Francia declara su música electrónica 'Patrimonio cultural inmaterial'... ¿Una injusticia mayúscula?
Aunque en principio parece que este tipo de noticias deberían agradar a quienes nos consideramos cercanos a las músicas que aplican medios electrónico/informáticos para buscar otros timbres y otros lenguajes, me ha dado un bajón total al profundizar en el asunto: os cuento porqué.
Al igual que hace poco Alemania con el tecno berlinés, Francia reconoce su 'French touch' como patrimonio cultural inmaterial. Pero por el camino ¿ha marginado el verdadero impulso francés a las corrientes del arte musical/sonoro, y con ellos cometido una injusticia? No me disgustan Daft Punk, Jean Michel Jarre, o tantos otros nombres de la escena más 'pop/comercial' en la música electrónica francesa. Pero cuando el estado francés incorpora a su listado de patrimonio cultural inmaterial la corriente 'French touch' basándose en nombres semejantes, y con ella prepara el camino para un futurible reconocimiento por la UNESCO, está olvidando injustamente elementos capitales de la aportación francesa a la renovación del hecho musical que hubieran merecido mucho antes tales reverencias.
La 'Musique concrete', traducida como 'música concreta' en los textos en castellano, fue una aportación netamente francesa en esa mitad del s. XX en la que las academias quisieron ser fuertemente renovadoras y provocativas. Schaffer, Henry... y otros autores son los que obligaron al mundo a admitir el uso de cualquier sonido real grabado en cinta magnética (y transformado desde ella con inversiones, cortes, fundidos, variaciones de velocidad, etc.) como elemento válido para la creación musical. Eso sí ha sido una aportación descomunal en sus consecuencias. Y no, por mucho que nos puedan hacer pasar grandes ratos, las creaciones nacidas de ese 'French touch' son comparativamente mucho más 'estándar' y globalizadas. Podríamos igualmente hablar de los muchos desarrollos técnicos y musicales surgidos del IRCAM parisino, del CRM de Marsella, ... Hay mucha historia y mucha Cultura (con mayúscula) francesa vinculada a la música electrónica, como para que la envidia que sintió Macrón ante la decisión alemana a favor de su tecno en 2024, promovida oportunistamente por Technopol, haya sido tan cegata al definir su objetivo.
En estos tiempos acelerados que vivimos no hay mucho espacio para la vista atrás. Si el 'French touch' se extiende tanto que puede albergar corrientes tan diversas, sin que formen una verdadera 'identidad' o 'corriente' característico... ¿qué costaba haber retrocedido algo más en el tiempo y poner en valor a los verdaderos pioneros, como germen francés de estos otros nombres recientes?
Está claro que este tipo de reconocimientos muchas veces nacen de iniciativas demasiado ligadas al contexto temporal que las propicia (la parte 'industrial' de lo musical) que a un verdadero interés 'cultural' con una visión más longeva y crítica sobre el impacto de aquello que se pretende ameritar. Pero me parece demasiado fuerte para no destacarlo, sin por ello dejar de celebrar esa madurez de lo electrónico que implica el sello de 'Patrimonio cultural inmaterial' por parte de Francia.
Y es que aunque la UNESCO reconoce el papel fundacional de la 'musique concrète' junto a muchísimas otras manifestaciones musicales a través del International Music council (IMC), el estatus de patrimonio cultural al que aspira Francia conlleva una protección de esa herencia que veo impropio no se hubiera reclamado antes (por cronología, sí, pero también por relevancia cultural) a favor de aquella 'musique concrète'. Cuando los algoritmos y las IA nos llevan hacia la homogeneidad, creo que se vuelve aún más importante esa otra visión histórica que hubiera sido oportuno aprovechar para destacar y tributar los orígenes.


