Capítulo 2: La Magia del Cine

La Magia del Cine (Tortuga Pimienta)Esta semana me invitaron a un pase en una sala de cine de la película "The Rolling Stones Live In Texas 1978". Es un concierto que dieron el 18 de julio de 1978 en Fort Worth, Texas, tras el lanzamiento del "Some Girls".

Vale, es una campaña para vender el correspondiente DVD que editan justo a tiempo para la campaña navideña, pero el concierto se filmó en 16 mm y, como en otras ocasiones, la mezcla de sonido es de Bob Clearmountain. En estos tiempos que corren, ver una película musical o, mejor dicho, un concierto de rock en una sala de cine es un lujo del que pocas veces podemos disfrutar, así que no había excusa posible.

Mi condición de fan (casi) incondicional de las huestes del señor Jagger no impidió que comenzase a fijarme en asuntos propios de mi condición a poco de comenzar la proyección. Es una maldición provocada por la deformación profesional. No puedes asistir a un concierto y escuchar la música sin más, hay que fijarse en los micrófonos, la amplificación, los instrumentos… A veces envidio al público llano, que disfruta de la música o del cine sin más.

Al poco de comenzar la proyección surgen las preguntas ¿no tenían más monitores que un par de gigantescos sidefills a los lados del escenario? ¿qué modelo de micro tiene Mick para cantar, en una era pre-58s? ¿cómo de fiables eran los sistemas inalámbricos para las guitarras allá por 1978?

Posteriormente pasé a tratar de entender lo que estaba escuchando, pensando en las condiciones en que se habría grabado. Seguramente llevaron su unidad móvil para grabar el audio ¿16 pistas sería suficientes para grabar cómodamente a la banda o lo grabarían con 24? Los ambientes de público sonaban bastante claros, quizá demasiado. El piano Wurlitzer que toca Mick Jagger mientras canta "Far Away Eyes" suena excepcionalmente limpio, ni una sóla nota fuera de sitio, y eso que está cantando… Los ambientes de público se oyen por los canales de surround sin que apenas se cuelen las palabras de Jagger presentando el tema, o los instrumentos sonando en el escenario. Muy sospechoso.

Casi sin querer, empecé a considerar el uso que habrían hecho de lo que, cariñosamente, llamo "La Magia del Cine". Ya sabéis, cuando vemos un tiro de pistola en una película de cine, el sonido que escuchamos pocas veces se corresponde con un sonido de pistola real. Los sonidos de pistola reales son bastante insulsos y no provocan en nosotros, los espectadores, la reacción que debieran. Hay que utilizar un sonido suficientemente estruendoso e impresionante para tener sensación de realidad…. curioso.

Aplicado al mundillo de las grabaciones en directo, podemos considerar que La Magia del Cine es toda aquella manipulación que hagamos y que vaya encaminada a que lo que estamos viendo suene real, pero también impresionante. Regrabaciones, ediciones y cualquier otro truco que consiga engañar al oyente para que lo que se escucha parezca real.

El grado de trampas que se aplican en la grabación de conciertos en directo es análogo al grado de trampas que se pueden hacer en un estudio de grabación cuando se trabaja en un disco convencional. El caso más benigno es aquel en que lo que escuchamos se corresponde rigurosamente con lo que sucedió en el escenario, en el recinto donde se haya grabado el concierto. El caso más grave, aquel en que nada de lo que se escucha se corresponde con la realidad.

No me parece muy comprometido utilizar público sampleado para aumentar o corregir el ambiente de público de una grabación en directo. Puede suceder que los micros no captaran bien el fervor de los fans y haya que simularlo. Cuando los ingenieros de sonido de los grupos trabajan con un volumen excesivo, pueden tapar al público, haciendo imposible el uso de los ambientes grabados. En la película de los Stones, el público sampleado ayuda a limpiar el sonido y a controlar el ambiente en los canales laterales del surround. Puede ser público del mismo concierto, grabado en un momento en que el escenario está tranquilo, o puede ser público de librería. Eligir ambiente de público de librería exige prestar atención a las dimensiones del recinto: no podemos utilizar ambiente de público de un estadio olímpico para una grabación en un teatro. Sonaría muy raro.

Lo malo viene cuando el público canta, da palmas, o hace cualquier otra cosa que no sea tan sencilla de samplear o sustituir. Bueno, en alguna ocasión hemos tenido que añadir palmas con un teclado conectado a un sampler, o incluso juntar a unos cuantos voluntarios para que coreasen algún estribillo y apoyar a un público demasiado indolente.

Regrabar voces o instrumentos es algo que únicamente debería hacerse en aquellas ocasiones en que lo justifique algún problema técnico. Recientemente tuvimos que regrabar una guitarra acústica por un error en el cableado que impidió que se grabase el instrumento. Regrabar una pista porque la interpretación es mala no deja en muy buen lugar al artista.

En general, cuando algún desastre lo requiera, es mejor editar que regrabar. Una línea de teclado con un error, una voz con un desafine que se puede copiar de alguna repetición dentro de la misma canción es pecado menor. En ocasiones, hemos grabado un par de pases de un concierto para guardarnos las espaldas. Si los músicos tocan con claqueta, resulta sencillo sustituir una parte errónea con la misma parte de otra toma. A veces, sirve con grabar algún ensayo, alguna prueba de sonido.

Regrabar supone tener que igualar niveles, previos de micro y cualquier otro elemento que inteviniese en la grabación original. Cuando se regraba, hay que tener máximo cuidado. Al contrario que en el estudio de grabación, en un escenario hay muchos micros abiertos. Se puede regrabar una pista, pero hay que tener en cuenta lo que se pueda colar por el resto de los micrófonos, especialmente los ambientes.

Si se trabaja con imagen, una parte sustituida o regrabada puede no corresponderse con lo que se ve en la imagen. A veces es peor el remedio que la enfermedad.

¿La trampa máxima? En una ocasión, nos llamaron para grabar varios conciertos de un conocido grupo de gira por aquí. Preparamos un listado de material para poder grabar 48 pistas, grabadores, previos de micro y demás. Pero nos sacaron del error cuando nos comentaron que únicamente teníamos que grabar el canal de la voz, la claqueta y 6 micros de ambiente de público. El resto del audio se correspondía con las sesiones de grabación del disco que el artista presentaba. Es decir, iban a sumar ambientes al disco. En otra ocasión, la grabación del directo únicamente sirvió como referencia para que, sistemáticamente, se sustituyeran todas las pistas por equivalentes grabados en el entorno controlado del estudio. Y hace menos de 10 días hemos grabado a un artista que lleva el 80 % del show pregrabado. Probablemente hay demasiada Magia del Cine. Que llamen a la Policía Musical.

El grado de manipulación de una grabación de este tipo depende de muchos parámetros. No pretendo abordar en profundidas las cosideraciones morales del asunto, que las hay. Allá cada uno con sus motivos, con sus escrúpulos.

Tampoco preguntéis los nombres de los artistas involucrados. Forma parte del secreto profesional. Esa información no puede salir del acuario de la Tortuga Pimienta. Hagamos lo que hagamos, al final tiene que dar la impresión de que la actuación es real o, mejor aún, que supera la realidad. La Magia del Cine.

postdata: os recomiendo que veáis la película de los Stones. Buena fotografía, buen sonido, y uno de los grupos que, a día de hoy, no usa demasiado La Magia del Cine.

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