Hola!
Les traigo acá un tema muy interesante, perfecto como para debatir por 100 años, y que el compositor debe de tener en mente todo el tiempo:
¿Qué es mejor, el virtuosismo o el efectismo?
Cuando digo virtuosismo, me refiero a la capacidad del intérprete de tumbar todas las dificultades habidas y por haber en una partitura, para revertirlas hacia su propio provecho, jactándose, si se quiere, de su grandeza, ante el público que siempre puede impresionarse al ver lo maravilloso que es el intérprete. En tres palabras, un virtuoso es un hijo de su madre que toca como le da la gana!!!
En cambio, efectismo, es la capacidad del compositor, y por qué no, del intérprete, de crear y/o ejecutar una obra que, ante los ojos del público parece muy compleja, aunque en realidad sea muy fácil de tocar. En tres palabras, efectismo es engañar al público pa´ que crea que somos dioses, aun cuando seamos mediocres, jaja!!!
Ahora Bien. Una cosa si es cierta: Al público le fascina un instrumentista que toque del carajo.
El “virtuosismo” aparente en una interpretación, hace que el público se emocione, y se diga la gente entre sí: “que monstruo es ese hombre que toca tal o cual instrumento…”, “viste que arrecho toca ese tipo?”, y siempre se procura, de alguna forma, al menos en la música seria, que el instrumentista muestre sus grandes dotes de intérprete al público que siempre exige admirarse ante sus artistas.
Ahora bien, la pregunta importante sería:
¿Hasta que punto es bueno el virtuosismo y cuando ha de introducirse en efectismo?
Yo, particularmente me decanto siempre (o al menos me he decantado en los últimos tiempos) hacia el efectismo, por tres poderosas y sobradas razones:
- La primera de ellas, es que no siempre se tiene un excelente intérprete que se ofrezca a tocar todas las locuras que puedo escribir en una partitura.
- La segunda, es que si consigo el músico que sea lo suficientemente masoquista como para ofrecerse a tocar eso, no veré interpretarse mi obra hasta después de un buen tiempo (que puede llegar a ser años, si en el momento de componer la obra estaba ebrio, excitado o algo así, jajaja), y la ultima y más peligrosa de todas:
- La obra resultante, por andar buscando lo que no se te ha perdido, puede ser imposible de interpretar. Esto es lo peor que le pueda pasar a un compositor!!! Imagínense que una orquesta sinfónica, después de años de espera, por fin se decida a interpretar esa sinfonía que suena de maravilla en sibelius!!!! Es simplemente VERGONZOSO que los violines tengan que bajar la afinación de sus cuerdas solo por que te saliste de registro una quinta o más, y que el trompetista te odie y quiera matarte porque le pusiste a “parir” tocando una línea sobre agudísima por más de 10 minutos de música. Si pones a sufrir a una orquesta, agárrate, porque más nunca volverá a tener la disposición de tocarte una obra, y si la orquesta es medio famosa, pues ve diciéndole adiós a tu carrera de compositor. Tendrás que dedicarte a componer solo para que tú y tus librerías toquen sin nadie nadie más, Cosa muy lamentable para un compositor orquestal...
Pues bien, hay solo un sitio donde si perdono el virtuosismo y no lo pienso dos veces antes de aplicarlo: A la hora de componer un concierto para instrumento solista y orquesta o para un instrumento solo.
En los conciertos, donde un instrumento literalmente “lucha” contra toda una orquesta sinfónica de a veces centenares de músicos; el pobrecito solista no puede contra todo el ruido y el volumen de un “ejercito” tocando a su espalda, por lo que, desde los tiempos de Vivaldi, el concierto para el instrumento solista y orquesta es, simplemente:
“La lucha del virtuosismo del solista en contra de la fuerza del resto del colectivo”.
Si no hay virtuosismo por parte del solista, pues nadie querrá ir al teatro a ver a un tipo con un instrumento en manos, parado al frente de la orquesta, tocando algo que nadie puede percibir de entre tanto ruido que arroja el resto de la orquesta. Imagínense el concierto para violín y orquesta de Chaikovsky sin las partes brillantes, exuberantes y ultra virtuosísticas del violín!!!! Nadie le haría caso al solista!!!!!
Por eso, solo en estos casos, considero yo, ha de componerse pensando en la grandeza del intérprete y su instrumento, porque dicho sea de paso, hay que conocer bien el instrumento, y si es posible, hay que tener uno en mano y medio saber tocarlo como mínimo, si queremos llegar a componer algo fantástico que aproveche todas las capacidades del instrumento y que sea, a la vez, 100% interpretable.
Del resto, lo mejor que se puede hacer es componer sencillo pero que sea a la vez, muy vistoso desde el punto de vista auditivo. Los intérpretes te lo agradecerán toda la vida, y puede que se te acerquen músicos que quieran tocar tus obras para impresionar al público con pocas cosas.
Si, es cierto, no es demasiado elegante, pero al menos asegura que tocaran tus obras sin demasiados peros, y nada más importante para un compositor que la gente conozca su trabajo…
Quizás me extendí un poco, jeje! Díganme ustedes un opinión!!!!!!!!!!!!
Les traigo acá un tema muy interesante, perfecto como para debatir por 100 años, y que el compositor debe de tener en mente todo el tiempo:
¿Qué es mejor, el virtuosismo o el efectismo?
