Llevo tiempo dándole vueltas a una idea o mejor dicho a un problema.
Se trata de la frustración y la profunda amargura que sufren(sufrimos) los artistas a la hora de la creación.
La frustración aparece cuando la obrea física, por muy maravillosa que sea a los ojos del espectador, no refleja ni la ínfima parte de belleza que posee en la mente de su creador.
En el paso de la mente al lienzo, o partitura, se produce una exagerada y triste degradación de la idea original. Se mutila, pervierte, tortura y ridiculiza al convertirse en física y tangible esa abstracción tan íntima que posee el artista en su mente.
Dijo M.C. Escher: “Si supieran lo que he visto en la oscuridad de la noche… A veces casi me ha vuelto loco la aflicción de no poder reproducir lo que veo. Comparado con ello, todo dibujo es un fracaso.”
En mi caso, este asunto me sume en un estado de frustración y desánimo, un sentimiento agrio y desagradable que me provoca escalofríos, cuando pienso que quizás nunca lo consiga, que siempre estaré limitado por este maldito mundo que presenta tantas taras en sus leyes físicas que me imposibilita escupir y vaciar lo que tengo, dejar que vuele, liberarme de esta pesada carga. No es la dificultad, sino la sensación de no saber si este problema es irresoluble, como me temo.
¿Cuándo seré capaz de plasmar y traer al mundo real lo que tengo en mi cabeza?
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Este post lo escribí hace unos días en mi blog, después de un tiempo sin tener ideas, sin ser visitado por las musas, y quería saber si vosotros sentís a veces esta misma sensación cuando componéis.
Se trata de la frustración y la profunda amargura que sufren(sufrimos) los artistas a la hora de la creación.
La frustración aparece cuando la obrea física, por muy maravillosa que sea a los ojos del espectador, no refleja ni la ínfima parte de belleza que posee en la mente de su creador.
En el paso de la mente al lienzo, o partitura, se produce una exagerada y triste degradación de la idea original. Se mutila, pervierte, tortura y ridiculiza al convertirse en física y tangible esa abstracción tan íntima que posee el artista en su mente.
Dijo M.C. Escher: “Si supieran lo que he visto en la oscuridad de la noche… A veces casi me ha vuelto loco la aflicción de no poder reproducir lo que veo. Comparado con ello, todo dibujo es un fracaso.”
En mi caso, este asunto me sume en un estado de frustración y desánimo, un sentimiento agrio y desagradable que me provoca escalofríos, cuando pienso que quizás nunca lo consiga, que siempre estaré limitado por este maldito mundo que presenta tantas taras en sus leyes físicas que me imposibilita escupir y vaciar lo que tengo, dejar que vuele, liberarme de esta pesada carga. No es la dificultad, sino la sensación de no saber si este problema es irresoluble, como me temo.
¿Cuándo seré capaz de plasmar y traer al mundo real lo que tengo en mi cabeza?
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Este post lo escribí hace unos días en mi blog, después de un tiempo sin tener ideas, sin ser visitado por las musas, y quería saber si vosotros sentís a veces esta misma sensación cuando componéis.
