Audiovisual

Ilusionistas sonoros

Es realmente curioso encontrar como las películas nos hacen creer que tantos de los fenómenos y manifestaciones suenan de determinada manera, en muchos casos de formas muy diferentes entre sí. La magia del diseño sonoro puede analizarse desde allí. No es únicamente el hecho de crear representaciones sonoras o realidades desde el sonido para una película y demás, sino también la importante aportación a la memoria de las personas mediante la gestación de diversas asociaciones y referencias sonoras que en muchos casos no tienen mucho que ver con lo que se escucha fuera de la película, en esa otra película que llamamos "mundo real" o "entorno material", etc.

El diseñador de sonido es un creador de realidades, no para la película simplemente, sino para todo el espectro de conciencia de una persona tanto en el momento de recibir los estímulos sonoros durante la obra audiovisual, como en aquello que se queda en su mente, lo que se imprime en la memoria. El hecho de plantear determinada realidad sonora, de contar con sonidos cómo es estructurado un entorno, cómo es la interacción entre los elementos y organismos que lo componen, qué tipos de formas toma, cómo se desarrolla en el tiempo, qué papel juega dentro del flujo emocional o cuanta información detona en la persona que disfruta de la pieza, representa algo muy profundo en la vida y el desarrollo mismo del ser humano. El cine no es un juego, no es simple entretenimiento. Igualmente con la música, son artes muy profundos y capaces de revolucionar al ser humano, tanto como individuo como sociedad. En el caso del diseño sonoro, estamos hablando de un arte de transformación mental, de una poderosa herramienta que brinda las bases de lo que vamos posteriormente a vivir como nuestro mundo.

Desde los tiempos ancestrales se ha sabido que la realidad está limitada únicamente por la mente. Son nuestras memorias, nuestros registros, nuestros lenguajes y desarrollos los que construyen un determinado conjunto mutable y nunca fijo que llamamos realidad. En muchos de los casos, a la hora de construir el presente, da igual de donde provienen los datos pues solo se tiene el fluir de los mismos. Con el diseño y la composición de sonido se puede reflejar esto de una forma muy directa, pues el sonido viaja libre en presente y solo puede ser escuchado verdaderamente como decía el maestro Zen Huang-Po: "Está aquí y ahora. Piensa en ello y lo habrás perdido". Por ello antes de nombrar un sonido, antes de decir si es real o irreal, ya nos habrá atravesado desde nuestras entrañas, ya en aquel momento nacimos siendo él y morimos siendo él. Cuando escuchamos un sonido, es porque encontramos su cadáver porque eso que llamamos "un sonido" no es posible de encontrar. Allí lo único que queda es un recuerdo en el silencio, recuerdo que no permanecerá, sino que deambulará eternamente tejiendo entre incontables ideas una red que sería la encargada de manifestarse en nosotros como nuestro entorno, nuestra mente, nuestro alcance, nuestra noción de la realidad.

Es bastante curioso sentarse a evaluar qué tanta distorsión o expansión se realiza sobre el mundo que conocemos y definimos a partir de las diversas formas que obtenemos mediante la manifestación artística. Si por ejemplo nos detenemos a concebir y fabricar la realidad desde los sonidos que escuchamos sin tener muy en cuenta el hecho de cerrarnos o encasillarnos en determinadas nociones conceptuales, visuales, etc encontraremos transformaciones muy radicales de la realidad. De hecho muchos de nosotros, tenemos nociones de los sonidos muchas veces a partir de los nombres que le damos a los objetos, pero los sonidos en realidad no tienen nombres. Si uno escucha el canto que hace un pájaro puede nombrar ese sonido "sonido de coche", "sonido de explosión" y eso no cambiará como tal el canto, no lo transformará, solo varía la asociación conceptual.

