Personal (blogs de usuarios)

  • Ludiguer - al loro - feliz navidad, con perdón
    Luis Perdiguer González

    Hoy domingo nos hemos dedicado a poner en casa los adornos navideños, y mientras mi mujer y yo preparábamos todo, nuestro loro al ver todas esas cajas por el salón, no ha podido evitar la tentación de amenizarnos la tarea con su conversación, por lo que la primera pregunta no se ha hecho esperar. “¿Qué vais a hacer?”. “Adornar la casa”, le dijo mi mujer, “yo sé por qué la adornáis”, nos dijo él mientras empezábamos a sacar las primeras cosas de las cajas. Mi mujer y yo nos miramos como diciendo -yo no he oído nada- y seguimos sacando cosas de las cajas. “¿Queréis que os lo diga?”, nos preguntó, “¿quieres dedirnoslo?” le contesté, “sí” continuó él, “pues sea” le dije yo, y entonces nuestro loro se acerco a los barrotes de su jaula y empezó a contarnos: “Pues porque queréis exteriorizar la alegría de la próxima llegada de esas fiestas laicas por excelencia que los nostálgicos provocadores llamáis Navidad y que yo como soy más progre y original llamo Fiesta del Beintizinko de Diziembre”. Volví a mirar a mi mujer, y mi mujer a mi, y cuando estábamos a punto decirle que se callara, supongo que los dos pensamos que había mucho que hacer como para enzarzarse en una conversación con un loro, así que lo ignoramos, y con su incontenible verborrea por bandera, siguió diciendo nuestro plumoso disertador. “Y también sé que estáis contentos porque son unas fiestas que la gente aprovecha para pasarlas junto a su familia.”, ¡Oh!, ¿de repente nuestro loro había recuperado o mejor dicho adquirido la sensatez y empezaba a decir cosas coherentes?, seguí sacando cosas de las cajas expectante por ver qué rumbo tomaba su explicación, pero aparentemente en ese momento nuestro loro rompió el timón, las velas y la quilla, pues siguió contándonos; “Sí, ya sabéis. Uno, o una, su mujer, el ex marido de su mujer y la amante del ex marido de su mujer; o uno, o una, su perro, la araña del techo, un montón de revistas con gente desnuda y algún póster a triple página; o uno, o una y el equipo de halterofilia (que lamentablemente no es ninguna perversión sexual) de su barrio; o uno, o una, su prima a la que siempre quiso tirar los trastos pero nunca hizo porque hasta ahora estaba mal visto, y la madre de ésta y tía de uno o una, que aunque de momento no nos atraiga, siempre tiene su morbo pensar en qué pasaría si la tía y la prima en medio de la cena … en fin, eso. Lo que hoy en día entendemos por familia.”. En ese momento levanté la vista hacia lo que para mí ya no era más que un pajarraco para pedirle que se callara de una vez, cuando vi que nuestro bebé se había quedado dormido con la infumable palabrería de su alado amigo, así que di por bien empleado el sacrificio de tener que seguir oyéndolo y continuamos con la ornamentación del salón, pero para evitar que el pequeñajo se despertara, decidí tirar de la lengua al loro y que siguiera hablando, así que le dije: “y ya está. ¿no?, ¿todo esto es la Navidad según tú?”, y entonces él adoptó un gesto de arrogancia muy suyo y siguió disparando, “por supuesto que no. También son alegres por lo que representan”. “Ah, y ¿qué representan?”, se me ocurrió preguntar, y ahí es donde de verdad me arrepentí de no haber comprado en su día una tortuga cuando le oímos decir: “En estas fiestas se conmemora el nacimiento en Figueres de Irún del segundo hijo de Montserrat de Getxo, ya que el primero lo decidió abortar por haberse quedado embarazada de él muy joven y no tener muy clara la paternidad, y Patxi Xoxé Fuster, al cual llamaron Xexús Mohamed Vladimir Wong, y cuya venida llenó de gozo a las civilizaciones aliadas lo que llevó a que la noticia de su nacimiento pronto se extendiera por todas las comunidades autónomas y nacionalidades históricas de la época, e hizo que cuatro presidentes magos de repúblicas más o menos lejanas, o mejor dicho dos presidentes y dos presidentas, por aquello de la paridad, vinieran guiados por el humo de los incendios forestales y el polvo de la tierra afectada por la sequía a la planta baja que okupaba la familia a lomos de sus dromedarios para llevar regalos al recién nacido. Bueno, para ser más exactos, unas veces a lomos de sus dromedarios, y otras veces sus dromedarios a lomos de ellos, ya que el mismo derecho tienen unos como otros. Jordi Abraham Lee, que así se llamaba el primer presidente, le trajo un decreto ley para evitar la recogida indiscriminada de uva al principio del otoño y la homologación de tan digno fruto con los humanos además de la obligatoriedad de poner una paga vitalicia a todas las viñas a las que se les cortaron racimos en los últimos 300 años, exceptuando las cortadas durante los periodos gobernados por su partido. Mariova Zoraida Arantxa, que así se llamaba una de las presidentas, le trajo un carné de nacionalista y diccionarios para poder traducir de todas las lenguas oficiales a todas las lenguas oficiales del territorio, menos en español, y latín por tratarse de lenguas muertas o en vías de extinción, Miroslav Curro ‘Ngebe, le obsequió con un permiso de residencia, talante y solidaridaz y Rose Judith Macarena Petrescu, le dio una bandera roja y gualda con un litro de gasolina y un mechero para que él los utilizara como mejor le pareciera, y un puzzle de cierta península europea el cual cada vez que lo mirabas tenía más piezas. (El orden de los presidentes ha sido elegido por riguroso sorteo).”. No daba crédito a mis oídos, ¿cómo podía un loro tener tanta imaginación?, “¿De dónde has sacado esta barbaridad?”, le tuve que decir mientras le olía el aliento y le revisaba las pipas para ver si había tomado algo raro, cuando él me contestó: “Pues no sé si fue así verdaderamente como ocurrió, pero a mí me gusta más esta explicación de los hechos ya que es mucho más moderna, universal, global, actual e integradora que la que hasta ahora os venían contando. Además, si las cosas siguen por el camino que van, ya hablaremos dentro de unos años y veremos a qué versión se parece más lo que os cuenten en algunos medios y colegios, si a la tuya de toda la vida o la mía actualizada”. Entonces me dirigí hacia su jaula con la intención de ponerle el capuchón cuando le pregunté: “¿Y es eso todo o tienes que decir antes de que te desconecte hasta que te tranquilices?”, y él encaramado a los barrotes de su jaula y mirándome en tono desafiante me contesto: “Pues mira. No te lo iba a decir, pero ya que me lo preguntas, Jordi Abraham Lee y Miroslav Curro ‘Ngebe eran pareja, y Mariova Zoraida Arantxa y Montserrat de Getxo habían tenido un lío un par de años antes. De ahí que en realidad no tenga muy claro a quién fue verdaderamente a visitar esta presidenta, si al niño o su madre”. Llegados a este punto, le puse el capuchón mientras le decía, “Feliz Navidad”, y aun desde dentro oí a mi lindo pajarito decir.”eso, como decís los antiguos, - Feliz Navidad -, pero con perdón”.

