Totalmente de acuerdo. Para mí ahí está una de las gracias del dawless: la imposibilidad (o la poca necesidad) de replicar exactamente lo que pasa en una sesión. Cada toma es un “estado” del setup, de tus manos y de tus decisiones en ese momento, y eso le da valor propio.
Y también me resuena mucho lo de la perversión de convertirlo en producto: cuando te obsesionas con “terminar”, “pulir” y “sacar algo”, a veces se te cuela una lógica casi industrial que mata justo lo que hacía especial el proceso. Muchas veces lo más gratificante es estar ahí, explorando, equivocándote, encontrando accidentes felices… y ya.
Yo intento quedarme con esta idea: si el proceso está vivo, el resultado suele respirar mejor. Y si no sale “publicable”, tampoco pasa nada: ya ha cumplido su función.
Y también me resuena mucho lo de la perversión de convertirlo en producto: cuando te obsesionas con “terminar”, “pulir” y “sacar algo”, a veces se te cuela una lógica casi industrial que mata justo lo que hacía especial el proceso. Muchas veces lo más gratificante es estar ahí, explorando, equivocándote, encontrando accidentes felices… y ya.
Yo intento quedarme con esta idea: si el proceso está vivo, el resultado suele respirar mejor. Y si no sale “publicable”, tampoco pasa nada: ya ha cumplido su función.
