Grabación

Las verdades de un ingeniero de mastering

Cadena analógica de mastering de los estudios Euridia
Cadena analógica de mastering de los estudios Euridia

El pasado 2 de septiembre, Antonio Escobar publicaba el artículo “Verdades incómodas sobre el mastering”, que suscitó numerosos comentarios y que ahora pretendo complementar desde un punto de vista diferente.

Como muchos de vosotros sabéis, Antonio, que es un conocido productor, compositor y técnico que vive intensamente su trabajo —lo que le ha llevado a obtener estupendos y conocidos resultados—, quiso con el post compartir con nosotros su punto de vista actual sobre este proceso. Mi intención ahora es, con absoluto respeto, dar una respuesta desde “el otro lado”, el de los ingenieros de mastering. Y lo haré siguiendo su artículo paso a paso, citando algunas de sus frases, así que no os iría mal releerlo.

Sobre las capacidades “cuasi-mágicas” de arreglar mezclas y los “milagros del mastering”

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Durante la masterización se puede desde reajustar grandes desequilibrios espectrales hasta simplemente elevar la sonoridad alcanzando el nivel deseado con un mínimo de movimiento de planos, pasando por el aumento de la microdinámica, aumento de la imagen estéreo sin disminución de la correlación mono mediante el uso de floating, correcciones tímbricas, reducción de ruido, lo que lleva al aumento del rango dinámico, disminución del sonido áspero del procesado digital —sobre todo en la zona más alta del espectro—, etc.

A estas tareas debemos añadir los ajustes de sonoridad entre cada corte del disco —cuando evidentemente estemos hablando de un disco—, que puede llevar a cabo una persona experta y con un punto de vista externo para que todo el trabajo tenga una coherencia. Hablamos de una persona que cuando realice este trabajo no esté pensando en términos de tempo, armonía... sino que haga su trabajo ajeno a los detalles de la grabación y escuchando la globalidad.

Antonio decía:

El mastering no arreglará una mala mezcla.

Una de las peores mezclas que he tenido que masterizar fue precisamente una mezcla mía. Eso sí, unos 15 años y mucho equipo de alta calidad separaban el trabajo de mezcla del de re-mastering.

Por alguna razón, en el momento de la mezcla se me ocurrió colocar en contra-fase todo el bus de batería (¡olé!). Aquellas pistas desaparecieron hace años, pues la grabación se realizó en un antiguo D-90, así que durante la re-masterización volví a re-colocar ese bus mediante matrices M/S dando la suficiente coherencia a ambos canales como para reducir muy significativamente la nulidad al escuchar en mono que presentaba la mezcla. Resultado: en este caso sí se obró un milagro.

Me veo sorprendido por las cualidades cuasi-mágicas que son atribuidas al proceso del mastering.

Recuerdo una vez, no hace mucho, masterizando un disco, cuando la persona de contacto me comentó que hiciera las cosas bajo mi criterio, pero que tuviera en cuenta que la bajista que había grabado el disco era muy vergonzosa y que quería que el bajo no se oyera mucho... ¡era una banda de música jamaicana! Me tomé la libertad de plantearle que no parecía un enfoque acertado, y supongo que, al venir mi respuesta desde un entorno externo, la banda aceptó.

Lo que trato de hacer ver con este ejemplo, es que muchas veces no se trata ni siquiera de las capacidades en sí del proceso de masterización, sino de cómo una persona externa con experiencia puede ayudar haciendo un último control de calidad incluso actuando sobre las propias personas y sus sentimientos.

Por cierto, el bajo estaba perfectamente ejecutado y las líneas muy bien compuestas. O bien solo era un problema de vergüenza, o bien quien lo editó después de la grabación hizo un buen trabajo. El caso es que al final, para cuando llegó a mis manos, el bajo sonaba estupendo.