    el 18/12/2006
  • Crónica de un destino miserable
    Nachenko

    Mi vida es un asco.

    ¡Con lo brillante que yo era en mi juventud! ¿Cómo he podido caer tan bajo? Yo era una especie de referencia para todos. Cuando se hablaba de calidad, me ponían a mí como ejemplo. Me señalaban con el dedo y decían “esto es calidad”. ¡Qué buen aspecto tenía yo en aquellos tiempos! Mi destino era triunfar, ser lo mejor de lo mejor, y sin embargo, ¿en qué ha quedado todo?

    Ha acabado en miseria.

    Salí de mi tierra hacia occidente a buscar pastos más verdes, y fui a Europa, al mundo rico, pero en lugar de encontrar el destino que esperaba, sólo encontré una vida cada vez más miserable. He acabado en un pueblo de mala muerte, viviendo en un cuartucho estrecho, frío y húmedo, hacinado con otros como yo, en un lugar sin ventilación, y cuando salimos de él, sólo salimos para ser maltratados. Vamos de un lado a otro constantemente, arrastrándonos por el suelo o amontonados en un trasto con cuatro ruedas, y en cuanto salimos de ahí, no paramos de trabajar. No paramos de cambiar de sitio a toda velocidad, y damos tantas vueltas que todos acabamos mareados. Nos estrujan, nos golpean, nos obligan a arrastrarnos, nos dan patadas, y cuando ya han decidido que tenemos bastante, volvemos al cuartucho frío y húmedo y allí nos quedamos hasta que toque volver a trabajar. Empezamos sucios y acabamos aún más sucios. Y nunca, nunca, nunca nos limpia nadie.