¿Y a qué va todo esto? Pues al hecho de comprender que la realidad sonora es muy relativa desde lo que podamos nombrar, por lo que siempre se prestará para ser replanteada, transformada y presentada de formas únicas y tan solo limitadas por la imaginación misma. Un diseñador o compositor de sonido, especialmente aquellos que utilizan la grabación de campo y los sonidos del entorno, tienen una infinidad de relaciones y tejidos por desenvolver y crear. Más allá de los plugins, grabadoras, micrófonos, DAWs y combinaciones, está una facultad que sólo puede ser desarrollada a profundidad desde la disposición misma del individuo ante la exploración sonora mediante su compromiso con la escucha y su reconocimiento de la responsabilidad que conlleva el hecho de crear y manipular sonido, pues son los diseñadores sonoros creadores de profundas realidades que trascienden la película y la composición y se adentran en la estructura misma que le damos al universo, la forma como desarrollamos nuestra vida y cómo nos organizamos cultural, social y hasta psicológicamente.

Hay algo muy interesante por ejemplo con muchos sonidos que se plantean en una película. De entrada sabemos algo que es la esencia misma del diseño sonoro: el hecho de saber que a la hora de fabricar realidades sonoras, no tiene nada que ver el objeto grabado, sino el sonido mismo, ese innumerable elemento, infinitamente maleable y fascinantemente relativo. Muchos sonidos de una película o composición sonora están creados con fuentes que no tienen nada que ver con lo que se aprecia visualmente o lo que uno podría pensar que está escuchando, como por ejemplo unos pasos de caballo creados con unos pedazos de coco, un sonido de huesos quebrados fabricado con vegetales o un coche futurista cuyo sonido proviene de un sintetizador o un globo siendo manipulado. Esto brinda la posibilidad, tanto para el diseñador como para el oyente, de construir realidades alternas, asociaciones novedosas y formas sorprendentes de descubrir la relación entre lo que se nombra, lo que se ve y lo que suena, tejiendo caminos fascinantes donde el diseñador se vuelve un gran ilusionista, un mago de la percepción, donde el sonido cobra vida como lo que es: la raíz del cosmos.

Y segundo, podemos encontrar como el diseñador de sonido se encarga muchas veces de re-interpretar la realidad, asignando a los objetos sonidos que no tendrían en aquel mundo real "fuera" de la película. Las peleas golpe a golpe por ejemplo, son realmente diferentes en la mayoría de películas puesto que muchas veces no se utilizan puños normales sino un sin fin de elementos inimaginables para crear todo tipo de texturas y matices, o incluso movimientos corporales que suenan exagerados o cosas tan aparentemente sutiles como los ambientes, en los cuales existe una magia muchas veces más interesante que en aquellos efectos espectaculares y exagerados. En los ambientes se teje lo que mi amigo Peter Albrechtsen contaba el otro día en Designing Sound: la atmósfera. Más que un colchón, un ruido de fondo, una simple ambientación, se contiene allí la atmósfera, la emoción que sostiene el fluir del tiempo, un elemento con gran capacidad emocional para determinados momentos de la obra. La mayoría de ambientes de las películas juegan maravillosamente con ello y si fuéramos a escuchar los entornos reales, nos daríamos cuenta que varían cantidades, tanto en diseño, como en los materiales empleados, en su mezcla, etc.

Podríamos quedarnos contando ejemplos y encontrando muestras de todo tipo. El otro día digamos, me encontraba con un articulo en LiveScience donde se podía escuchar un sonido capturado bajo el agua en el momento en que un gran iceberg se quiebra y se separa. Si nos ponemos a comparar con lo que una película nos diría de tal manifestación, podemos encontrar muchas diferencias. Otro ejemplo lo encontraba hace poco en un interesante artículo de Wired donde se puede escuchar el sonido que realiza un volcán en sus momentos previos a la erupción. Si bien ambos sonidos son realmente precisos, se alejan claramente de lo que el diseñador de sonido o incluso el músico plantearía en una película. Hablando de volcanes, recuerdo también un vídeo donde se muestra un fragmento de una dramatización-representación de lo que hasta ahora en los registros humanos se conoce como el sonido más fuerte que ha ocurrido en la tierra, proveniente del volcán Krakatoa en Indonesia cuya explosión destruyó 256 ciudades, dejó miles de muertos y afectó de una forma impresionante a los habitantes de la isla, dejando sordos a humanos y animales.