Obviamente en el caso de Antonio, y debido a la experiencia que ha ido acumulando, la mayor parte de este trabajo sobre los músicos, a buen seguro, ya lo ha ido haciendo él, de modo que cada vez siente que el proceso de mastering le aporta menos. Pero estimado Antonio, al mismo tiempo que ese sentimiento es debido a que cada vez haces mejor tu trabajo y cada vez dejas menos flecos sueltos, estoy seguro de que también te exiges mejores resultados, y por tanto no deberías menospreciar aquellas pocas veces que arreglen algo que hayas dejado escapar desde el mastering.

Sobre la definición de mastering

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Para empezar, deberíamos ahondar algo más en lo que es el mastering en sí. Según la Wikipedia inglesa [...]

Sin embargo, tomando como referencia el genial libro de Bob KatzMastering Audio: The Art and the Science”, es más correcto aplicar el término “pre-mastering” al procesado de audio que se realiza, y dejar el término “mastering” para el proceso de grabado o generación en sí del archivo o soporte master —por ejemplo, una cinta de ¼”, un DAT, un acetato master, o un archivo digital en WAV o AIFF—.

Y de nuevo, yendo al significado en sí de “master”, del latín “magister” nos encontraremos que en su duodécima acepción del siguiente enlace (http://www.thefreedictionary.com/master) se define como:

An original, such as an original document or audio recording, from which copies can be made.

Lo que de nuevo hace referencia al archivo master en sí, no al procesado de audio para optimizar el volumen u otros menesteres... aunque sí, cierto, todos llamamos mastering a lo que deberíamos llamar “pre-mastering” o “ procesado de audio posterior a la mezcla”.

Sobre el mastering y los cambios mínimos de mezcla

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Se debe hacer cambiando lo mínimo posible la mezcla.

Tal y como nos comenta Antonio, cabría esperar que el proceso de mastering sea lo más inocuo posible, pero la realidad no es tan sencilla como para poder dar una sentencia tan categórica.

De nuevo, factores como las relaciones humanas complican el panorama. Y es que existen situaciones en las que al ingeniero de mastering se le pide expresamente pasar por encima de los criterios de mezcla. Por ejemplo, existen trabajos donde la relación del artista y del técnico del estudio de grabación se ha visto enturbiada de tal manera que la incomunicación entre ambas partes ha llevado a unas mezclas que no contentan al cliente. Otras veces el ingeniero de mastering se encuentra que las mezclas provienen de la grabación de una actuación en directo y que han sido realizadas por un técnico que no conocía la banda, y que además, bastante trabajo tenía ya haciendo su trabajo de PA como para afinar también esa grabación a tiempo real, por la que probablemente ni siquiera cobró un extra, e incluso, existen ocasiones en las que quien ha grabado el disco directamente te dice con cara de vergüenza y bajando la voz que apenas tiene conocimientos de sonido, ni equipo, pero que le ha puesto todas las ganas del mundo y que “hagas lo que puedas”.

En resumidas cuentas, existen muchos escenarios posibles, y el ingeniero de mastering debe adaptarse a ellos dando un servicio satisfactorio a su cliente sin entrar a juzgar ciertas situaciones. Seguro que en tu caso, Antonio, no son necesarios grandes cambios durante la masterización, pero el hecho es que existen innumerables calidades de mezclas e innumerables tipos de actuaciones necesarias durante la masterización.

Sobre la definición de una buena mezcla

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Una buena mezcla es un viaje y debería ser capaz de mantener la atención del oyente de principio a fin sin agotarlo auditivamente.

Peliaguda definición en la que no me atrevo a entrar. Quizás, por darle un enfoque más pragmático, se podría apuntar como variable a tener en cuenta que “una buena mezcla necesariamente debe gustar al cliente”.

Sobre que no debe fatigar auditivamente, habría que hablar con productores que buscan sonidos afilados e hirientes, y es que no se puede mezclar un disco de punk rabioso buscando un sonido sedoso, y en cuanto a la atención del oyente, tampoco es necesario mantenerla en géneros como el ambient, donde el grado de atención buscado es muy variable.