    Y ahora estoy aquí, esperando que me estrujen y que me golpeen, como siempre. Ya viene a cogerme el tipo ese medio calvo, con el número once en la camiseta. ¡Vaya pinta de pinta de mula tiene, el cabrón! Menuda coz me va a dar. Ya viene también el soplapitos ese vestido de negro que lo controla todo a base de soplidos.

    La mula me coge...

    ...coge carrerilla...

    ...el tipo del pito pita...

    Menuda hostia me van a dar.

    el 18/12/2006
  • Ludiguer - al loro - amigos para casi siempre
    Luis Perdiguer González

    Esta tarde hemos salido a dar una vuelta por el centro. Al llegar a casa yo me he puesto cómodo antes que el resto, he ido al salón a sentarme un rato a descansar. Como de costumbre he saludado a nuestro loro, y me ha parecido que él no me ha contestado con la alegría de otras veces, aunque tampoco le he dado mucha importancia. Pero cuando después de unos minutos aún no había abierto el pico, he empezado a preocuparme, así que le dije: “Estás muy callado esta tarde. ¿te pasa algo?”. “Pues nada”, respondió él, “que hoy se ha posado en el balcón un gorrión y me ha traído un mensaje de una cotorra con quien compartía jaula en la pajarería”. Entonces yo, viendo como él estaba le pregunté que si le había traído malas noticias, y me contestó negativamente. “Y entonces, ¿por qué estás así de serio?, ¿Había algo entre vosotros?”, le pregunté, y él rápidamente contesto: “no, no, en absoluto. Éramos meros compañeros de tienda”. “Bueno. Pues no entiendo tu tristeza”, le dije yo, y él entonces continuó diciéndome: “Pues más que triste estoy un poco desilusionado y decepcionado”. Al oír esto me quedé mirando a mi plumoso compañero y le dije que cada vez lo entendía menos. “¿Recibes noticias de alguien que conoces y encima estás decepcionado?, Normalmente me cuesta entenderte, pero hoy si que no te sigo”. Y mi loro entonces me contó la historia. “Pues resulta que antes de estar en el centro comercial donde nos conocimos tú y yo, yo estaba en otra pajarería. Y la mayoría de los pájaros que allí estábamos, incluidos esa cotorra y yo, éramos mucho más que compañeros de tienda. Siempre estábamos contándonos cosas, ayudándonos en lo que podíamos y pasando muy buenos momentos, ya te digo, como si nos conociéramos de toda la vida. Pero como había cosas de esa tienda y sus dependientes que no nos gustaban, un día decidieron que iban a llevarse a algunos de nosotros a la otra tienda, y yo me hice de notar para que se fijaran en mí y me trasladaran”. “Ah claro, y ahí es donde se perdió el contacto”, le dije yo. “No, en absoluto”, continuó él, “luego seguimos viéndonos en vacaciones ya que cerraban una de las tiendas y nos juntaban a todos en la otra, y allí seguíamos como siempre, y luego nos mandábamos gorriones con mensajes, y todo era muy divertido”, “Bueno, pues aún no sé dónde está el problema”, le volví a insistir. “Pues muy fácil”, me dijo él., “resulta que un día me pasó algo muy triste, y todos aquellos que tanto parecía que hubieran hecho cualquier cosa por mí, en mi peor momento desaparecieron, y pasaron de ser periquitos, loros y cotorras, a ser todos como avestruces escondiendo la cabeza”, al oír esto y por quitar algo de hierro al asunto le pregunte si sus antiguos compañeros sabían lo que le había pasado, y él me dijo que “por supuesto, además, esas noticias se transmiten a la velocidad de la luz”, “Sí, volando”, le iba a decir yo, pero no me pareció oportuno bromear en ese momento, así que intentando consolarle le traté de explicar que a veces y ante un hecho triste, la gente, y sobre todo los no allegados, solían dejar pasar un tiempo prudencial. Entonces se acerco al recipiente de su comida y empezó a comer pipas, lo que me hizo pensar que la conversación había terminado y todo estaba resuelto, cuando tras liberarse de la cáscara de la quinta o sexta pipa, me miró y me dijo “¿Tres años y ocho meses es un tiempo suficientemente prudencial?”. Ahora habría sido yo el que hubiera comido pipas de haber estado en la jaula, pero como no estaba, tragué saliva y le dije: “Hombre no. Yo me refería a tres o cuatro semanas, ... pero mira, hay gente a la que ante una adversidad le falta el coraje para afrontarla y dar la cara. Entonces se esconden, y esperan a que el asunto se enfríe y se olvide, y ...”, y entonces me interrumpió él, “...y ellos evitan el mal trago, y poco a poco esperan que todo sea como antes. Y eso con algunos funciona, pero ...”, “pero contigo no, ¿verdad?”, dije terminando la frase por él. “Pues no.” continuó, “porque si como dicen los ingleses, -un amigo en la necesidad es un amigo de verdad-, ¿qué es aquel que en la necesidad se esconde y mira a otro lado?”, “difícil pregunta y más difícil respuesta”, le dije yo tratando de ganar tiempo antes de contestar. “Bueno, pues quizá sea un amigo, pero con un grado de cobardía superior al esperado o deseado, ¿no crees?”. “Claro” continuo mientras se colgaba cabeza bajo en la jaula, “pero para compartir mis buenos momentos me es muy fácil encontrar compañeros, lo difícil y meritorio es estar en los malos.“, me argumentó mientras seguía paseando por el techo de su jaula. Entonces yo pretendí quitar importancia al asunto y le dije que tampoco le diera más vueltas a la cosa, y que si volvía a saber de ellos que los tratara como antes. Entonces él rápidamente bajó del techo y me dijo: “Pero por respeto a los que sí estuvieron conmigo no sería justo meter a todos en el mismo saco”, “Creía que todos te habían fallado”, le dije yo, y el sin dejar pasar ni un segundo me explicó que “hubo dos ex compañeros, Mr. Happy y Sunday, que pese a ya no estar en la antigua tienda, y estar cada uno por un sitio, sí me mandaron gorriones y palomas para preguntar cómo estaba yo, y aún luego hemos seguido manteniendo el contacto, y hubo otros con los que había desaparecido la relación, y que sí se preocuparon por mí y ahora vuelvo a tener amistad con ellos. Pero el resto, y pese a que la mayoría seguían en la antigua tienda, y hacer algo así en grupo parece menos violento que de manera individual, ninguno dio muestras de preocuparse por mí, ni ellos, ni otros que conocía de antes y que también se llamaban amigos. Como mucho, la cotorra de hoy, que encima me dice que no se había puesto en contacto conmigo porque como sabía que yo estaba mal ... Pues si me hubiera tenido que recuperar con la ayuda de toda esta gente estaba apañado, ¿no te parece?”. Entonces yo me levanté y le dije: “voy a prepararme un café. ¿Quieres más pipas?”

