Ludiguer-Un mayo en la vida-Capítulo 15

Ludiguer - Un mayo en la vida - Capítulo 15

Miércoles, 22 de mayo, a las nueve y media y tras diez minutos de deliberación sobre si entrar o no, decide introducirse en la olla en que se ha convertido la oficina, pues se siente en la obligación de hacerlo, y lo hace con la esperanza de no acabar hecho al vapor, así que entra y pese al poco oxígeno que aparenta circular por la sala, aún la gente tiene fuerza para discutir, y por un lado vemos a otra empleada que a veces estaba y otras no, llamada Mary Bell decir a sus compañeros con tono exigente que sus clientes se llevarán como ella diga y del modo que ella decida, mientras que tanto John como Albert que serían los perjudicados de su medida, le argumentan, con la voz de Jane de fondo, los coros algo fuera de tono de las conversaciones maratonianas de Joe y el acompañamiento de teclado de Frank, que si no tuvieran otra cosa que hacer pues que así lo harían, pero que ella lo que ha de hacer no es vender por vender, ya que cediendo a todo cualquiera sabe vender, sino tratar de amoldar los clientes a lo que es la operativa del día a día de la oficina, pero ella insiste en que cómo le va a pedir eso a un cliente, que con sus clientes no, pues ella marca cómo hay que tratarlos, que para eso son de ella, y ellos simplemente han de seguir sus directrices, a lo que no tardan en contestarle que para empezar los clientes son de la empresa y que como comprenderá, las cosas no se pueden hacer según los caprichos de cada uno, hay unos requisitos mínimos comunes que seguir para evitar que cada cosa vaya por un sitio, y si no le gusta, ya sabe lo que tiene que hacer con ‘sus’ clientes, gestionarlos ella misma, a lo que por supuesto se niega a voz en grito y vuelve a escuchar el que le digan, que si lo hacen ellos se hará a su modo, que es el modo en el que se ha hecho siempre, y si ha de ser al suyo lo hará ella, que lo piense y decida, así que con un -ya lo veremos- se gira y se va a su mesa aún entre reproches dichos entre dientes, pero visto esto, Lewis saca con calma sus apuntes y anota en ellos, algo que ya le había parecido notar con anterioridad y se ha confirmado:

* Mary Bell.

- No sabe trabajar en equipo.

- Sólo le interesan las tareas que le pueden permitir un lucimiento personal.

y vuelve a colocar el bolígrafo en la carpeta y la carpeta sobre su piernas al tiempo que los gritos habituales de Joe en su despacho, el cual parece haber olvidado sus propósitos, vuelven a llamar su atención, y en ese momento decide prestar algo más de atención pues no logra comprender de qué se puede hablar más de 60 minutos con alguien, tantas veces y con gentes tan dispares, así que ‘enchufa su antena’ y de allí salen temas tan variopintos y dispares como las diferencias existentes entre el modelo V-3455 y el V3470 de una determinada marca de cámara de fotos, para de repente pegar un giro mil o dos mil grados y comentar lo diferentes que son el elevalunas eléctrico del modelo 600 de una marca de coches motor gasolina fabricado en Alemania, y el del mismo modelo fabricado en USA., por no citar diferentes técnicas de pesca y como le gusta a cada pez que le coloquen el gusano en el anzuelo y lugares donde es más usual la compañía de un determinado coleóptero, dependiendo de la altitud y de la temperatura al nivel del mar, lo que hace pensar a Lewis inmerso en una profunda crisis cognoscitiva que ya quisiera él estar la mitad de enterado en un solo asunto de todos los tratados u otros que se suelen tratar, ¿cómo se puede a bote pronto saber tan íntimos detalles de las cosas, y de tantas?, pero mientras reflexiona sobre ello, transcurre la mañana con una visita repentina de James que se dio una vuelta para tomar un par de medidas (con un metro) por la oficina para desaparecer al momento sin dejar rastro, las carreras a ningún sitio de Frank mientras reparte papeles llenos de ceniza y semi-quemados y frutas lentamente ingeridas por Ann Bellyache, entre llamada telefónica a la familia, viaje al aseo y café en la cafetería de la esquina, si puede ser acompañada por Eleanor quien entre error y error del mismo modo necesita reponer fuerzas pues equivocarse también desgasta, pasadas la una, Lewis decide que es el momento de volver a terrenos menos cálidos y encamina sus pasos hacia su hogar.

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