Aunque desde luego, en general esa frase me parece bastante acertada.

Sobre que no se pueden rectificar instrumentos

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No puede rectificar instrumentos. Con la tecnología disponible en el año 2016, más allá de la limpieza de clicks, ruidos, etc, no se puede hacer nada demasiado emocionante.

El mastering ofrece muchas herramientas que permiten acceder de modo eficaz a ciertos instrumentos de la mezcla.

Cogiendo un excelente tema de Antonio —quién no recuerda este anuncio—, me he permitido alterar ciertos elementos para ver algunas de las posibilidades del mastering. Por un lado debemos tener en cuenta que se trata de un archivo ya masterizado, lo que dificulta el acceso selectivo, y por otro lado, obviamente los resultados son intencionadamente exagerados, y es que se trata tan solo de un ejercicio demostrativo de hasta donde se puede llegar.

Archivo original, proveniente de una captura realizada:

Ahora realzamos el bombo dejando el bajo en un plano parecido al original:

A continuación incrementamos el bajo dejando el bombo en un plano parecido al original:

No he podido evitarlo y me he atrevido a proponer un posible re-mastering. Sonidos más gruesos que aportan más calidez y un carácter rítmico mayor:

Sobre que el mastering por stems no es mastering

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El mastering por stems no es mastering: es una mezcla encubierta, absolutamente respetable, pero no es mastering.

Bueno, todo es muy debatible desde luego, pero en principio mantengo la opinión contraria.

En el mastering por stems, el productor o técnico de mezcla realiza la mezcla generando varios archivos sincronizados agrupando instrumentos, en lugar de un único archivo estéreo, de modo que durante el mastering se pueda acceder a esos grupos realizando un procesado parcial además del procesado sobre el global. Es de suponer que Antonio lo entiende como una mezcla abierta todavía, y de ahí su reticencia a llamarlo mastering.

Sin embargo, dado que estos stems están nivelados entre sí de modo que al reproducirlos a igual volumen entre ellos obtenemos la mezcla deseada, sería más apropiado pensar que la mezcla ya está hecha pero requiere de un sistema multi-pista para ser reproducido. Cuando operamos un mastering por stems, la idea es acceder solamente al procesado parcial para actuar sobre variables concretas manteniendo el balance relativo entre estos stems.

Sobre el peso del mastering en el resultado final

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El peso en el resultado final debe ser el mínimo imprescindible. Jamás contrataré a nadie que altere indiscriminadamente una mezcla mía sin consultármelo.

Antonio, no nos veas como personas que toquiteamos botones indiscriminadamente. Tanto yo como mis colegas de Mastertips, Mastering Mansion, Kadifornia, Hitmakers, Andrés Mayo, Nexo 101, etc... tratamos de dar lo mejor de nosotros mismos en cada trabajo. Supongo que todos los que nos dedicamos al mastering estamos encantados de encontrarnos con mezclas estupendas que casi no necesiten de nuestro esfuerzo.

Sobre que el mastering no es un proceso necesario

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(El mastering) no es un proceso necesario.

En la vida supongo que solo necesitamos cubrir nuestras necesidades básicas... En cuanto al mastering, supongo que podemos dejarlo en que es “altamente recomendable”.

Durante una mezcla, y a pesar de comprimir e incluso limitar tanto pistas sueltas como agrupaciones de éstas, es inevitable que se generen nuevos valores máximos. Para ello ni siquiera es necesario que las ondas compartan frecuencia, algo que en una mezcla normal, se da en numerosísimas ocasiones, por lo que las posibilidades de generación de estos eventos es muy alta.

Ondas mastering picos
En azul oscuro, dos pistas independientes. En azul claro, la suma de ellas con indicaciones de los nuevos picos esporádicos generados.