    el 16/12/2006
  • Un videoclip que me gusto
    Rayco

    Pues nada me levante hoy, un dia lluvioso y realmente asqueroso donde se supononia que tenia que darle al REC pero no fue asi y tuve que animarme mirando esa caja que emite imagenes y que nunca veo...La enciendo y pongo la MTV y derrepende aparece un video que me gusto...

    Se llama 9 to 5, y era una vercion de un tema (mas adelante lo decubri

    y encontre el video del tema original que me gusto aun mas...)

    Les dejo con video en cuestion.(la vercion original)

    el 10/12/20061
  • la reina cumple 41 años
    Miguel Blanco

    El sabado 9 de diciembre la discoteca Barraca cumplio 41 años,ahi es nà.Hablar de Barraca es hablar de la sala con mas prestigio de toda Valencia y uno de los clubs de referencia internacional.

    Por aqui han pasado desde Nino Bravo y Bruno Lomas pasando por Alaska y Nacho Canut hasta artistas de todas clases ofreciendo vanguardia en tendencias.Precursora junto con Spook,Chocolate y otras ,de las noches,y dias,mas locos que se recuerdan por aqui. Quizas sea la unica sala que han compartido en el tiempo padres ,hijos y como sigan asi,algun abuelo le explicara a su nieto como llegar.Ojala no se les acaben nunca las ganas y la imaginacion para adaptarse tan bien a los tiempos.FELICIDADES.

    www.barracamusic.com

    el 10/12/2006
  • Ludiguer - al loro - canciones y puntos
    Luis Perdiguer González

