legend escribió:
Creo que has dado en el clavo del problema real, la mayoria de técnicos hacemos sonar los conciertos a base de presion sonora, pero el sonido en si no lo trabajamos , y esto es un error, mucha gente enmascara el sonido con mas y mas volumen, pero realmente la mezcla es muy deficiente. Salvando las distancias es lo mismo que cuando escuchas un disco que suena muy bien, no hace falta que este a gran volumen para tener la sensación de sonar de puta madre. La diferéncia está en que los técnicos de estudio no pueden jugar con el volumen para hacer sonar las mezclas, han de sonar bien en todos los lados, y esto solo lo consigues si realmente cuidas mucho el sonido . Ya se que el directo y el estudio son muy diferentes, pero creo que realmente hay pocos técnicos que sepan sonar bien sin necesidad de dejar sordos a todos.
Buenas de nuevo,
No, mis opiniones no tenían como base el "problema" del volumen dado por lo malo que sea (o no) un técnico de mezcla en un concierto, sino de la relación entre el nivel de presión sonora y la necesidad (o no) de tener que aguantar ése o cualquier otro nivel, incluso simplemente por comodidad personal y profesional. Los técnicos trabajamos día sí, día también, rodeados de sonidos a altos niveles de presión (por encima, en todo caso, a lo que cualquier organización de la salud recomendaría a cualquier trabajador). Cuando me refiero a "altos" no únicamente me refiero a los "estridentes"...
Hay bastante legislación sobre el tema de la contaminación acústica que, bajo mi parecer, no tiene en cuenta nuestro trabajo (ni otros tantos, cuidado), pero que está hecho con toda la profesionalidad y ciencia posible para garantizar una efectividad total. Por ejemplo, recientemente, cayó en mis manos la legislación de un país como Chile, donde no permite a los trabajadores estar sometidos a presiones sonoras de 100 dB (A) durante más de 15 minutos. La misma norma, si debiera aplicarse a un concierto de 2 h, implicaría un nivel de SPL únicamente de 91 dB (A). Estas normas (con algunos matices, seguramente, para cada país o estado) suelen responder a las recomendaciones ISO estándares (como la ISO 7029) que intentan "proteger" el oído a largo plazo, teniendo en cuenta la propia fisiología humana. Bien, si ponemos en práctica estas recomendaciones (de hecho, leyes), como mínimo en Chile, podríamos aplicar la frase de "apaga y vámonos".
Ahora, dile a un trabajador que sea técnico de sonido que debe estar sometido durante 2 h como mínimo (pongamos 4 horas seguidas -cosa probable-, 2 de pruebas y 2 de concierto; lo que para Chile, siguiendo ese ejemplo, representaría no más de 88 dB (A)), que además no tiene necesidad imperiosa de estar atento a lo que realmente suena (no mezcla) que está "obligado" a someter sus oídos a unos niveles que, según sabemos, son perjudiciales a largo plazo para su salud. ¿Siguen siendo 91 dB (A) o, incluso, 88 dB (A) tan representativos de una "mala mezcla"? Eso teniendo en cuenta que, en muchos estilos musicales y según qué otras aplicaciones sonoras, esos niveles a veces sólo representan el aullido del público asistente (en el GP de Fórmula 1 en Montmeló se recomienda encarecidamente que el público de la gradería situada delante de la salida cuente con sus propios tapones... ya no digamos los trabajadores que están en el pit-lane... ¿será que los ingenieros mecánicos de la Fórmula 1 son malos por su incapacidad de hacer motores más silenciosos?).
También es verdad que hay momentos en que lo mejor es bajar el volumen, y solventar cualquier problema de mezcla trabajando desde abajo. Sí, tienes razón que muchas veces hemos querido solucionar un problema con más nivel y más nivel. Pero este no es el caso del uso (deseado) de tapones en los oídos.
Un saludo.