Estos nuevos máximos suelen ser esporádicos, muchas veces no corresponden a momentos en los que pretendíamos una mayor sonoridad, y es que pueden no corresponder a periodos de ataque de ningún evento, por lo que sinceramente, parece una auténtica pena no reducirlos y poder aumentar así varios dBs la mezcla sin percibir una disminución de la dinámica, al menos, de la dinámica pretendida.

Sobre mastering versus remezcla

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Mi mejor consejo para aquellos que piensan que sus canciones necesitan un mastering mágico que arreglen una mezcla deficiente es que probablemente lo que sí necesitan es una buena mezcla.

Es buena filosofía en líneas generales, pero habría que matizar que por un lado, el mastering es más económico que una re-mezcla, y por otro, no siempre se conservan las pistas individuales. Por último, que del mismo modo que un mastering puede no ser lo que el cliente busca, con una re-mezcla puede suceder lo mismo, de hecho, al haber más variables abiertas, el resultado puede distar aún más de lo que el cliente busca. Ninguno de los procesos garantiza el éxito. Quizás solo la comunicación y la paciencia.

Intrusismo laboral, o al menos, del término “ingeniero”

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Cuando contacto con mi ingeniero de mastering, le cuento cómo es el proyecto y lo que busco.

Por último, quisiera hacer un último comentario, encaminado al término “ingeniero de mastering”.

Existen dos acepciones de la palabra ingeniero:

1- Persona con titulación universitaria que la capacita para profesar la ingeniería en alguna de sus ramas.

2- Persona que discurre con ingenio las trazas y modos de conseguir o ejecutar algo.

En esta profesión es común oír el término “ingeniero” con demasiada facilidad, casi siempre referido a personas que como mucho han realizado estudios en alguna academia de sonido durante un par de cursos lectivos y que se apoyan en esta segunda acepción para autodenominarse como tal.

Quizás deberíamos acuñar entonces otro término para aquellos que en su día estudiamos las series de Taylor, los transformadores eléctricos, la ciencia de los materiales, las integrales Eulerianas, la mecánica de fluidos, cinemática, mecánica técnica, los tiristores, Kirchhoff, Otto, Volterra, Fourier, Gauss, Lorentz, Laplace, el gran Tesla... o quizás deberíamos llamar a quien no haya estudiado todo esto como aquello que en realidad es: “operador técnico de sonido”, “operador técnico de mastering”, “gran maestro del mastering”, etc. ¡Y a mucha honra, oiga usted!

De hecho, los conocimientos de ingeniería que acumulamos durante los estudios universitarios no garantizan mejores resultados en un mastering. Ayudan mucho, pero no garantizan nada. Estoy convencido de que en algunas situaciones no conocer tantas variables ayuda a obtener mejores resultados, pues se facilita la concentración en aquellas de mayor importancia. También lo estoy de que mientras algunos estudiábamos, por ejemplo, la histéresis en los núcleos de ferrita dibujando ciclos de aquí para allá, los operadores estaban ya en el mercado laboral acumulando valiosa experiencia. Al final, parece que lo más importante para mejorar en la vida es no quedarse parado sin hacer nada. Los caminos para hacerlo son muy dispares.

Que no se me entiendan estos párrafos como apología de la ignorancia teórica, por favor. Obviamente, casi siempre es preferible tener conocimientos teóricos.

Y eso es todo. Por mi parte, esta es la única verdad incómoda que conozco en el mundo del mastering: el intrusismo laboral que hay en esta profesión, o al menos, en el término “ingeniero de mastering”. Porque en lo que se refiere a la otra gran verdad incómoda, software versus hardware, mi respuesta es clara: ambos.

Ibon Larruzea
EL AUTOR

Ingeniero técnico industrial en máquinas eléctricas por la universidad pública vasca, músico, productor y audiófilo. Profesional del mundo sonoro desde el año 2000, y desde hace unos años dedicado al mastering, compaginándolo con la producción, en los estudios Euridia.

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