretenden ordenar el talento de modo que dos músicos que tocan genial y diferente pasen a ser primero o segundo (el segundo, que es un músico magnífico, pasa a ser de "otra liga" un fracasado, no es el mejor).
Es bueno para el deporte, no para el arte. Cada músico, cada compositor, tiene su propio valor, personalidad o falta de ella. Para mí no existen las categorías de mejor o peor, primero o segundo o ligas en lo referente a la música. Para el teórico o el estudiante de la música desde la teoría no deberían de existir categorías. Igual que el médico, no debe juzgar a sus pacientes. Analizas la música, descubres sus cualidades, sus índices interesantes y los que no lo son tanto y ahí acaba tu trabajo. Al médico no le piden diagnosticar si le gusta el paciente o si le invitaría a cenar.
Cuando salimos del ámbito teórico, juzgar de manera objetiva y puramente técnica, tenemos derecho a utilizar nuestra faceta de personas normales que tienen su propio gusto. Una médico se puede enamorar hasta las trancas de un hombre (o mujer) que es cojo y tiene cáncer. Del mismo modo a un músico, que sabe un montón de teoría musical o que toca mogollón, le puede gustar música que no es perfecta. Y es que el gusto no se elige. Todos sabemos que hay superficies bonitas que luego no hay quien aguante o viceversa.
También hay momentos en que uno está o necesita cosas menos complejas y otras en que busca una relación más interesantes. En música, probablemente la mayoría, tengamos momentos de esos. Por eso no me parece sensato difundir ligas o categorías de compositores en cuanto a buenos y malos. Es un poco inducir al público, a los estudiantes o a los que se interesan por la música, en este caso en el cine, a que
"tienes que escuchar más a Williams que a Zimmer o a Hermman que a Morricone" lo cual puede que no ayude a la persona con interés o talento.
En este campo merece la pena bucear un poco en la vida privada de los grandes maestros consagrados en la historia de la música.
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Bach era el fan número uno de una A. Vivaldi que estaría en "otra liga", también lo era de un tal Fischer (no Bobby sino Johann Caspar Ferdinand), al que nadie conoce ahora y del que tomó muchas ideas para llevarlas a una nueva dimensión (las obras de Fisher son más cortas y simples que las de Bach, pero siguen esquemas e inspiraciones similares)
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Mozart no soportaba a Bach padre, su músico favorito y al que comenzó copiando literalmente obras para piano que simplemente orquestaba era el hijo Johann Christian Bach (el Bach de Londres).
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Beethoven prefería al casi ignorado (por ser italiano y no alemán) Muzio Clementi al pusilánime y blandengue Mozart. Y le parecía más intenso Handel que Bach.
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Chopin no soportaba el 95% de las obras de Beethoven y solo reconocía algo de interés en la sonata Claro de Luna.
Si uno se lee los chismorreos, las cartas, las biografías, de los elevados por la historia a grandes músicos descubre aspectos que racionalmente parecen incoherentes pero que forman parte de nuestro gusto, de nuestras imperfecciones y que no podemos evitar.
El gran novelista español
Miguel Delibes decía lo siguiente:
Miguel Delibes escribió:
Para escribir un buen libro no considero imprescindible conocer París ni haber leído el Quijote. Cervantes, cuando lo escribió, aún no lo había leído
Creo que es una interesante reflexión sobre la inspiración o los modelos artísticos en el aprendizaje.
Empezar por lo más grande, por lo mejor, lleva a una sensación de incapacidad de frustración. Es mejor empezar por modelos simples, más mundanos, de menos carácter magistral a los que es más fácil llegar a parecerse y desde ellos evolucionar. Retomando la música para el cine, la ambientación con música de escenas, puede ser más simple y un primer paso aprender a hacer cosas menos grandiosas que intentar conseguir la densidad sicológica y la orquestación de un
Bernard Herrmann en Vertigo (por ejemplo) Por eso es mejor dejarnos de ligas e ir a aprender a imitar las cosas que nos gustan, sin cerrar la mente a cosas más interesantes. Ni cerrarse al círculo vicioso de lo que ya me gusta, ni dejarse llevar por la corriente de que para ser novelista hay que leer El Quijote o no hay nada que hacer.
Bernard Herrmann es uno de los pocos compositores de música para el cine cuya música se ha incorporado de manera bastante regular al repertorio sinfónico de concierto. Hay que decir que el cine de la época ayudaba mucho. Pocas películas del cine actual soportarían los tiempos de esta escena hoy domina la estética rápida del video clip y la saturación de imágenes. Al igual que los músicos el silencio y la calma, muchos cineastas tienen que recuperar el valor de la simplicidad, del disfrutar de la belleza de la escena, de la interpretación del actor y no saturarlo de diálogos y acción.
Hace poco escuchaba a un colega dar un consejo a los padres sobre cómo mejorar la formación musical de su hijo
"que escuche mucha música, da igual cuál sea, la que le guste. Que la escuche, que se dedique solo a escucharla con atención, sin hacer nada más. Eso es de lo que realmente aprenderá" Nada de técnica, escalas, horas atado al instrumento,... escuchar música con atención, de cualquier tipo. Y es que si escuchas hasta la música calificada de
"mala" con atención al final te acaba llevando al vicio de
"querer más" e ir descubriendo otros valores en la música y desarrollas el ansia por tocar.
Por completar algo más este sermón dominical en sabado una anecdota cercana sobre los gustos, las ligas y las "grandes" o "buenas" músicas.
Markus Stockhausen es un, actualmente vivo y sano, músico de jazz y compositor. Y hace cosas como estas:
Su padre fue el reputado compositor de música electrónica y electroacústica
Karlheinz Stockhausen (no "moderna", nada de jazz, ni funk, ni house, ni esas cosas) Karlh... como padre, opinaba que la música contemporánea era poco aceptada por el público por que se escuchaba desde niños música tonal, canciones populares, infantiles, música pop. Así que impuso una norma en su casa, todo el día estaban sonando obras de música contemporánea (de 1950 en adelante) para que sus hijos entendiesen esa música como natural y se olvidasen de toda esa mierda del pop, la tonalidad, y hasta Mozart. ¿Qué pasó? pues que al final la cabra tira al monte, y los hijos desarrollaron el mismo amor o interés por la música contemporánea que el resto de estudiantes de música de cualquier conservatorio y se siguieron interesando por músicas más "imperfectas", "comerciales" o "para torpes" junto con la admiración a música grande de otros estilos. Lo cual viene a ser una muestra muy significativa de que el gusto no tiene nada que ver con lo que técnicamente se determina como mejor o de otra liga, o lo que otros te recomiendan como sano y saludable.
Toda música es buena. Son acordes, alturas y ritmos que con conocimientos técnicos y habilidad se pueden llevar al terreno personal. Al final las notas de una partitura son una excusa para tocar. Aquí un ejemplo, al hombre le gusta Williams, pero le da un poco el complejo por que su música es considerada facilona y comercial entre músicos serios, no como la de Bach. Pues a unir los dos mundos divirtíendose y haciendo esta pequeña broma.
Si te gusta Wagner, pero también el Tango en la intimidad puedes probar a acostarte con las dos y divertirte haciendo un trio:
Perdón por la extensión, si has llegado hasta aquí te mereces un premio por tu interés en la música y seguramente lo recogerás pronto.
The End