"El sonido más fuerte registrado hasta el momento por un fenómeno natural fue la erupción del volcán Krakatoa en la costa de Jakarta, Indonesia el 27 de agosto de 1883. El volcán de una pequeña isla en Krakatoa presentó estado de cataclismo por un periodo de un mes hasta su erupción a las 10:20 AM. Dicen que el sonido fue tan estruendoso que se pudo escuchar a varios kilómetros a la redonda, luego que alcanzó a producir 180dB, nivel de presión sonora suficiente para destrozar por completo el sistema auditivo de una persona."

Os dejo el vídeo que aunque obviamente no contiene el sonido como tal que se produjo, juega un poco con esa creatividad del diseño de la que hablo, curiosamente reflejando el gran sonido por medio del uso del silencio:

Y así podemos encontrar cientos y cientos de ejemplos, pues como ya decía, es esta la esencia misma del diseño de sonido, ese juego entre el contexto, la asociación y lo abstracto, maleable y capaz de transmitir todo tipo de manifestaciones. La clave está en aprender a escuchar los sonidos de un sin fin de formas. Conociendo su contexto pero a su vez conociendo sus facultades materiales, como si el diseñador pudiera deambular tranquilamente entre la escucha descriptiva del paisaje sonoro y la escucha acusmática, reducida y exenta de toda realidad visual o conceptual. Es una facultad a desarrollar con el tiempo. Claramente los grandes diseñadores de sonido más que llevar años construyendo efectos, editando películas o grabando sonidos, llevan un buen rato escuchando, simplemente conociendo el universo en su infinidad sonora. Uno lo comprueba en las obras y en los procesos mismos, pues muchas veces un gran sonido no proviene de una exagerada y rebuscada técnica de procesamiento sino en una escucha atenta y capaz de identificar lo que es necesario, ya que en lo que aparenta ser muy insignificante, se suele encontrar un potencial enorme.

Y eso que muchas veces ni siquiera es necesario sonido para reflejar ciertas cosas, pues lo grandioso del cine es saber que cada película tendrá sus parámetros y dentro de cada decisión se esconderán todo tipo de peculiaridades y factores originales, donde entra a jugar la creatividad de los creadores. Digamos por ejemplo el espacio. Hay películas donde el espacio es todo un entorno de caos, de sonidos futuristas y formas exageradas de representar las cosas. En otros casos el espacio es silencioso, como aquella escena de la primera entrega de Star Trek de nueva generación donde se da una salida al espacio y todo queda en silencio, lo cual no representa únicamente un hecho artístico o una decisión creativa para representar que en el espacio no hay sonido, sino también para aportar una noción de infinidad, brindar un momento donde pueda uno sumergirse en todo un vacío donde en la mente todo entra a ser posible, desde la tensión hasta la tranquilidad.

Igualmente podríamos analizar una varias escenas de "2001: Odisea en el espacio" por ejemplo, y encontraríamos que aunque se refleja un espacio igualmente "vacío", allí se da lugar a manifestaciones musicales asombrosas a partir de las cuales podríamos entrar a pensar que el espacio es un lugar de pura belleza, perfección, etc. Y bueno, así podríamos quedarnos analizando todo tipo de momentos pero acá lo importante es comprender que tales decisiones creativas no están afectando únicamente al desarrollo de la película, sino que están creando en nosotros impresiones, referencias y todo tipo de nociones.

Las películas, las composiciones, todo lo que tenga sonido y movimiento, todo lo que se manifieste como un proceso determinado de información, quedará dando vueltas en la mente y generando un sin fin de cosas en una persona. El hecho de salir a capturar los sonidos del entorno, replantear sus contextos, combinarlos, generar derivados y alterar totalmente el sistema sonoro que encontramos "afuera", representa para el diseñador de sonido no solo una infinita posibilidad de crear sino también una gran capacidad de transformar la realidad, la mente y con ello imprimir drásticos cambios en nuestra vida.

Por cierto, ¡feliz día de la escucha!

Miguel Isaza
EL AUTOR

Miguel es un investigador que relaciona la filosofía, el arte, el diseño y la tecnología del sonido. Vive en Medellín (Colombia) y es fundador de varios proyectos relacionados con lo sonoro, como Éter Lab, Sonic Field y Designing Sound.

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