    Como ha sido fiesta y después de comer no me apetecía ver la tele, mientras los demás pegaban una cabezada delante de ella yo he cogido mi ordenador, lo he encendido, y cuando esperaba oír la típica música que anuncia que el ordenador ya está operativo, lo que he oído es la melodiosa voz de mi loro que me preguntaba: “¿Qué vas a hacer?”, “cosas con el ordenador”, le dije yo. “Eso ya lo veo, pero ¿el qué?”, insistió, “pues nada. Voy a ver como van mis canciones en la red, cuánta gente las ha visitado, y cuánta gente las ha oído. No sé, me resulta curioso saber que alguien de Dios sabe dónde ha estado oyendo algo que yo he hecho”. Le respondí mientras iba tecleando cosas. “¿Y qué?, ¿hay muchas visitas?”, me volvió a preguntar. “Pues hombre, alguna que otra hay. La verdad es que para un individuo anónimo como yo, no está mal del todo. Y hasta incluso algunos las puntúan y ponen comentarios sobre ellas.” le contesté yo. Entonces él fue hacia el recipiente de sus pipas y empezó a comerse una, y he de decir que eso me asusta bastante, ya que parece como si le trajeran la inspiración, y a más pipas comidas, más palabras emitidas. Bueno, normalmente ocurría esto y ahora no iba a ser una excepción. Así que al momento ya teníamos la primera ráfaga lista. “¿Y dices que las puntúan y todo?”. “Sí, eso he dicho”, le contesté, “¿por?”. “Bueno...”, dijo el tirando una cáscara de pipa, “¿y como las puntúan?”. “Pues como todo es puntuado en esta vida. Si te gusta mucho le pones un 10 y si no te gusta le pones un 1 y del 2 al 9 para los intermedios en función de lo que te haya gustado”, le expliqué yo a lo que él replico “¿Y hay gente que pone bajas puntuaciones?”, “pues claro que sí. Si no les gusta mucho la canción, pues le pondrán un 1 ó un 2, o lo que les parezca.”, le traté de aclarar a mi plumoso y parlanchín amigo.”Pero eso no debería ser así”, exclamó medio enfurecido, o al menos con su voz de loro así lo parecía, mientras yo, poniendo un ojo en la pantalla y el otro en la jaula le pregunté: “¿Y puede saberse por qué no debería ser así?”, entonces él empezó a rascarse debajo de su ala derecha, y cuando terminó se quedo con un gesto típico suyo como si con él quisiera decirte -no sé qué haces mirándome, no esperarás que un loro te responda esa pregunta, ¿verdad?-, y cuando consigue meterte en el cerebro la idea de que qué haces esperando un razonamiento de un loro, y dejas de mirarlo para seguir con lo tuyo, entonces, y solo entonces es el momento de hablar, y ahí habló para decir: “pues porque una canción, un cuadro, una poesía, una escultura, son algo que nadie debería juzgar más que el autor, y menos de forma negativa, cada una de estas manifestaciones de arte son únicas y personales, y suelen exteriorizar algo interior de su autor que necesita salir y ser compartido, al cual alguien le podrá decir si dos versos no riman o si una nota desafina o una palabra está incorrectamente utilizada, y aconsejarle sobre como mejorar el resultado final, pero nunca decir si es bueno o es malo.”, ahí es donde dejé de teclear y me giré a verle la cara a mi ave favorita como diciendo ¡ese es mi loro!, y a punto estuve de interrumpir su discurso cuando tras comerse un par de pipas continuó: “Cuando alguien oye una canción, o lee poesía, o ve un cuadro, jamás se podrá poner en el momento y en el pensamiento del que lo hizo, ¿quién sabe qué movió a John Lennon a grabar Revolution 9, a lo mejor fueron motivos más importantes que los de Imagine”. “Hombre, ahí te he de dar la razón”, Dios mío, yo dándole la razón a un loro. Pero ya metidos en materia hasta se lo argumenté, “hay muchas veces que oigo canciones mías antiguas y pienso, -¡vaya churro!-, porque la veo desde fuera, pero al momento me trae a la cabeza un momento de mi vida, un lugar, una persona, y ya la oigo desde otra perspectiva. Eso es cierto.”. “Y ¿qué me dices?, ¿debe alguien puntuarte eso?”, me preguntó. “Pues hombre, se supone que cuando se puntúa se va más a la corteza de la canción, o del cuadro, o lo que sea, ¿no?, es más un me gusta o no que un es buena o no.”, le contesté, y continuó él, “por eso nunca hay que dar a nadie una mala puntuación, y te lo digo por si alguna vez se te ocurre puntuar a alguien”. “No”, le dije yo, “de momento no lo he hecho, aunque a mí sí me han puesto notas buenas y notas malas, y admito que las malas fastidian, en parte por lo que tú dices, por todo el esfuerzo y lo que las canciones representan, y eso que las canciones de aquí no son de las más significativas, pero si algún día subo alguna dedicada a alguien o algo importante, y me la puntúan con un 1 o me ponen algún comentario negativo sé que me va a doler.” . “O imagínate que por ejemplo un día les da por puntuar a las mascotas”, dijo mi loro, “y alguien me pone un uno. ¿A qué te dolería?”, “uff, mejor cambiemos el ejemplo” le contesté y seguí viendo mis canciones.