Cuando digo virtuosismo, me refiero a la capacidad del intérprete de tumbar todas las dificultades habidas y por haber en una partitura, para revertirlas hacia su propio provecho, jactándose, si se quiere, de su grandeza, ante el público que siempre puede impresionarse al ver lo maravilloso que es el intérprete. En tres palabras, un virtuoso es un hijo de su madre que toca como le da la gana!!!
En cambio, efectismo, es la capacidad del compositor, y por qué no, del intérprete, de crear y/o ejecutar una obra que, ante los ojos del público parece muy compleja, aunque en realidad sea muy fácil de tocar. En tres palabras, efectismo es engañar al público pa´ que crea que somos dioses, aun cuando seamos mediocres, jaja!!!
Ahora Bien. Una cosa si es cierta: Al público le fascina un instrumentista que toque del carajo.
El “virtuosismo” aparente en una interpretación, hace que el público se emocione, y se diga la gente entre sí: “que monstruo es ese hombre que toca tal o cual instrumento…”, “viste que arrecho toca ese tipo?”, y siempre se procura, de alguna forma, al menos en la música seria, que el instrumentista muestre sus grandes dotes de intérprete al público que siempre exige admirarse ante sus artistas.
Ahora bien, la pregunta importante sería:
¿Hasta que punto es bueno el virtuosismo y cuando ha de introducirse en efectismo?
Yo, particularmente me decanto siempre (o al menos me he decantado en los últimos tiempos) hacia el efectismo, por tres poderosas y sobradas razones:
- La primera de ellas, es que no siempre se tiene un excelente intérprete que se ofrezca a tocar todas las locuras que puedo escribir en una partitura.
- La segunda, es que si consigo el músico que sea lo suficientemente masoquista como para ofrecerse a tocar eso, no veré interpretarse mi obra hasta después de un buen tiempo (que puede llegar a ser años, si en el momento de componer la obra estaba ebrio, excitado o algo así, jajaja), y la ultima y más peligrosa de todas:
- La obra resultante, por andar buscando lo que no se te ha perdido, puede ser imposible de interpretar. Esto es lo peor que le pueda pasar a un compositor!!! Imagínense que una orquesta sinfónica, después de años de espera, por fin se decida a interpretar esa sinfonía que suena de maravilla en sibelius!!!! Es simplemente VERGONZOSO que los violines tengan que bajar la afinación de sus cuerdas solo por que te saliste de registro una quinta o más, y que el trompetista te odie y quiera matarte porque le pusiste a “parir” tocando una línea sobre agudísima por más de 10 minutos de música. Si pones a sufrir a una orquesta, agárrate, porque más nunca volverá a tener la disposición de tocarte una obra, y si la orquesta es medio famosa, pues ve diciéndole adiós a tu carrera de compositor. Tendrás que dedicarte a componer solo para que tú y tus librerías toquen sin nadie nadie más, Cosa muy lamentable para un compositor orquestal...
Pues bien, hay solo un sitio donde si perdono el virtuosismo y no lo pienso dos veces antes de aplicarlo: A la hora de componer un concierto para instrumento solista y orquesta o para un instrumento solo.
En los conciertos, donde un instrumento literalmente “lucha” contra toda una orquesta sinfónica de a veces centenares de músicos; el pobrecito solista no puede contra todo el ruido y el volumen de un “ejercito” tocando a su espalda, por lo que, desde los tiempos de Vivaldi, el concierto para el instrumento solista y orquesta es, simplemente:
“La lucha del virtuosismo del solista en contra de la fuerza del resto del colectivo”.
Si no hay virtuosismo por parte del solista, pues nadie querrá ir al teatro a ver a un tipo con un instrumento en manos, parado al frente de la orquesta, tocando algo que nadie puede percibir de entre tanto ruido que arroja el resto de la orquesta. Imagínense el concierto para violín y orquesta de Chaikovsky sin las partes brillantes, exuberantes y ultra virtuosísticas del violín!!!! Nadie le haría caso al solista!!!!!
Por eso, solo en estos casos, considero yo, ha de componerse pensando en la grandeza del intérprete y su instrumento, porque dicho sea de paso, hay que conocer bien el instrumento, y si es posible, hay que tener uno en mano y medio saber tocarlo como mínimo, si queremos llegar a componer algo fantástico que aproveche todas las capacidades del instrumento y que sea, a la vez, 100% interpretable.
Del resto, lo mejor que se puede hacer es componer sencillo pero que sea a la vez, muy vistoso desde el punto de vista auditivo. Los intérpretes te lo agradecerán toda la vida, y puede que se te acerquen músicos que quieran tocar tus obras para impresionar al público con pocas cosas.
Si, es cierto, no es demasiado elegante, pero al menos asegura que tocaran tus obras sin demasiados peros, y nada más importante para un compositor que la gente conozca su trabajo…
Quizás me extendí un poco, jeje! Díganme ustedes un opinión!!!!!!!!!!!!

, “El Chiringuito” (Gorgie Dan)...
Vas a permitirme la expresión: ni pajolera idea, macho…, pero ni pajolera idea.
Tú no estás a lo que se celebra, ¿eh? Grabaciones de esta obra hay para parar dos docenas de trenes.
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