Algunos os lo tomaréis a broma o pensáis que voy de graciosillo, pero no es así. Tuve una profesora de canto -increíblemente buena cantante lírica, como profesora muy buena simplemente- que me insistía en que era importante no eyacular al menos en los 2 días previos al concierto. Según ella era algo contrastado, sabido en el gremio, que de no cumplir con esta máxima te exponías a perder varios tonos durante la ejecución. Por lo visto hay parte de tu energía que retienes en los cojoncilios mientras estos se rellenan de amor, y si la "sueltas" estás perdiéndote algo que te ayudará a sacarte todo el potencial. Ante esto yo me planteo varias preguntas.
Primera: imaginad que un pavo tiene una gira de 6 meses y cumple con esto a rajatabla. Las poluciones nocturnas harían que las sábanas se convirtiesen en una suerte de cartón-piedra, material perfectamente válido para hacer casas prefabricadas o figuras de Ninot de las fallas de Valencia.
Segunda: Imaginemos que ese mismo tío, siguiendo el mismo régimen, por cualquier casualidad de la madre naturaleza no tiene poluciones nocturnas. Ok, a los 6 meses, terminada la gira queda con una tía y cuando se la está zumbando nota que ya, que sí, que está a punto, los ojillos se le ponen blanquecinos como a la vieja de Los Otros, y nota cómo le llega todo el torrente... 6 meses sin vaciar, o sea que a medida que el tío nota que le llega, la mujer oye a lo lejos los tambores de Jumanji acercarse. Cuando por fin eyacula los cimientos del edificio dan fe del movimiento sísmico, los pájaros sobre la copa del pino del parque salen escopetaos, la tía atraviesa una y otra y otra habitación del edificio propulsada por ese inmenso chorro de esmegma y finalmente el hombre se deshace como una piel de patata cual Gremlin fundido por el Sol.
Tercera: ¿A las mujeres les podría pasar?. Me consta que no. Mierda de nuevo.
De todas formas tampoco es que se me amontonen las oportunidades, ¿sabéis?
Un saludo.