    el 10/12/2006
  • Ludiguer - al loro - la parida de la paridad
    Luis Perdiguer González

    Como la noche anterior me había acostado pronto, esa mañana me levanté fresco y sin sueño, así que como cada mañana, fui haciendo cosas los más en silencio y a oscuras posible para no molestar al resto, hasta que llegó el momento de preparar los desayunos, así que fui hacia la cocina, atravesando el comedor de puntillas para no despertar al loro, y allí y sin encender luces empecé a sacar vasos, platos, cuchillos y todo lo necesario para prepararlos. Pero cuando sólo habían transcurrido un par de minutos, oí tras de mi una angelical voz que me decía. “Anoche me dejaste con la palabra en el pico. Tenemos una conversación pendiente, pues aún no sé como solucionar lo de la paridad entre monos, mo…”, y ahí le interrumpí. “Deja ya al pobre mono en paz. Olvídate del asunto, los simios son los simios y los humanos somos los humanos. ¿Que muchas veces no se sabe dónde termina el simio y empieza el humano o al revés?, pues sí, pero al final y en la mayoría de los casos se sabe quien pertenece a cada especie”. “Bueno, pues vale” dijo él resignadamente mientras yo, ante la evidencia de que ya no había marcha atrás a su verborrea matutina, le quitaba el capuchón a la jaula, y le oía decir: “… no te preguntaré acerca de los simios.”, y empezó a arreglarse con el pico el plumaje de su pechuga. Lo hacía sin prisa, como olvidándose de que había una conversación empezada, pero yo sabía que el misil se estaba fabricando en su interior y en breve tendría que ser disparado. Y no se hizo esperar. Tras arreglarse unas plumas de la espalda … ahí estaba, me miró y me dijo. “Pero los humanos entre vosotros sí sois todos iguales, ¿verdad?”. “Pues no”, le contesté yo, y añadí, “unos son altos, otros bajos, unos morenos, otros rubios o pelirrojos, unos blancos, otros negros, otros amarillos. Yo qué sé. Hay, de todo, pero a simple vista se nos distingue de cualquier otra especie, si es a eso a lo que te refieres”. “Ah”, pareció decir conformado, pero al momento continuó, “y de todas esas clases hay machos y hembras, o como lo decís vosotros, hombres y mujeres, ¿no?”, “pues claro que sí” le respondí, y tratando de recordar el orden anterior le dije: “también hay altas, bajas, morenas, rubias, pelirrojas, blancas, negras y amarillas. De todo hay, somos una especie muy completa.”. Entonces él, mientras escupía la cáscara de la primera pipa del día y se comía su interior me pregunto: “¿y en la misma cantidad que de hombres?”. “Pero, ¿qué bobadas dices?, ¿cómo va a haber la misma cantidad de altos que de altas, de rubios que de rubias, de negros que de negras, o cualquier otra cosa?, hay gente de todo tipo en el número que la naturaleza o quien quiera que sea decide, pero ¿cómo se te ha ocurrido eso?”, le tuve que aclarar. Pero no quedó contento e insistió. “Pero al menos en España sí, ¿verdad?”. “Sí”, le contesté yo, “hay un tío al que todos pagamos que se dedica a ir contándonos y haciendo listados, y cuando hay uno de non, él mismo va a casa de éste y lo saca a patada limpia a la frontera, y allí espera hasta que haya otro u otra como él y ya puedan estar los dos aquí.”, y como le vi venir seguí diciendo: “y no me preguntes sobre este tío, ya que ha sido una respuesta irónica. No existe tal tío”. Hala, asunto zanjado, creo que no he dejado ninguna brecha por la que pueda penetrar su fluida incontinencia verbal. Bueno, eso es lo que creía, pero por supuesto siempre queda una grieta por la que entrar, y allí estaba él con su siguiente pregunta, “entonces, ¿qué es esa famosa paridad entre hombre y mujeres de la que hablan?, porque yo creía que era que tenía que haber el mismo número de unos que de otras en todas partes, pero según lo que tu dices …”. “¡Ah bueno!”, respondí aliviado al ver que más o menos esa pregunta me la sabía. “Eso es que con el fin de evitar la discriminación que la mujer ha venido sufriendo, el gobierno pretende paliarlo obligando a que en los lugares de trabajo haya el mismo número de hombres que de mujeres”. Entonces él me miró con cara como de haberse enterado, y dijo. “Ah, ya lo entiendo, una forma de paliar la discriminación parecida a la que hacen algunos centros comerciales y grandes almacenes que te dicen por megafonía que si necesitas vestir tallas grandes, allí las encontrarás ya que hay una sección especialmente dedicada para ellas. ¿No sería menos discriminatorio ir poniendo unas tallas tras otras en la estantería de la menor a la mayor sin distinciones, que decir que si quiere comprar una prenda determinada una persona delgada, la encontrará en el tercer piso, pero esa misma prenda para las personas gordas está en la quinta?”, “hombre, sí” le dije yo, pero no veo el paralelismo”. “Pues está claro”, dijo mientras se comía otra pipa, “pues que no hay mayor discriminación que hacer una distinción de lo que se pretende no discriminar. Si lo sacas del grupo ya lo estás convirtiendo en algo diferente al resto”. “Creo que sé lo que dices, pero sigo sin verlo”, le dije. “Veamos”, me dijo tirando la cáscara de lo que debía ser la decimoquinta pipa, “a ti que te gusta el fútbol. ¿Dime cuántos jugadores de cada raza debe tener cada equipo?”. “No está establecido”, le dije yo, “cada equipo puede tener los jugadores de las razas que quiera siempre que no exceda el número limitado de no comunitarios”, “Eso es”, afirmó él, “luego un equipo de fútbol español podría estar formado por solo jugadores negros, y otro por todos blancos, o mezclarlos del modo que más convenga, ya que no hay distinción entre las razas, es decir, todo son jugadores y punto. Por eso, si ahora y para evitar discriminaciones surgiera una norma que obligara a los equipos a tener tantos blancos como negros, podría darse el caso de que equipos con más negros de lo estipulado tuvieran que deshacerse de ellos para contratar blancos que a lo mejor son de inferior calidad que los negros despedidos, o habría equipos que tendría que contratar a negros que no encajaran con su esquema de juego teniendo que vender a blancos que sí, total, que no sería un gran avance”. La verdad es que visto así, pues tenía razón, pero aún no terminaba de verlo claro y así se lo dije, entonces él continuo. “La semana pasada fuiste a una clínica a hacerte una revisión, ¿no?”, “Sí” le contesté, -“¿Y quien te atendió en recepción?”. -“Una chica” le conteste. -“¿Y quién le ayudaba trayendo y llevando papeles?”. -“Otra chica” respondí. -“¿Quién te saco sangre?”. -“Una enfermera”. -“¿Y quién te hizo la revisión?”. –“Pues una doctora”, -“Y a quien más viste por allí,”. –“Pues otra enfermera o doctora metida en su bata blanca”. –“¿Y quien limpiaba?”, -“pues otra señora. La verdad es que en casi dos horas no vi a ningún hombre que trabajara allí.”, -“Entonces”, continuó, “¿Que hay que hacer en esa clínica”, ¿despedir a tres mujeres o contratar a seis hombres?, o ¿es mejor que contraten a la gente en función de la necesidad sin pensar si es hombre, mujer, blanco, negra, alto o morena?, y así en todas las facetas”. “Pues tiene razón el pajarraco éste”, pensé yo, y él continuó, “en una película, en una obra de teatro, en una orquesta, en televisión, por citar ejemplos fácilmente visibles y en otros miles de trabajos no hay el mismo número de hombres que de mujeres, éstos se contratan según la necesidad y se les paga según su valía o la importancia de la labor que desempeñan, y no parece que les vaya mal. Lo que hay que hacer es preocuparse de que la norma anterior se cumpla y que cada una reciba en relación con lo que aporta. Pero eso es mucho más costoso que dividir a la gente en dos equipos y decir que la partida la juegan el mismo número de jugadores por equipo, ¿no crees?”. Y entonces yo le contesté. “¡Hala!. La tostada se me está quemando. Te pongo la radio y ahora vengo”.

    el 08/12/2006
  • Inauguración 17 de diciembre: todos estáis invitados!
    Francesc Gosalves

    Hola!

    Tengo el gran placer de poder anuinciar que el próximo 17 de diciembre a partir de las 18:00 estáis todos invitados a la inauguración de mi pequeño nuevo estudio.

    Más información en breve.

    Francesc

    el 07/12/20068
  • Ludiguer - al loro - hermano simio
    Luis Perdiguer González

    Hoy hemos terminado de cenar un poco más temprano de lo acostumbrado, y mientras el resto de la familia se cepillaba los dientes y se ponía el pijama, yo me he sentado en el sofá y he cogido el mando de la tele para ver qué valía la pena ver. Total, que canal arriba y canal abajo, no encontraba el lugar exacto donde detenerme, hasta que en una de esas idas y venidas, sale en la pantalla un documental de chimpancés, y aunque yo sigo con mi recorrido por todas las cadenas, mi loro, tan observador como siempre me pregunta: “¿Eso es un mono, verdad?”, “Sí”, le conteste yo con la esperanza de que ahí terminara la cosa. “Yo conocí unos cuantos antes de ser capturado” me dijo, y yo sin mucho interés ya que no me apetecía entablar una conversación con un loro sobre monos le dije, “¿ah sí?”, con la voz que tiene el que está más en los brazos de Morfeo que en el sofá. Pero él no. El loro tenía las pilas recién cargadas y empezó con su disertación tras los barrotes de su jaula. “Pues ahora os van a homologar con los simios.”, y yo le replique que sí, y a él lo iban a equiparar a una cacatúa pirata esperando que se desanimara, pero aunque yo mostraba desgana, su discurso ya había arrancado y era irreversible, así que continuó: “Si no te durmieras delante de la tele lo sabrías. Así que ahora algunas conductas tendrán que ir cambiando o al menos las tendréis que empezar a ver desde otro punto de vista”. Y ahí es donde cometí el error de preguntar con casi la misma ilusión que antes o incluso menos, pero el caso es que pregunté. “¿ah sí?, ¿y cuáles?”. “Pues..., lo primero que me viene a la cabeza es que cuando Eto’o o cualquier otro jugador vuelva a oír en un estadio a los espectadores emitir sonidos que imiten a los de los monos cada vez que toquen el balón no deben enfadarse“. “¿Ah no?” dijo mi subconsciente volviendo a caer en su trampa. “¿se enfadaría si le gritarán en ruso, en chino o en danés, por citar algunos idiomas?”, preguntó él y yo como un robot contesté, “Si lo que le dicen no lo entiende, o si lo entiende y no es ofensivo, evidentemente no”. “pues eso” dijo él, y añadió “a no ser que lo que se le diga en estas lenguas dé píe a ello. Pues ahora lo mismo ya que se trata de otra forma de comunicación tan respetable como las anteriores. Pero claro, que tampoco nadie del público se ofenda si mientras se va a los vestuarios, el jugador se echa mano a su entrepierna, porque es posible que simplemente se esté despidiendo de ellos en el lenguaje hermano de los monos”. “Muy bien”, le dije yo, “creo que con esto ya he tenido bastante y me voy a acostar”, así que apagué la tele, le puse el capuchón a la jaula, apague la luz, y mientras salía aun oí al loro reflexionar en voz alta. “Ahora, donde ya no lo tengo tan claro es en el mundo laboral, ¿aquí se sigue también la famosa paridad?, y en caso afirmativo, ¿cómo se entiende esta?, ¿paridad entre humanos y simios?, o ¿paridad entre hombres, mujeres, monos y monas?. ¡Ya seguimos hablándolo mañana!”.

    el 06/12/2006
  • No perdí la virginidad cuando yo creía
    Nachenko

    No perdí la virginidad cuando yo pensaba que la había perdido. Yo creí que la había perdido hace ya unos cuantos años antes de que me pasara lo que les voy a relatar, que fue cuando realmente perdí la virginidad.

    Estaba yo llegando a mi casa cuando me encontré en el buzón una carta.

    Bueno, carta, lo que se dice carta...

    Un requerimiento de apremio por adeudo enviado por la Tesorería de la Seguridad Social. Una notificación oficial de "paga por las buenas o embargamos lo que nos debes", que, por cierto, era mucha pasta, ahí había un error pero a ver cómo se lo yo hacía yo entender.

    Lo primero, me cagué.

    Luego me di cuenta de que había sido en ese preciso momento, y no años antes, cuando yo verdaderamente había perdido la virginidad.

    el 06/12/20061